Un suced¨¢neo de debate

No creemos que haya sorprendido a nadie la negativa del PP a que se efect¨²en debates electorales en RTVV. Es muy propio de un partido y un l¨ªder, decimos del presidente Francisco Camps, que ha convertido las conferencias de prensa en una mera exhibici¨®n ret¨®rica sin que los informadores puedan hacer otra cosa que tomar nota de lo que muy a menudo es una arenga incuestionable y un tanto mayest¨¢tica. No se entiende por qu¨¦ se convoca a los periodistas para un tr¨¢mite que deber¨ªa resolverse enviando un simple comunicado oficial a las redacciones.

Ahora, y por imperativos electorales, los candidatos a la Generalitat de las principales fuerzas pol¨ªticas -y tambi¨¦n sucesivamente las de los cuatro grandes municipios del Pa¨ªs Valenciano- han de confrontarse en un plat¨® de la televisi¨®n auton¨®mica para opinar sobre asuntos de inter¨¦s general. Estas comparecencias, que comienzan a mediados del mes, deber¨ªamos describirlas como debates si realmente lo fuesen y no se limitasen a unas tandas de mon¨®logos tediosos a fuerza de ortop¨¦dicos y pautados. Cada compareciente suelta su recitado sobre el tema establecido, sin la menor oportunidad para la improvisaci¨®n ni la r¨¦plica de los oponentes. Nada que ver, pues, con un debate, contradictorio por definici¨®n y condicionado en buena parte por el acierto dial¨¦ctico de los protagonistas. Baste recordar el reciente duelo entre los candidatos presidenciales franceses, Nicol¨¢s Sarkozy y la socialista S¨¦gol¨¦ne Royal, tan definitorio de la respectiva actitud y propuestas, por no hablar de la expectaci¨®n suscitada.

El PP no quiere aventuras. Debe pensar que una mala velada la tiene cualquiera y que es m¨¢s seguro verbalizar ante las c¨¢maras un texto aprendido sin asumir los riesgos de un cuerpo a cuerpo ret¨®rico e imprevisible con los adversarios. Nada m¨¢s conservador ni tambi¨¦n m¨¢s aburrido, pero tal es el modelo que impone Canal 9 y el partido que lo gestiona, del que se dir¨ªa que se encuentra inc¨®modo compartiendo el plat¨® con sus cr¨ªticos y disput¨¢ndose el inter¨¦s de los televidentes. Consecuencia l¨®gica de tantos a?os de hegemon¨ªa y monopolio televisivo.

Como ya se adivina, el formato mencionado no es el que le conviene a la oposici¨®n ni tampoco a los telespectadores, sobre todo a cuantos no han decidido su voto ni est¨¢n familiarizados con el talante de los l¨ªderes. El PSPV y Comprom¨ªs pel Pa¨ªs han apostado por el debate abierto, sin otras limitaciones que las requeridas por la pertinencia de las intervenciones y la adecuada distribuci¨®n de los tiempos, lo que se consigue con un moderador imparcial y debidamente consensuado. Pero como asimismo era de prever han tropezado con una televisi¨®n de partido y cautiva. Si alg¨²n d¨ªa gobiernan ya saben Ignasi Pla y Gloria Marcos cual es una de las asignaturas pendientes de la cultura democr¨¢tica de esta sociedad: convertir RTVV en un espacio neutral que pueda amparar la discrepancia pol¨ªtica y c¨ªvica. De otro modo, ?a qu¨¦ llamamos pluralismo?

Resulta obvio que los estrategas electorales del PP tienen claro que no les conviene la pol¨¦mica que pudiera darle alas a la oposici¨®n. En realidad, a su entender no les conviene esa ni ninguna, teniendo como tienen a su disposici¨®n tan gran imperio medi¨¢tico y las tres o cuatro obsesiones -ideas fuerza del argumentario, dicen ellos- que articulan su campa?a por el voto. Sin embargo, eludiendo la confrontaci¨®n y sustituy¨¦ndola por estos suced¨¢neos que convierten al candidato en busto parlante o papagayo, prolongan la imagen de fragilidad que no ha podido sacudirse a¨²n su l¨ªder y molt honorable president. Un d¨¦ficit que persiste como un aura de grisura desde que tom¨® posesi¨®n del cargo y que podr¨ªa quiz¨¢ diluirse mediante el debate televisado y sin ataduras con quienes son sus m¨¢s directos competidores, la izquierda, en suma.

Vendr¨ªa a ser, adem¨¢s de novedosa, una suerte de rev¨¢lida pol¨ªtica y personal que contribuir¨ªa a desarmar el zaplanismo renuente que todav¨ªa late en el PP valenciano, entre otras cosas porque esa facci¨®n se siente desvalida de liderazgo. Desvalida y herida a la espera de una oportunidad que les redima. Pero esto ya ser¨ªa otra cr¨®nica: la de un resentimiento.