Bases de Washington en Bulgaria y Rumania

La intervenci¨®n de Sergu¨¦i Lavrov dej¨® en evidencia a Condoleezza Rice, que inform¨® con aire positivo a los ministros aliados de c¨®mo hab¨ªan ido las conversaciones del lunes del jefe del Pent¨¢gono, Robert Gates, en Mosc¨², donde fue recibido por Vlad¨ªmir Putin y habl¨® tambi¨¦n con otros altos responsables del Gobierno ruso.

La secretaria de Estado de EE UU insisti¨® en los esfuerzos de transparencia de Washington y explic¨® los planes de colaboraci¨®n ofrecidos a Mosc¨² para hacerle ver que el escudo no va dirigido contra Rusia. Es lo que quer¨ªan escuchar los aliados, que reclaman transparencia, que no se inquiete gratuitamente al vecino ruso y que se siga discutiendo en el ¨¢mbito interno sobre el escudo. Nadie se opone palmariamente al sistema, pero reclaman una evaluaci¨®n m¨¢s refinada de las presuntas amenazas que suponen Ir¨¢n y Corea del Norte.

A la delegaci¨®n estadounidense fue a la que menos sorprendi¨® el golpe de un Putin que se siente vejado por los planes aliados de estrechar relaciones con los pa¨ªses del C¨¢ucaso, de plantar sistemas de misiles en la fachada de casa y de establecer bases militares en el territorio de sus vecinos. Gates revel¨® el lunes en Mosc¨² que durante su entrevista en el Kremlin, "el presidente Putin expres¨® su preocupaci¨®n sobre el acuerdo para unas bases avanzadas alcanzado por Estados Unidos con Rumania y Bulgaria. Eso no tiene nada que ver con el escudo de misiles y creo que es algo que les preocupa mucho".

El escudo antimisiles ahora; Rumania y Bulgaria, ayer; la te¨®rica posibilidad de instalar bases aliadas en los pa¨ªses b¨¢lticos, ma?ana; la resistencia aliada a ratificar el Tratado sobre Armas Convencionales en Europa de cada d¨ªa... son factores que alentaron a Putin a plantarse. No hizo mella en Rice. "Todo el mundo tiene que cumplir sus obligaciones", mantuvo la jefa de la diplomacia estadounidense antes de escuchar a Lavrov.