Los l¨ªderes pueden permitirse audacias
Normalmente, los pol¨ªticos tienen que hacer complicados equilibrios entre las posturas que deben adoptar para satisfacer a la base de su partido y la necesidad de captar a la poblaci¨®n en general. Podemos ver c¨®mo les est¨¢ ocurriendo a los republicanos de Estados Unidos: para tener una posibilidad de ser los candidatos oficiales de su partido, los aspirantes tienen que asumir posturas de ultraderecha sobre Irak y en temas sociales que, en las elecciones generales, les costar¨¢n muchos votos.
Sin embargo, en el bando dem¨®crata ha ocurrido algo curioso: las bases del partido parecen estar mucho m¨¢s pr¨®ximas al estado de ¨¢nimo del pa¨ªs que muchos de los dirigentes. Y el resultado es interesante: en las cuestiones fundamentales, los pol¨ªticos dem¨®cratas se est¨¢n viendo obligados, muy a su pesar y arrastrados por las bases, a adoptar posturas que gozan de gran popularidad.
Las bases del Partido Dem¨®crata est¨¢n m¨¢s en sinton¨ªa con la gente que sus dirigentes
La opini¨®n p¨²blica de EE UU odia la guerra de Irak y no conf¨ªa en absoluto en Bush
Irak es el ejemplo m¨¢s llamativo. Por extra?o que parezca, los estrategas dem¨®cratas, al principio, se resist¨ªan a hacer de Irak un tema fundamental en las elecciones de mitad de mandato. Incluso despu¨¦s de su contundente victoria, que demostr¨® que las t¨¢cticas de difamaci¨®n e intimidaci¨®n del Partido Republicano han dejado de funcionar, tuvieron miedo de que cualquier intento de controlar la expansi¨®n de la guerra propuesta por el Gobierno de Bush se presentara como una traici¨®n a las tropas y un acto de deslealtad en menoscabo del poder del comandante en jefe.
Los grandes expertos de Washington, que todav¨ªa no parecen darse cuenta de hasta qu¨¦ punto se ha vuelto la opini¨®n p¨²blica en contra del presidente Bush, alimentaron ese miedo. Por ejemplo, cuando los dem¨®cratas empezaron, con gran nerviosismo, a enfrentarse al Gobierno por la financiaci¨®n de la guerra de Irak, David Broder declar¨® que Bush estaba "listo para su reaparici¨®n pol¨ªtica".
Fue necesaria la presi¨®n de unas bases furiosas para que los dem¨®cratas se decidieran a adoptar una postura m¨¢s dura en las elecciones al Congreso. E hizo falta otro empuj¨®n de esas bases -que se indignaron cuando pareci¨® que Barack Obama hab¨ªa dicho que estaba dispuesto a apoyar una ley de financiaci¨®n sin necesidad de calendario fijo- para que se enfrentaran a Bush por los dineros de la guerra (Obama asegura que no quiso insinuar que hubiera que dar "carta blanca" al presidente).
Pero la opini¨®n p¨²blica odia esta guerra, ya no conf¨ªa en absoluto en el liderazgo de Bush y no se cree nada de lo que dice la Administraci¨®n. Irak contribuy¨® de forma crucial a la victoria de los dem¨®cratas en las elecciones de medio mandato. Y el enfrentamiento a prop¨®sito de la financiaci¨®n no s¨®lo no ha sido una medida pol¨ªtica arriesgada, sino que cuenta con un apoyo popular abrumador: seg¨²n un nuevo sondeo de CBS News, s¨®lo el 29% de los votantes cree que el Congreso debe aprobar los fondos de guerra sin ning¨²n l¨ªmite de tiempo, mientras que el 67% quiere recortar los fondos o imponer un plazo.
La sanidad es otro ejemplo en el que las bases del Partido Dem¨®crata est¨¢n m¨¢s pr¨®ximas a los deseos del pa¨ªs que sus dirigentes pol¨ªticos. Salvo por John Edwards, que ha reclamado expl¨ªcitamente un sistema de seguro universal de salud financiado con una reducci¨®n de los recortes fiscales a las rentas m¨¢s altas, los principales l¨ªderes dem¨®cratas, con el recuerdo a¨²n presente del fracaso del plan de salud de Clinton, se han mostrado precavidos y reservados a la hora de presentar proyectos que cubran a los que carecen de seguro. Ahora bien, los aspirantes a candidatos presidenciales del Partido Dem¨®crata -en especial Obama- se han encontrado con enormes presiones de las bases, que les exigen que concreten sus propuestas. Y las bases est¨¢n haci¨¦ndoles un favor.
Ha pasado mucho tiempo desde la derrota del plan de Clinton y la opini¨®n p¨²blica est¨¢ exigiendo que se haga algo. Un reciente sondeo de The New York Times y CBS News mostraba un apoyo rotundo a que el Gobierno de EE UU garantice el seguro de salud para todos, aunque dicha garant¨ªa signifique subir los impuestos. Incluso entre los que se declaraban republicanos hab¨ªa opiniones divididas sobre el tema.
Si todo esto parece indicar una situaci¨®n en la que a los dem¨®cratas pueden aguardarles grandes victorias en los pr¨®ximos a?os, es porque es as¨ª.
Los republicanos, al menos durante un tiempo, van a estar atrapados en posiciones impopulares debido a unas bases que viven en el pasado. La aparici¨®n de Rudy Giuliani como favorito a la candidatura republicana tiene m¨¢s que ver con el partido que con el candidato. Como dijo de forma muy certera el semanario sat¨ªrico The Onion, Giuliani quiere ser "presidente del 11-S".
Los dem¨®cratas no tienen ese problema. No hay ninguna contradicci¨®n entre cultivar las bases y mantener posturas que permitan ganar las elecciones de 2008, porque lo que quieren las bases -el fin de la guerra de Irak, una garant¨ªa de seguro de salud para todos- es lo mismo que desea el pa¨ªs en su conjunto. El ¨²nico riesgo que corre ahora el partido es un exceso de cautela por parte de sus pol¨ªticos. O, por utilizar una frase conocida, lo ¨²nico a lo que deben tener miedo los dem¨®cratas es al miedo mismo.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa en la Universidad de Princeton. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia. ? The New York Times, 2007.
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