Mariano Fern¨¢ndez Bermejo. De izquierdas de toda la vida

Quienes le conocen de cerca desde que era un chiquillo debieron de quedarse perplejos cuando los oponentes pol¨ªticos de Mariano Fern¨¢ndez Bermejo (Arenas de San Pedro, ?vila, 1948) recibieron al actual ministro de Justicia del Gobierno de Zapatero como si fuera un peligro p¨²blico. Le llamaron de todo, y ¨¦l aguant¨® el chaparr¨®n con una tranquilidad que en ¨¦l no ha extra?ado. Tuvo la sangre fr¨ªa de afrontar las amenazas fascistas en los estertores de la dictadura franquista, cuando era un joven fiscal y puso en evidencia las torturas asesinas del comisario Matute en Tenerife; fue perseguido por ello, y eso le curti¨®, hasta ahora. En la ¨¦poca en que gobernaba Aznar en Espa?a le desposeyeron de algunos de los ascensos administrativos a los que le daba derecho su larga carrera fiscal, se enfrent¨® en los tribunales al ministro de la ¨¦poca, Jos¨¦ Mar¨ªa Michavilla, y aunque perdi¨® en la jurisprudencia gan¨® en la experiencia de sus propias batallas. Una vez alzado a la categor¨ªa ministerial, ese nuevo lance de su biograf¨ªa le sirvi¨® para que el Partido Popular y ese ex ministro se hicieran presentes en el Parlamento para gritarle desde el patio de los esca?os, y desde las tribunas, que era un impresentable. ?l se lo tom¨® como se tom¨® acusaciones anteriores, entre ellas la de que es un agitador de izquierdas ("es que soy de izquierdas de toda la vida") que no se merece el sitio en el que est¨¢. ?l respondi¨®, en el propio hemiciclo, con una sonrisa que es muy com¨²n entre los que hablan midiendo lo que dicen: con un ojo quieren y con otro escrutan, y con esa sonrisa lo dijo: "Gracias por tan cordial recibimiento". Deshizo el hielo, y le puso a la sesi¨®n el tono que irritar¨ªa a¨²n m¨¢s a sus adversarios, a los que de vez en cuando, desde entonces, les ha dicho lo mismo, m¨¢s o menos esto: "Pero si yo les quiero, ya lo ver¨¢n". Bromas aparte, es un hombre firme, con una ideolog¨ªa (de izquierdas) bien asentada, y su trayectoria, fiscal, personal, pol¨ªtica, es la de un tipo honesto que habla con la sensatez de aquellos a los que la vida hizo madurar antes de tiempo. Han hecho mal, piensan algunos, en demonizarlo tanto, porque ahora pueden ver que es un t¨ªo bueno, de veras, nadie puede ser tan malo como dicen, y ¨¦l desde luego tendr¨¢ malicia, c¨®mo no, pero no tiene maldad. No la tiene, es incapaz. En persona es un hombre pulcro, cuida su barba con el esmero de los que un d¨ªa la tuvieron como bandera de una actitud, y usa camisas bien planchadas en las que aparecen las iniciales de su nombre como para que ¨¦l no se las olvide en ning¨²n viaje, o para saber que se llama MFB. Los que le conocen de cerca, y se asombraron de tanto insulto como le acogi¨®, le llaman Mariano, y los que a¨²n no le conocen del todo le llaman Bermejo. Mariano Fern¨¢ndez Bermejo se ve a s¨ª mismo como un futbolista que un d¨ªa tuvo que optar por la justicia, aunque en su alma ha vivido siempre un extremo izquierda. ?O era un interior derecha? Esta entrevista fue hecha en el Ministerio de Justicia, cuando a¨²n los temporales que fueron la escenograf¨ªa de su estreno no se hab¨ªan diluido. Nadie le interrumpi¨®, y ¨¦l no pidi¨® en ning¨²n caso que apag¨¢ramos el magnet¨®fono para decir confidencias que no deben salir a la luz. Eso lo agradece el periodista, porque permite que el p¨²blico acceda a todo lo que se dijo.

