Clases para no perder la palabra
Una vez a la semana, un grupo de alumnos asiste a las clases de Jos¨¦ Manuel Roqu¨¦s en el instituto Rafael Alberti de C¨¢diz. Hacen ejercicios, toman apuntes, se eval¨²an, van a tutor¨ªas. Pero Roqu¨¦s no es maestro, sino foniatra, y quienes acuden a sus sesiones son docentes que han tenido alg¨²n tipo de disfon¨ªa. Profesores que de tanto usar su voz han terminado por perder la palabra, y se han encontrado sin su principal herramienta de trabajo.
A las siete de la tarde comienza la sesi¨®n. El doctor Roqu¨¦s exige la tarea que encarg¨® la semana pasada a una alumna: grabar una de sus clases para detectar sus fallos. "Habla muy deprisa", "utiliza m¨¢s volumen del que deber¨ªa", apuntan algunos compa?eros. Errores que se repiten en el resto de grabaciones. Los profesores tienden a forzar la voz, y lo hacen m¨¢s cuando notan que no responde correctamente: "Es una especie de c¨ªrculo vicioso", explica el foniatra, "como os sent¨ªs inseguros, sub¨ªs el volumen, forz¨¢is la m¨¢quina, y ¨¦sta se da?a m¨¢s, lo que os vuelve a causar inseguridad".
Los alumnos de Roqu¨¦s no son los ¨²nicos con disfon¨ªa. Los profesores son el colectivo m¨¢s afectado por las patolog¨ªas de la voz. El 22,5% de estos profesionales sufre alg¨²n problema, aunque el n¨²mero de afectados podr¨ªa ser incluso superior, porque existen muchos casos de infradiagn¨®stico. Adem¨¢s supone la causa m¨¢s frecuente de baja laboral. Dos razones que han motivado la creaci¨®n de estos cursos.
Mejor prevenir
Profesor y alumnos coinciden: la soluci¨®n m¨¢s eficaz es la prevenci¨®n. "Tendr¨ªan que poner una asignatura en la carrera que nos ense?ara a utilizar la voz", se?ala Alfonso Salas, profesor de Secundaria. Como ¨¦l, todos sus compa?eros de curso han visto mermada su capacidad de trabajo por unas afecciones que hace s¨®lo unos meses que fueron catalogadas enfermedad laboral. La delegaci¨®n de Educaci¨®n ha dado prioridad en estos cursos a las situaciones m¨¢s graves, las que han requerido incluso intervenciones quir¨²rgicas.
Las sesiones de Roqu¨¦s pretenden evitar estos extremos. Despu¨¦s de escuchar las grabaciones de los alumnos, llega el calentamiento: movimientos de cuello, de cintura, rotaciones de hombros. Fundamental, tambi¨¦n, aprender a respirar: "Una respiraci¨®n abdominal", se?ala el foniatra, que recomienda a sus oyentes hacerlo por la boca y algo por la nariz: "Lo de coger aire s¨®lo por la nariz no es m¨¢s que un mito". Tambi¨¦n aprenden a utilizar correctamente los micr¨®fonos repartidos por Educaci¨®n. Unos peque?os aparatos, de apenas 300 gramos, que evitan que el docente tenga que subir la voz, pero que no sirven de nada si no se usan adecuadamente. A la mayor¨ªa de sus alumnos, Roqu¨¦s les apunta un mismo fallo: "Habl¨¢is por encima del micr¨®fono, demasiado alto".
La clase concluye pero para aprender a utilizar la voz no basta con hora y media a la semana. "Hay que entrenar en casa", dice el foniatra.
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