Tarde de compensaci¨®n

?Por qu¨¦ Liria, que ha dejado arrobas de valor, emoci¨®n, torer¨ªa, y sus gotas de sangre por muchas arenas, sigue con la temporada a medio hacer a?o tras a?o? Cuando en Sevilla esperaba, arrodillado frente a toriles, al cuarto victorino, tuvimos la sensaci¨®n de que repasaba toda su vida; y de que se dijo: "No lo entiendo". Nosotros tampoco. Ayer pod¨ªa compensar su ¨²nica cita en San Isidro con los cuadris.

Euf¨®rico sali¨® su primero, con alegr¨ªa se entretuvo en darle al penco, con melancol¨ªa fue a las banderillas y presa de tristeza se tir¨® al suelo en el primer y ¨²ltimo muletazo. En el cuarto, al que Bernal prob¨® a picar en bastantes zonas del lomo, Liria, tras el dobl¨®n despacioso, abri¨® el comp¨¢s; le cal¨® la distancia y empez¨® a embarcarlo con buena mano, girando la tela, pero no exprimi¨® del todo la embestida del animal, que iba pronto y largo y ped¨ªa m¨¢s espacio que el de tablas. Le dio una buena estocada y cort¨® una oreja, que unos protestaron y un entusiasta recogi¨® e introdujo, una vez sacado el bollicao, en una bolsita de pl¨¢stico.

Ajuste de cuentas

Tambi¨¦n Marco ha derramado sangre. La ¨²ltima vez en este ruedo, el 6 de octubre de un oto?o luminoso que le sumi¨® en tinieblas durante meses cuando toreaba un pereda sin p¨²blico. Torero de plazas del norte, reciente triunfador al reaparecer, compensaba ayer su omisi¨®n en la feria. Cuando sali¨® el segundo arreciaba el viento norte haciendo pa?uelos los capotes. En las rayas del 7 llev¨® el toro un tanteo suave, y de all¨ª lo traslad¨® Marco al lugar de la cogida, donde le sac¨® dos naturales limpios, luego otros dos, el de pecho... en torero ajuste de cuentas consigo mismo. Sigui¨® una seria con la diestra, larga y emotiva, y un remate bajo mientras le daba la mirada del desquite. Se adorn¨® con gusto, y los aplausos sab¨ªan lo que hac¨ªan. Tras la media desprendida hubo cicater¨ªa de pa?uelos antes de la merecid¨ªsima vuelta. El quinto fue un mastodonte que bastante ten¨ªa con lo suyo.

Angelino. ?Qu¨¦ alegr¨ªa, un torero mexicano!, diestros que brillan por su ausencia en la isidrada. Recibi¨® en su alternativa un toro grande y trot¨®n, flojo y descastado, mientras crec¨ªa el parlachineo en los tendidos. Comenz¨® con la derecha, templando contra el viento, con ese ritmo suave, tan mexicano; y el toro, andando a la muleta, en otra cosa, con alg¨²n derrote final que se convirti¨® en costumbre. Igual ocurri¨® en el ¨²ltimo, que no hizo nada bueno. En el toro que echaron dio, dulces y templadas, las mejores ver¨®nicas de la tarde.