"Mi abuela me dec¨ªa: 'T¨² eres un abogado de pleitos pobres'. Ya de peque?o eso estaba en el fondo de mi ser y ella lo vio"

"Quise ser futbolista, y creo que era bueno. Fui juvenil del Atl¨¦tico y estuve a prueba uno o dos meses en el Madrid"

"Me siento cautivado por la bondad. Me gusta la gente de la que te puedes fiar. Eso lo admiro por encima de todo"

Le veo mejor que cuando lo nombraron. Menuda tormenta.

Se van pasando los v¨¦rtigos. A pesar de la edad y de la experiencia, siempre se crean agujeros ante situaciones nuevas. Pero los vas superando; a veces se salen de madre algunas cosas, pero el tiempo las relaja.

?Es lo que m¨¢s v¨¦rtigo le ha dado, esa acogida?

Es una situaci¨®n compleja, que tiene un calado que, qu¨¦ duda cabe, afecta. Se sabe que se va a proyectar en un tiempo, pero ya estoy acotando, puntualizando. Pasar¨¢.

Como pas¨® aquel asunto de Tenerife; usted tendr¨ªa 23 a?os, y decide enfrentarse al poder establecido, denunciar a un comisario franquista...

Hemos tenido muchas situaciones complicadas en la vida, desde que tiernamente te enfrentas al futuro: ?f¨²tbol o qu¨¦? Y decides apostar por un camino que no sabes ad¨®nde te conduce, el camino del derecho, y te enfrentas a un tribunal, todo a una carta. ?Y lo de Tenerife? Pues lo mismo: tienes acaso la fuerza del ignorante, y esa edad, 23, 24 a?os. Eso ayuda a ver las cosas de otra manera. Ha habido momentos profesionales de una gran intensidad dram¨¢tica. He hablado con un amigo de Tenerife, un magistrado, que entonces estuvo muy al tanto de todo; ¨¦l ya tiene m¨¢s de ochenta a?os, y yo tengo 34 m¨¢s de los que ten¨ªa entonces. En un instante m¨¢gico hemos revivido todo aquello.

?C¨®mo lo han evocado?

?l recordaba el miedo que le dio que un coche aparcado en las inmediaciones de la comisar¨ªa saltara por los aires; yo evocaba el momento en que dorm¨ªa con una escopeta cargada al lado de la cama, con la cuna de mi hija al otro lado, y con la convicci¨®n de que en cualquier momento yo pod¨ªa morir. Las amenazas estaban ah¨ª, el momento era tens¨ªsimo. Hubo otros despu¨¦s, pero como ¨¦se no ha habido ninguno m¨¢s.

El momento m¨¢s peligroso.

Es un momento dif¨ªcil de explicar para el que no lo haya vivido? Habr¨ªa que enmarcarlo en las circunstancias pol¨ªticas y sociol¨®gicas en que se vivi¨®. Aquella Brigada Pol¨ªtico-Social que dirig¨ªa el comisario Matute hace lo que comienza a hacer, las torturas contra los detenidos, en el momento en que se empieza a conocer que el General se est¨¢ muriendo; est¨¢n intentando, con otros, que nada cambie, que nadie se mueva, y apoyan esa situaci¨®n con detenciones, interrogatorios brutales, tortura, y llegan hasta la muerte. Que le pregunten a tu colega Julio Trujillo, que fue la v¨ªctima del primer proceso de este tipo, comandado tambi¨¦n por Matute... Trujillo tuvo la ventaja de sangrar por un ri?¨®n mientras le torturaban, y le tuvieron que ingresar en un hospital.

El otro detenido, Antonio Gonz¨¢lez, un l¨ªder sindical, no tuvo tanta suerte... Le torturaron hasta la muerte. Usted impidi¨® que el asunto pasara inadvertido. Mucha gente no lo recuerda.

