El Cairo m¨¢s literario y despiadado
El escritor Alaa al Aswany rompe tab¨²es en la sociedad egipcia con 'El edificio Yacobi¨¢n'
Este hombre corpulento pero de maneras suaves y car¨¢cter extraordinariamente amistoso, que no encuentra la manera de hacer una pausa en la conversaci¨®n para salir a fumarse el tan deseado cigarrillo, ha provocado un terremoto literario y social en su pa¨ªs. Alaa al Aswany (El Cairo, 1957) es el autor de El edificio Yacobi¨¢n (editado en castellano por Maeva y en catal¨¢n por Edicions de 1984), una contundente novela (y un exitazo editorial) que ha sacudido la sociedad egipcia por su sincero retrato, en el que se rompen tab¨²es y se detalla sin tapujos la corrupci¨®n, el sexo, la represi¨®n policial, la miseria, el fanatismo y la hipocres¨ªa moral y religiosa. A trav¨¦s de las vidas de una serie de personajes que residen en un inmueble cairota -el edificio del t¨ªtulo-, unos en c¨®modos apartamentos burgueses y otros en viviendas lumpen en el tejado, Al Aswany disecciona el Egipto moderno y pone en evidencia sus males end¨¦micos. Su dibujo de El Cairo es sensacional y todo amante de la ciudad disfrutar¨¢ con su impagable descripci¨®n. "El Cairo es una ciudad muy literaria", dice el escritor. "Adem¨¢s, cuando una sociedad tiene problemas reales y graves y se halla en un momento delicado y convulso, usualmente es un muy buen marco narrativo. Rusia produjo algunas de sus m¨¢s grandes novelas en el periodo prerrevolucionario. El Cairo actual es tan buen escenario literario como aqu¨¦l".
"Me gusta la imagen de que el novelista es como el titiritero de un gui?ol; ha de permanecer siempre oculto, y si lo ves, se destruye el espect¨¢culo"
"La falta de democracia en Egipto es la enfermedad; corrupci¨®n, pobreza y fanatismo son las complicaciones de esa enfermedad"
La novela de Al Aswany, con m¨¢s de cien mil ejemplares vendidos y traducida a 19 idiomas, ha llegado al cine -en una costosa producci¨®n, para los egipcios, de tres millones de d¨®lares- y el a?o pasado se estren¨® en Egipto. "Marco distancias con la pel¨ªcula, que es buena y leal a la novela aunque con cierto aspecto de soap opera. Ha tenido gran ¨¦xito y tambi¨¦n ha provocado controversia, por parte del Gobierno, como siempre. Ha sido censurada en varios pa¨ªses ¨¢rabes, entre ellos T¨²nez". Entre los personajes del edificio figuran Zaki Bey, un hedonista alcoh¨®lico, cosmopolita y mujeriego que echa pestes de Nasser y la revoluci¨®n del 52 y suspira por los viejos tiempos del Club Gezira; Busayna Sayed, una joven dependienta desilusionada que se deja manosear por su jefe a cambio de unos billetes; el culto y homosexual Hatem Rachid, periodista que se dedica a depredar en los bares de alterne gay; Hagg Ezzam, corrupto empresario miembro del Parlamento por el partido en el poder involucrado en el tr¨¢fico de drogas, y Taha Shazli, el hijo del portero, que tras ver rechazado su ingreso en la polic¨ªa se hace militante isl¨¢mico radical, es detenido, torturado y violado y acaba de terrorista.
La mirada de Al Aswany, admirador de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez y del Cuarteto de Alejandr¨ªa, es a la vez implacable y tierna. Esa mirada, y la deslumbrante facilidad, digna de Taha Hussein, que tiene para describir a gente tan variopinta no son ajenos a la profesi¨®n de Al Aswany: dentista. "Es cierto", r¨ªe, "ayuda mucho a conocer a las personas, y adem¨¢s me permite ser independiente econ¨®micamente, algo vital para un escritor en Egipto; nunca he cobrado del Gobierno".
