La Espa?a liberal

Acaban de publicarse los dos primeros tomos de una nueva Historia de Espa?a en doce vol¨²menes, dirigida por dos especialistas del m¨¢ximo relieve intelectual y con la participaci¨®n de historiadores que garantizan una alta calidad al resultado. De momento, contamos con el volumen consagrado por el catal¨¢n Fontana al "siglo corto" 1808-1868 en que Espa?a entra en la era del liberalismo y con el de Juli¨¢n Casanova sobre la Rep¨²blica y Guerra Civil, el cual merece un tratamiento individualizado al coincidir en el tiempo su publicaci¨®n con otra obra del mismo autor sobre su campo de trabajo preferido, el anarquismo espa?ol de los a?os treinta.

Fontana despliega aqu¨ª su

enfoque sobre la revoluci¨®n liberal esbozado en su estudio cl¨¢sico sobre la quiebra de la monarqu¨ªa absoluta. Ha elegido la forma de un relato en que el hilo conductor de los cambios pol¨ªticos enlaza con las mutaciones econ¨®micas y sociales, en una permanente oscilaci¨®n pendular entre una historia de los acontecimientos apoyada en una lectura minuciosa de las cr¨®nicas del periodo, con brillantes descripciones de la "corte de los milagros" isabelina, y una l¨²cida reflexi¨®n en torno a la articulaci¨®n de esa historia pol¨ªtica con la formaci¨®n de una sociedad capitalista cargada de limitaciones. El resultado es muy brillante y recuerda en la agilidad de la prosa los libros de uno de los mejores amigos del autor, el ya desaparecido historiador cubano Manuel Moreno Fraginals. En las casi seiscientas p¨¢ginas de La ¨¦poca del liberalismo, el lector puede encontrar una clara explicaci¨®n del origen de las malformaciones que afectan a la modernizaci¨®n de la sociedad y de la pol¨ªtica espa?ola en el ochocientos, y en primer plano de nuestra "d¨¦bil nacionalizaci¨®n".

La transparencia del relato

hace adem¨¢s que no sea dif¨ªcil percibir las limitaciones de la obra, tanto por lo que toca al tratamiento insuficiente de algunos temas, como al hilo conductor que tiende a explicar demasiadas cosas desde la ideolog¨ªa de nuestro historiador. Cada vez que hay progresistas en el poder, liberales o republicanos, su fracaso es debido a la incapacidad de atender los intereses populares como si, por ejemplo, los esforzados federales de 1873 tuvieran demasiadas posibilidades de cambiar la situaci¨®n de su base social en pocos meses, entre golpes de Estado y guerras carlista y de Cuba. Una cosa es rescatar para la historia a las clases subalternas y otra creer que los "exaltados" del Trienio ten¨ªan un proyecto coherente. Falta siempre un examen de los factores limitativos que desde el atraso econ¨®mico, por otra parte muy bien explicado, se proyectan sobre la marcha de la sociedad y de la econom¨ªa. Faltan como siempre las ideolog¨ªas, con lo cual nos quedamos en momentos clave, como 1808, Narv¨¢ez, los contenidos del republicanismo, sin explicaci¨®n suficiente, y ni siquiera toma nota el autor de los efectos que tiene el desfase entre el desarrollo econ¨®mico catal¨¢n y el del resto del pa¨ªs, por ejemplo sobre el movimiento obrero. Tampoco la llegada y significado del internacionalismo bakuninista recibe atenci¨®n, lo cual sorprende dada la atenci¨®n sugerida para los olvidados de la historia. Cuba queda asimismo en la sombra. A pesar de todo ello, ser¨¢ en lo sucesivo un libro de lectura obligada, y adem¨¢s gozosa.