Fueron ocho o diez d¨ªas de v¨¦rtigo, para m¨ª, como investigador, y para un enorme juez, que supo cu¨¢l era su misi¨®n desde el primer momento, y la supo cumplir. El joven fiscal que era yo no sab¨ªa cu¨¢les eran los l¨ªmites, porque no hab¨ªa l¨ªmites. El gobernador civil quiso construir un muro de silencio, y nosotros fuimos hasta all¨ª, hasta la comisar¨ªa, y pretendimos romper el muro de silencio. El forense era extraordinario, fue capaz de leer por dentro la autopsia, fue explicando los mecanismos de tortura, hasta d¨®nde llegaron. Y descart¨® la hip¨®tesis de que lo hubiera atropellado el coche cuando decidi¨® huir, esposado, del autom¨®vil que lo transportaba. Era mentira. Un m¨¦dico de urgencias ayud¨® a desanudar la trama que hab¨ªan urdido: atendi¨® al detenido en un pasillo de los calabozos, al lado del despacho del comisario, pudo certificar el alcance de las torturas... Hubo declaraciones de much¨ªsima gente, de un suboficial que no se quiere comer el marr¨®n y explica por qu¨¦ al detenido lo trataron en el pasillo. La versi¨®n oficial dec¨ªa que lo llevaban en autom¨®vil en busca de supuestos explosivos, y que hab¨ªa saltado con el coche en marcha, lo que le provoc¨® la muerte. Mentira.

Usted la desmont¨®.

Gracias a mucha gente, y a una prueba en la que cont¨¦ con muchos colaboradores. Llamamos al conductor que te¨®ricamente llevaba el Peugeot 504 cuando se produjo el llamado accidente. El juez se sent¨® en el asiento delantero, e iba atr¨¢s, esposado, como lo hab¨ªa estado Antonio. Y fuimos tejiendo una red de sospechas que desembocaron en la reconstrucci¨®n f¨ªsica de lo que hab¨ªa sucedido. Era imposible que el detenido, esposado, hubiera abierto los seguros y se hubiera lanzado a la calle, y eso ah¨ª qued¨® de manifiesto, porque me pas¨® a m¨ª, que lo m¨¢ximo que podr¨ªa suceder es que te cayeras de cabeza. Hip¨®tesis descartada, y el comisario queda en evidencia.

?Pas¨® miedo?

S¨ª, mucho. Y yo no s¨¦ si esto se debe contar o no. A m¨ª me dieron una pistola.

Por si acaso.

Hab¨ªa amenazas, muchas.

Matute.

Tuve noticias de que hab¨ªa rondado mi casa...

Era un pa¨ªs en descomposici¨®n, que permit¨ªa a la polic¨ªa cualquier desm¨¢n...

Eso me permiti¨® entrar en contacto con la realidad pol¨ªtica, que yo cre¨ªa conocer bien, aunque todav¨ªa no la hab¨ªa visto de cerca. Cuando uno ve lo que un poder descontrolado hace para sobrevivir toma nota y ya se da cuenta del valor que tienen la libertad y la vida. Matute se fue a Venezuela, pero seguimos la investigaci¨®n y conseguimos una orden de procesamiento. Volvi¨® a Madrid, y estuvo en una especie de prisi¨®n atenuada, ?en los bajos de la Puerta del Sol! Desde el poder se estaban haciendo cosas para que el sumario no llegara a puerto, se presion¨® a la fiscal¨ªa, a los tribunales militares, de manera sutil o de manera grosera. Vi una actitud del poder pol¨ªtico que no se paraba ante nada, y ganaron tiempo para que la ley de Amnist¨ªa de 1977 abarcara este supuesto, y efectivamente lo abarc¨®.

?Lo vio luego?

No, no lo vi, pero luego se dio la casualidad de que un hermano suyo trabajara en la misma empresa que mi suegro. Una persona encantadora? Pero aquel episodio supuso un despertar para m¨ª, una entrada brutal en los entresijos corrompidos del Estado. Fue un aterrizaje sin paraca¨ªdas, y me puso muy claras muchas cosas.

?Es lo m¨¢s simb¨®lico que le pas¨® como fiscal?

