El perd¨®n de Ibarretxe
Casi cuatro a?os han pasado entre la declaraci¨®n por unanimidad del Parlamento Vasco en favor del reconocimiento institucional de las v¨ªctimas de ETA y el acto que, en aplicaci¨®n de aquel acuerdo, tuvo lugar el domingo en Bilbao. Ibarretxe pidi¨® perd¨®n en nombre de la sociedad vasca por tantos a?os de indiferencia o silencio ante la injusticia radical del terrorismo. Aunque evit¨® una reflexi¨®n sobre la responsabilidad de quienes se han aprovechado de la debilidad en que ETA colocaba a sus rivales pol¨ªticos, el lehendakari dijo cosas impensables hace pocos a?os.
La ausencia de gran parte de los miembros de las principales asociaciones de v¨ªctimas refleja la distancia que todav¨ªa existe entre esos colectivos y las autoridades vascas. El inicial Plan de Paz y Convivencia remitido por Ibarretxe dilu¨ªa la concreta solidaridad con las v¨ªctimas de ETA en un mar de agravios que inclu¨ªan referencias a las reparaciones a las v¨ªctimas del franquismo, a la tortura, el respeto de los derechos de los presos, etc¨¦tera. Pese a ello, la tarea de la Oficina de Atenci¨®n a las V¨ªctimas del Terrorismo ha conseguido centrar la iniciativa lo suficiente como para que el acto del domingo resultase digno. No es banal que el lehendakari aludiera a asesinatos y amenazas hechos "en nombre del pueblo vasco", que rechazase "equiparaciones" falaces, reconociese que "nunca jam¨¢s la violencia terrorista tuvo justificaci¨®n" y considerase la memoria de las v¨ªctimas como "el mejor activo en la deslegitimaci¨®n de la violencia" y un valor a tener en cuenta en cualquier "proceso" de fin dialogado del terrorismo.
Nada de esto formaba parte del discurso nacionalista de Lizarra, en el que las v¨ªctimas eran invisibles. Ahora eso ser¨ªa imposible, pero falta sacar todas las consecuencias de su presencia. Asumir la verg¨¹enza colectiva de la indiferencia social era una condici¨®n para que el reconocimiento de las v¨ªctimas fuera real. En el acto del domingo esa verg¨¹enza fue eficazmente asumida por el escritor en lengua vasca Anjel Lertxundi, que se pregunt¨® "qu¨¦ nos ha pasado" para haber callado durante tantos a?os, por miedo o por c¨¢lculo. E introdujo la cuesti¨®n ardiente de la naturaleza pol¨ªtica de una violencia que "busca la imposici¨®n de un proyecto mediante la eliminaci¨®n de quienes no lo comparten". Admitir eso significa reconocer que no ha habido igualdad de condiciones en la pol¨ªtica vasca, y que si es inmoral matar tambi¨¦n lo es intentar beneficiarse de la inferioridad en que el acoso terrorista coloca a los no nacionalistas. ?sa es la frontera ante la que se detuvo Ibarretxe a la hora de pedir perd¨®n.
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