La pertenencia a la ciudad

?Ay, Consuelo!

Parece que la directora del IVAM quiere embadurnar con sus bellas artes la figura un tanto r¨²stica de Rita Barber¨¢, no se sabe si porque aspira a la alcald¨ªa en otras fechas o por relanzar la carrera de su marido

El ej¨¦rcito de escribidores de Consuelo Ciscar vuelve a las andadas, esta vez para atacar a Carmen Alborch en favor de Rita Barber¨¢ mediante el atajo de una asombrosa rese?a cr¨ªtica de un art¨ªculo de Pau Rausell aparecido, como la respuesta de la artista, en estas mismas p¨¢ginas. Que no falte de nada, cuando est¨¢ en juego la alcald¨ªa de Valencia. Lo que no termina de estar claro es en nombre de qu¨¦ se ve impelida la segunda Consuelo de la ciudad en salir en defensa de Rita. Quiz¨¢s porque la ahora directora del IVAM tiene una desenvoltura de la que la todav¨ªa carece la alcaldesa. Cierto es que si Rita utilizara en un escrito un t¨¦rmino como constructo, las risas podr¨ªan o¨ªrse hasta en El Cabanyal, mientras que en la boquita de la Ciscar el asunto no hace sino prolongar las carcajadas. Como dir¨ªa el Dr. Pernochta (y desaf¨ªo a CCC a que diga de qu¨¦ es doctor ese personaje) lo peor del estulto no es que yerre, sino que yerra mal.

La frasecita

El art¨ªculo citado en el bloque anterior carecer¨ªa de toda importancia de no ser por una frasecita que se cuela, como el que no quiere la cosa, en medio de una farragosa explicaci¨®n que finge discrepar con el profesor Pau Rausell para justificar un ataque en toda regla contra la l¨ªnea de flotaci¨®n de la candidata Carmen Alborch. Se trata de una curiosa variante de la xenofobia que descalificar¨ªa a la candidata socialista en nombre de su no "pertenencia a la ciudad", un constructo precedido de otros como el que menciona las "gigantescas figuras impert¨¦rritas ante la masa" o el que apela a la "?responsabilidad ciudadana!" en favor de la todav¨ªa alcaldesa. No creo que Rita Barber¨¢ eche mano para sus adentros del elitismo provinciano a lo Ortega para calificar de masa a los ciudadanos que acuden a la masclet¨¤ en Fallas. Ah¨ª tambi¨¦n yerran los escribidores de la pobre Consuelo, resueltos a echar mano de un populismo de ocasi¨®n para acreditar pertinencias ciudadanas, por m¨¢s que Astroc se hunda en la Bolsa.

Yelstin Khan

Recuerdo las broncas con Ricardo Mu?oz Suay a prop¨®sito de Boris Yeltsin, unas broncas peligrosas porque al piquito de oro de Ricardo se un¨ªa el hecho de que por entonces era mi jefe en el Centre Dram¨¤tic de la Generalitat, aunque hay que decir que esas disputas ten¨ªan lugar en la sobremesa del almuerzo. Por entonces yo colaboraba en el madrile?o El Sol, que dirig¨ªa Manolo Colomina (?qu¨¦ se ha hecho de ese atildado personaje?), creo que por sugerencia del mismo Ricardo, y me despachaba a gusto contra las maneras de ese ruso paraviolento que humill¨® a Gorbachov y que no vacil¨® en mandar los tanques contra el Parlamento. La verdad es que Yeltsin no vacil¨® en casi nada, ni siquiera en su proverbial consumo de vodka y en su propensi¨®n a pellizcar el trasero de las secretarias, nunca el de Margaret Tatcher, faltar¨ªa m¨¢s. Se larg¨® dejando como heredero a Putin, siniestro guardaespaldas de James Bond.

Gamoneda

Tiene raz¨®n Antonio Gamoneda al decir que la penuria econ¨®mica de origen, la miseria en la infancia, es una experiencia atroz que ya jam¨¢s se olvida, porque convierte la vida del mundo en algo inalcanzable, y cualquiera que de ni?o no haya comido ni cenado m¨¢s que tres boniatos hervidos no har¨¢ otra cosa en su vida que preguntarse para siempre por su maldito lugar en este mundo. Gamoneda sali¨® de eso, o lo intent¨®, mediante la escritura, pero el hecho de que lo mencione en la recepci¨®n del Premio Cervantes indica la persistencia de una marca ciertamente indeleble, porque siempre se est¨¢ de m¨¢s. Por lo dem¨¢s, tengo para m¨ª que es poes¨ªa todo aquello que no puede leerse como prosa, y en ese sentido no ser¨ªa estrafalario mencionar el exceso de narratividad en Gamoneda como el intento irresuelto de aproximarse al relato de las carencias de su infancia, esa tenebrosa urdimbre afectiva.

?Qui¨¦n teme a TV3?

No se sabe todav¨ªa si las triqui?uelas de leguleyo impulsadas por la derecha valenciana conseguir¨¢n sellar los repetidores de TV3 en nuestra comunidad, pero algo huele a podrido en la trifulca de las licencias de frecuencias cuando a Jim¨¦nez Losantos se le conceden hasta cuatro de ellas para su liberticidio digital. ?A qui¨¦n molesta TV3? Al actual gobierno valenciano, sin duda, pero acaso tambi¨¦n a un sector de los, por as¨ª decir, profesionales de la televisi¨®n valenciana que pueden competir en todo excepto en criterios de calidad con la programaci¨®n de la cadena hermana. En retransmisiones deportivas, magacines o telediarios es que no hay color, y de ah¨ª la pregunta de muchos telespectadores: ?Realmente es tan dif¨ªcil hacer una buena televisi¨®n auton¨®mica? Pues, s¨ª, lo es.