Por su intensidad, s¨ª. Luego la vida fue por derroteros m¨¢s constructivos; sacas conclusiones maduras sobre el trabajo de la fiscal¨ªa, y te das cuenta de lo que significa la justicia en un poder descontrolado. Generas la idea de que la justicia es un contrapoder, que la igualdad es una meta a conseguir, y t¨² te pones al servicio de esa meta, y empiezas a trabajar en los temas de menores, de mujeres... Y piensas que debe haber una discriminaci¨®n positiva para luchar contra los desequilibrios presentes en la sociedad. Y hac¨ªa todo esto, me preocupaba de todo para estar en paz con la conciencia profesional y civil que se me hab¨ªa impuesto...

Fue una vocaci¨®n, usted quiso ser fiscal.

Siempre quise ser un hombre de la justicia, y la primera forma de hacer aquello realidad era ser juez. Seguramente porque desde fuera la imagen que define la justicia con mayor nitidez es la imagen del juez. Y yo empec¨¦ a estudiar queriendo ser juez.

?Por qu¨¦ uno quiere ser juez?

Mi abuela era muy inteligente, no ten¨ªa gran cultura; le ayudaba a mi abuelo, el abuelo Bermejo, el represaliado por Franco, a llevar el colegio, donde ten¨ªa treinta ni?os internos. En aquel ambiente, de peque?o yo hac¨ªa siempre de intermediario, defend¨ªa los derechos de los ni?os a dar un paseo si no les dejaban pasear. Mi abuela me dec¨ªa: "?T¨² eres un abogado de pleitos pobres!". Ten¨ªa nueve o diez a?os, y ya eso estaba en el fondo de mi ser, ella lo vio.

Pedir justicia.

Y darla. Descubr¨ª muy pronto que demandar justicia era una hermosa actividad. Yo quer¨ªa estudiar humanidades, aunque mi mente era apta para la l¨®gica matem¨¢tica, y mi abuelo era un gran matem¨¢tico, pero yo era incompatible con ¨¦l. Y a las humanidades le a?ad¨ª el deporte, porque nuestro colegio era un ejemplo en vida deportiva.

Juez o fiscal.

Eso lo tuve que dilucidar en el primer ejercicio. Cuando vi las plazas que hab¨ªa, le pregunt¨¦ a mi preparador c¨®mo lo ve¨ªa. "T¨² abogas bien". Y me fui por la carrera fiscal. Y yo creo que soy lo que dec¨ªa mi abuela: un abogado de pleitos pobres, consciente de que hay que buscar equilibrios, limar las asperezas de la ley, que no recaiga el peso siempre sobre los mismos, y eso es lo que he hecho yo, siempre sabiendo que los molinos no son gigantes.

Debe de ser complicado juzgar.

Creo que s¨ª. Yo soy un hombre de decisi¨®n, pero siempre vi muy complicada la tarea de juzgar. Se cuenta como an¨¦cdota, pero es muy ilustrativo de la justicia de la ¨¦poca ese lapsus, o no tan lapsus, del presidente de la Audiencia de Sevilla que en tiempos de Franco dijo desde el tribunal: "Que pase el condenado"... En aquel entonces, las pruebas no serv¨ªan, y resultaban in¨²tiles las protestas de inocencia... El fiscal ten¨ªa muy poco margen de maniobra en aquella ¨¦poca, y si pon¨ªas en cuesti¨®n el sistema te se?alaban con el dedo...

Dice que su abuelo materno hab¨ªa sido represaliado por Franco...

Era un republicano. Tuve un t¨ªo abuelo que fue alcalde durante un tiempo, pero jam¨¢s se quiso poner la camisa azul; una t¨ªa abuela fue la jefa de la CEDA, todo un car¨¢cter. Era una familia normal: hab¨ªa de todo, como ocurre adem¨¢s en este tipo de conflictos. Defend¨ªan a mi abuelo porque sab¨ªan que ven¨ªan falangistas de ?vila a por ¨¦l, en los albores de la Guerra Civil. Lo metieron en la c¨¢rcel, pero salv¨® el pellejo, y volvi¨® al colegio que ten¨ªa. El hijo mayor se fue voluntario a la guerra, a las tropas de Franco. Y, claro, eso es muy duro, se va voluntario al ej¨¦rcito que est¨¢ reprimiendo a su padre. Este hijo muere en un accidente, ya acabada la guerra. Esto mi abuelo no lo superar¨ªa jam¨¢s. Y su vida la dedica a la ense?anza y a la lectura.

