Estaci¨®n a ninguna parte
El desacuerdo entre administraciones prolonga la ruina del apeadero de Murcia en Alicante
Bono Box suena en un peque?o transistor alimentado con una bater¨ªa de coche que encontraron en un contenedor. A media tarde, Miguel, Mai, Ernesto y Carmen conversan sin prisas en una sobremesa precedida por la comida y una siesta. Una gran tela cubre la entrada que separa "el sal¨®n", en el que han acumulado numerosos paquetes de boller¨ªa y algunos otros alimentos, de una habitaci¨®n contigua. Aseguran que viven de alguna manera "como una familia" y que comparten "lo poco" que tienen. Buscan el agua que precisan a diario en una fuente pr¨®xima al edificio y la iluminaci¨®n la resuelven con velas. "M¨¢s rom¨¢ntico", bromea Ernesto. Son cuatro de las cinco personas que ahora conviven en la primera planta de la antigua estaci¨®n de Murcia de Alicante, que dej¨® de funcionar para el transporte de pasajeros hace d¨¦cadas y que se encuentra en un grave estado de abandono a la espera de un proyecto para su rehabilitaci¨®n.
La estaci¨®n est¨¢ dentro del Plan de Edificios Protegidos del Ayuntamiento de Alicante, lo que garantiza la protecci¨®n de su fachada
Una enmienda a los presupuestos del Estado reserva 500.000 euros para el proyecto de rehabilitaci¨®n de la antigua estaci¨®n
La estaci¨®n de Murcia es la puerta de entrada a la ciudad de Alicante desde el sur y se encuentra a unos minutos andando del centro de la capital. Situada en primera l¨ªnea de la costa muy pr¨®xima al puerto de Alicante, los terrenos que la rodean est¨¢n sometidos a una fuerte presi¨®n urban¨ªstica. Desde hace a?os est¨¢ a la espera de destino. El edificio est¨¢ dentro del Plan Especial de Edificios Protegibles elaborado por el Ayuntamiento de Alicante, lo que implica que cualquier uso que se le quiera dar debe respetar la fachada y la estructura principal. Diversas fuentes consultadas explican que las distintas administraciones han tratado de cerrar desde hace a?os, sin ¨¦xito, un acuerdo sobre el uso de la zona, incluido el edificio. Entre la estaci¨®n y el puerto, de hecho, hay un mar de ra¨ªles en activo para el transporte de mercanc¨ªas y propiedad de Adif. Son, en total, 73.000 metros cuadrados. Sobre la mesa se puso la intenci¨®n del Consistorio, apoyada tambi¨¦n por el puerto de Alicante, de crear un acceso sur para la ciudad, lo que implicar¨ªa desplazar las v¨ªas de mercanc¨ªas hacia el interior del recinto portuario, ordenar la zona y buscar un uso para la antigua estaci¨®n. Tambi¨¦n se ha barajado desde el Ministerio de Fomento devolverle a la zona su utilidad inicial, desviando hasta all¨ª el tr¨¢nsito de los trenes de cercan¨ªas cuando se inicien las obras del tren de alta velocidad (AVE) en la ciudad de Alicante, una posibilidad que tambi¨¦n est¨¢ a¨²n por cerrar. Como sea, de momento, una enmienda a los Presupuestos Generales del Estado ha reservado una partida de 500.000 euros para elaborar un proyecto de rehabilitaci¨®n de la antigua estaci¨®n.
Mientras, los cuatro ocupantes del edificio parece que han hecho de la necesidad virtud. "Antes ¨¦ramos muchos m¨¢s, lo que pasa es que cada uno lleva su marcha", explican. Cada cual "tiene una rutina" diaria, pero "normalmente vamos al parque y aparcamos coches", puntualiza Ernesto. Les da para los gastos. Mai, que lleg¨® con su marido, ense?a algunas estancias de este "piso" improvisado. Asegura que su situaci¨®n "es cr¨ªtica" y que viv¨ªa en la calle, pero "para una mujer" es m¨¢s duro. Muestra la habitaci¨®n que ocupa, sobria y con pocas comodidades que ha personalizado con algunas fotos y recortes. Al fondo "la cocina", un espacio desarmado en el que es f¨¢cil detectar restos de una hoguera. "Si Dios est¨¢ con nosotros qui¨¦n puede estar en contra", puede leerse en una de sus paredes. Y en el tejado, ropa tendida. Los cuatro ocupan s¨®lo unas pocas habitaciones de este gran edificio en evidente estado de abandono y formado por un laberinto de estancias llenas de trastos viejos y de escombros al que puede accederse saltando por una de las ventanas de la vieja estaci¨®n de cercan¨ªas.
De su conversaci¨®n se desprende que prefieren ver la botella medio llena. De alguna forma creen que ahora tienen algo de suerte. Y al ser preguntados por dos sin techo que duermen en lo que en su d¨ªa fue el and¨¦n de la estaci¨®n, explican que uno de ellos, "Jaime" acepta su invitaci¨®n y "sube de vez en cuando". "Al otro lo damos por imposible. Es un chaval argelino al que le gusta estar solo". A esas horas, de hecho, uno de ellos duerme rodeado de bolsas, mantas y cartones en el and¨¦n derecho. A pocos metros, una "cama" vac¨ªa, un plato de D¨²ralex y varias cucharas, una sart¨¦n y varias botellas de agua de pl¨¢stico confirman al segundo inquilino, en ese momento ausente. La estaci¨®n est¨¢ tranquila y la luz se cuela a trav¨¦s de la uralita rota del techo. Pocos elementos recuerdan la solera que un d¨ªa tuvo este edificio. Apenas una placa en la pared de 1984 con la que el Ayuntamiento de Alicante conmemora el primer centenario de la estaci¨®n de cercan¨ªas. Y a su alrededor cientos de papeles, botellas, latas, alg¨²n bolso abandonado e incluso los restos de un jam¨®n.
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