La visi¨®n que ofrece El edificio Yacobi¨¢n es dura y hasta s¨®rdida. "As¨ª es, pero muy a menudo en mi pa¨ªs la realidad no es agradable". Sorprende la agitada vida sexual de los personajes. "No s¨®lo en Egipto", r¨ªe el novelista, "la gente es as¨ª en todas partes, el sexo se usa para muchas cosas aparte del placer, es esencial para la gente y por tanto lo es tambi¨¦n para el novelista". Hombre, para serle sincero, cre¨ªamos que eran m¨¢s mojigatos: la religiosidad, el obligado decoro de las mujeres. "Eso es culpa de la mirada tur¨ªstica. Siempre hay una diferencia entre la imagen y la realidad en una dictadura. En una dictadura siempre se ofrece una imagen gris e hip¨®crita. S¨®lo en democracia puede mostrar la gente su imagen real. No es un problema del car¨¢cter egipcio, sino de las sociedades ¨¢rabes bajo dictaduras". Al Aswany utiliza con soltura la palabra dictadura. "?Le sorprende? Democracia no es un adjetivo como belleza para una mujer. La hay o no la hay. Existe un criterio muy determinado para decir si un r¨¦gimen es democr¨¢tico o no. Si hay elecciones libres, respeto a los derechos humanos, si no hay detenidos sin juicio... Aplique estas condiciones a Egipto y saque consecuencias". El autor admite que esa sorprendente franqueza le ha causado problemas en su pa¨ªs, "aunque m¨ªnimos, nada comparado con los de la gente que han sido detenidos y torturados".
Al Aswany considera que los males de Egipto son consecuencia de la falta de democracia. "Tengo una mirada m¨¦dica sobre eso: la falta de democracia es la enfermedad y lo otro, la corrupci¨®n, la pobreza, el fanatismo, son las complicaciones de esa enfermedad, resultado de decisiones equivocadas en el tratamiento. En mi novela, el personaje de Taha muestra c¨®mo alguien llega a terrorista: no nace sino que se crea a base de injusticias y humillaciones". La cruda forma en que describe las torturas y vejaciones del joven en comisar¨ªa -sodomizado diez veces- hace raro que las autoridades dejen tranquilo a Al Aswany. Por otro lado, a los fundamentalistas no les debe hacer gracia su mirada esc¨¦ptica de la poblaci¨®n egipcia (por no hablar del corrupto sheikh que trata de justificar un aborto con argumentos religiosos). "Creo que el problema me vendr¨¢ al final del Gobierno, no del fanatismo religioso, aunque mi ¨²ltima novela, Chicago, aparecida en Egipto en enero, me ha deparado insultos desde ese sector".
Sea como fuere, el novelista, que dice que no est¨¢ preocupado por su seguridad cuando se le recuerda el acuchillamiento de su admirado Naguib Mahfuz, subraya que el pueblo egipcio es m¨¢s tolerante de lo que parece. "Hemos convivido con todo tipo de gente y la historia nos ha hecho muy flexibles". El edificio Yacobi¨¢n, esa mezcla de 13 Rue del Percebe y Arriba y abajo en versi¨®n literaria y cairota, parece una met¨¢fora de la sociedad egipcia. "Puede verse as¨ª, pero no lo escrib¨ª pensando en ello. Cuando escribo novelas tengo claro que es eso lo que hago y cuando quiero hablar de pol¨ªtica escribo art¨ªculos. Mi motivaci¨®n era diferente en El edificio Yacobi¨¢n, dar vida a unos personajes y seguirles. Eso, claro, lleva a presentar defectos de la sociedad y la pol¨ªtica, pero no es el objetivo". Pese a que alg¨²n personaje, especialmente Zaki, expresa ideas muy parecidas a las suyas, Al Aswany subraya que no describe su opini¨®n en la novela. "Me gusta la imagen de que el novelista es como el titiritero de un gui?ol, ha de permanecer siempre oculto del p¨²blico y si lo ves se destruye el espect¨¢culo".
Babelia
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