?Y c¨®mo era su di¨¢logo con ¨¦l?

Muy dif¨ªcil en los primeros momentos. Era muy buen profesor de matem¨¢ticas. Pero conmigo nunca funcionaron sus m¨¦todos. Me iban m¨¢s el lat¨ªn y el griego, me sent¨ªa m¨¢s relajado. Pero fuera de la relaci¨®n digamos profesional, de profesor a alumno, la relaci¨®n fue mucho mejor.

La guerra, qu¨¦ cosas hizo.

No sali¨® nadie indemne de aquello; debi¨® de ser brutal el trauma que dej¨® la guerra... Nac¨ª en 1948, estoy fuera de la ¨®rbita de aquel desastre. Pero la posguerra fue muy larga en este pa¨ªs, sobre todo en los pueblos; la viv¨ª en un ambiente familiar muy bueno, la m¨ªa es una familia muy unida, unos padres fant¨¢sticos. Mi madre vive a¨²n, y mi padre muri¨® hace relativamente poco. A mi padre lo he querido por encima de muchas cosas.

?Qu¨¦ era su padre?

Era maestro, hijo ¨²nico de una familia del campo castellano. Le pill¨® muy joven la guerra. Fue un hombre con un contenido social tremendo, que transmiti¨® a toda la familia. ?l ten¨ªa el componente joseantoniano de la ¨¦poca, hab¨ªa que pensar qu¨¦ era en aquel momento Falange en un pueblo. Era el maestro del pueblo cuando unos primos lo contrataron para gestionar una f¨¢brica de maderas. Se cas¨® con mi madre y ya era un empresario que pone el concepto de honradez por encima de todo, y el concepto de la unidad familiar en un primer plano. Un matrimonio muy enamorado, con seis hijos. Hizo un gran esfuerzo para ir a Madrid, quer¨ªa que sus hijos estudiaran.

?Habl¨® con su padre sobre lo que le llev¨® a abrazar la fe falangista?

S¨¦ que con dieciocho o diecinueve a?os entonces le tocaba hacer eso.

Lo han usado contra usted ahora. ?Le afecta?

No me puede afectar. Yo tengo claro cu¨¢l es el juego, cu¨¢l es el conjunto de mis creencias, de mis sentimientos, y mis v¨ªnculos sentimentales est¨¢n fuera del alcance de todo el mundo. Cuando oigo este tipo de cosas me entran por un o¨ªdo y me salen por el otro.

Usted quer¨ªa ser futbolista, m¨²sico... ?Y cu¨¢ndo se dio cuenta de que la vida iba en serio?

Tard¨¦ en darme cuenta. Y en un pueblo, en los a?os cincuenta y sesenta, era f¨¢cil darse cuenta de cu¨¢l era la seriedad de la vida. Pero en aquellos momentos tan duros, los padres procuraban mantener la inocencia de los hijos e intentaban crear el entorno adecuado para que un ni?o disfrutara y no percibiera la gravedad de la existencia hasta muy tarde; te intentaban blindar. Lo que estaba fuera era dur¨ªsimo: las heridas de la Guerra Civil, una Espa?a aislada, una Espa?a con un horizonte muy complicado? Yo creo que los padres hac¨ªan un esfuerzo sobrehumano para proteger, y en aquellos pueblos tan alejados el esfuerzo ten¨ªa ¨¦xito. La calle era para los ni?os, el pueblo era un entorno donde nunca ocurr¨ªa nada; se percib¨ªa tan s¨®lo el contacto con la naturaleza, y viv¨ªamos bien. Era emocionante ver c¨®mo la primavera significaba el principio del remanso del r¨ªo... Empec¨¦ a pescar muy temprano. Y luego ven¨ªan los p¨¢jaros, el gorri¨®n de entonces, no el gorri¨®n de ahora. Est¨¢bamos muy atentos a la migraci¨®n de los p¨¢jaros: si se ca¨ªa un nido era una tragedia, est¨¢bamos pendientes de los lagartos. ?Los insecticidas han hecho que muchas cosas que antes estaban en la naturaleza se fueran al carajo!

