El Atl¨¦tico se deprime en Anoeta
La Real supera con facilidad al equipo rojiblanco, que acab¨® con nueve jugadores y tuvo grav¨ªsimos fallos defensivos
Hay defensas impagables. Impagables por el club y para el espect¨¢culo. Defensas que cuando tienen un mal d¨ªa construyen un partido entretenido, lleno de ocasiones, hueco, pero hermoso. El asunto lo inici¨® Pern¨ªa, con dos entradas en apenas 30 segundos, absurdas, innecesarias, sobre Xabi Prieto, que le acarrearon una tarjeta amarilla y, lo que fue peor para su equipo: una desconcentraci¨®n absoluta que pag¨® con un gol a los pocos minutos. Pern¨ªa, abrumado y novato, le dej¨® un pasillo fant¨¢stico a Kovacevic para que metiera la puntera en un centro enroscado de Savio. Cuando quiso ir a por el serbio, el bal¨®n ya estaba dentro. Pern¨ªa ya estaba fuera y s¨®lo hab¨ªan pasado seis minutos. El contagio fue absoluto en la defensa rojiblanca. Perea, de lateral, es un holograma de lo que anunci¨® en su llegada, Pablo parece vulgar y Eller, la esperanza, se perdi¨® en la mara?a.
REAL SOCIEDAD 2 - ATL?TICO 0
Real Sociedad: Bravo; Gerardo, Ansotegi, V.L¨®pez, Garrido; Xabi Prieto, Garitano, Juanito, Savio; Kovacevic (Aranburu, m. 88) y D¨ªaz de Cerio (Herrera, m. 81). No utilizados: Riesgo; Rekarte, Mikel Gonz¨¢lez, Novo y Mikel Alonso.
Atl¨¦tico: Leo Franco; Perea, Pablo, Eller, Pern¨ªa; Galleti (Z¨¦ Castro, m. 82), Luccin, Gabi, Jurado (Mista, m. 59); Ag¨¹ero y Fernando Torres. No utilizados: Cu¨¦llar; Seitaridis, Antonio L¨®pez, Costinha y Marqu¨¦s.
Goles:1-0. M. 6. Centro de Savio desde la izquierda y Kovacevic se adelanta a Pern¨ªa y marca con la puntera. 2-0. M 84. Centro de Herrera que remata Savio.
?rbitro: Medina Cantalejo. Expuls¨® con roja directa a Luccin (m. 69) y a Eller (m. 75) por doble amarilla, a ambos por protestar. Amonest¨® a Eller, Kovacevic, Gabi, Pern¨ªa y Mista.
Unos 26.000 espectadores en Anoeta.
Cuesta encontrar un partido m¨¢s obtuso de Ag¨¹ero. Torres, mientras, dimit¨ªa con premura
El contagio fue tan grande que alcanz¨® a la Real. Ansotegi, le cedi¨® un gol a Ag¨¹ero en un despiste, pero Bravo le repeli¨® el disparo con el pecho. V¨ªctor L¨®pez no quiso ser menos y le concedi¨® otro a Torres, pero el Ni?o no ten¨ªa su d¨ªa y la peg¨® rasa y desviada. Aquello parec¨ªa un convite al que los delanteros no estaban invitados. Especialmente grave para el Atl¨¦tico era la oscuridad de Ag¨¹ero, empe?ado en conducir excesivamente el bal¨®n y en traspasar paredes de hormig¨®n. Torres, con m¨¢s movilidad, estaba negado: o mord¨ªa los disparos o los echaba fuera.
La Real viv¨ªa del gol de Kovacevic y de la capacidad de presi¨®n de sus futbolistas m¨¢s viscerales (Juanito y Garitano) para taponar a un Atl¨¦tico muy previsible. S¨®lo Savio daba pinceladas de estilo y sutileza, y con centros cruzados quebraba a la fr¨¢gil defensa rojiblanca. En el Atl¨¦tico, las arrancadas de Galletti por su banda pon¨ªan el ¨²nico toque futbol¨ªstico en un juego muy previsible. Tanto que acabaron por ahogar al jugador argentino al que el Atl¨¦tico exprimi¨® en la primera mitad.
Incre¨ªblemente, el partido viv¨ªa con un solo gol. El larguero devolvi¨® un remate con la coronilla de Garitano, antes de que la Real se encontrara con un caj¨®n de regalos de Perea, incomprensibles, infantiles, que obligaron a un trabajo inconmensurable de Leo Franco. El portero argentino repeli¨® dos disparos seguidos de Garrido y D¨ªaz de Cerio, tras el en¨¦simo error de Perea, que m¨¢s parecieron un milagro que dos paradas.
Ciertamente, no era el d¨ªa de los defensas, pero tampoco el de los delanteros. Costar¨ªa trabajo encontrar un partido m¨¢s obtuso del Kun Ag¨¹ero, peleado consigo mismo, porque nunca encontr¨® el sitio, con el bal¨®n, que nunca domin¨®, y con sus compa?eros, a los que nunca busc¨®. Torres dimiti¨® con premura.
La Real, aferrada a una salvaci¨®n en la que cada vez cree m¨¢s, jug¨® con ofici¨®. Sus delanteros malgastaron los goles que hubieran cerrado el partido. No cont¨® con ellos, pero si tuvo la solvencia necesaria en el centro del campo para enredar al Atl¨¦tico en un camino sin salida. El trabajo de Garitano y Juanito, fue encomiable.
A cambio, el equipo del sancionado Aguirre se fue desquiciando poco a poco. Por alguna extra?a raz¨®n, decidi¨® que el partido de Anoeta era el sprint final de su camino a la Champions y no una etapa. Se desquici¨® la defensa y se desquici¨® el equipo. Luccin se autoexpuls¨® cuando m¨¢s le necesitaba su equipo y luego Eller hizo lo propio por protestar una falta intrascendente. Con nueve, fue una pantomima y Savio aprovech¨® la primera jugada que tuvo tras un centro de Herrera, que alcanz¨® la l¨ªnea de fondo. Las autopistas le llevaban a la Real a una victoria so?ada.
El Atl¨¦tico volv¨ªa a padecer el mal de altura. No es un equipo hecho para soportar las exigencias de la categor¨ªa a la que aspira. Su comportamiento en Anoeta no fue el de un equipo que pelea por las cimas de la clasificaci¨®n. Le fallaron los defensas, le fallaron los delanteros y le fall¨® la boca. Acab¨® perdido y perdiendo, con dos expulsados y varios futbolistas que no podr¨¢n jugar el pr¨®ximo partido. La Real fue feliz. Su coraje es envidiable y el sue?o de la salvaci¨®n sigue intacto en el vestuario.
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