?Era un mundo feliz?

S¨ª. El mundo de la infancia era un mundo feliz, con altibajos; y esos altibajos est¨¢n muy presentes, los recuerdas muy bien, son desgracias: despu¨¦s de una lluvia de quince d¨ªas, est¨¢s jugando, una piedra se cae y un ni?o muere. Acto brutal. Un chaval de siete a?os. Es mi primer contacto con la muerte.

?Qu¨¦ sentimientos produce rememorarlo?

Siempre noto un latigazo en las cervicales.

Usted quiso ser futbolista.

?Lo fui! Y creo que era bueno. Hay dos momentos cruciales; cuando fui juvenil del Atl¨¦tico de Madrid; ten¨ªa dieciocho a?os, me cedieron a un equipo regional, para que me fogueara, y ah¨ª recibo una se?al: no debo de ser tan bueno cuando me ceden. Y me reincorpor¨¦ al equipo de mi pueblo; est¨¢bamos en lo m¨¢s bajo, en tercera regional, pero lo fuimos subiendo, hasta primera. Ya alternaba con la m¨²sica, de modo que no tengo mucho entrenamiento. Y hay otro episodio muy importante: creo que sucede en Talavera de la Reina, juega el Real Madrid, no s¨¦ de qu¨¦ categor¨ªa, si A, B, C o D, yo jugaba en el Arenas, y me llama un entrenador para probar en la Ciudad Deportiva del Madrid. Ya estoy opositando, tengo 21 a?os, he acabado la carrera, y me paso un mes o dos en la Ciudad Deportiva, a prueba. Y me dijeron: "?Quieres ir al Toledo?". El Toledo estaba entonces en Tercera Divisi¨®n. ?Otra vez cedido! La oferta no era tan mala, pagaban 150.000 pesetas al a?o, pero hab¨ªa que ir cada dos d¨ªas, a entrenar. No debo de ser tan bueno cuando el Madrid no me quiere, me dije. Y no fui.

Autocr¨ªtica.

Exigencia.

?Se mantiene as¨ª?

No creo que sea una virtud, pero s¨ª, sigo siendo muy exigente. Nunca me quedo a gusto. Y eso empez¨® con el f¨²tbol. ?No me quedaba contento ni con eso que llaman...

... un 'hat trick' [tres goles en un solo partido]...

... ?ni con eso me quedaba contento!

?Y de qu¨¦ jugaba, por cierto?

Empec¨¦ jugando de extremo derecho, en el Atl¨¦tico de Madrid, y acab¨¦ siendo un delantero centro m¨¢s que aceptable. Pero puedo adaptarme a cualquier posici¨®n; incluso llegu¨¦ a jugar de portero una temporada. He sido tambi¨¦n un defensa central m¨¢s que bueno. Pero mi gran ilusi¨®n fue ser delantero centro.

?Y en un Gobierno? ?Estar¨ªa en cualquier demarcaci¨®n?

No creo. Necesito mucha reflexi¨®n para hacer lo que hago. Yo s¨®lo me siento a gusto cuando conozco bien el terreno que piso, cuando tengo algo que aportar. No me siento c¨®modo reci¨¦n llegado a cualquier sitio; necesito ubicarme para sentirme bien.

?Cu¨¢l era su ¨ªdolo?

?dolos he tenido muchos. De los que recuerdo de la infancia m¨¢s remota, Ga¨ªnza, del Athletic de Bilbao. Me gust¨® mucho G¨¢rate, del Atl¨¦tico de Madrid. Ten¨ªa una elegancia, un se?or¨ªo. Y me encant¨® Ufarte, con su cintura imposible y los quiebros hacia dentro. Me maravill¨® Santillana, yo quer¨ªa hacer esos saltos que daba ¨¦l. Cada uno con su peculiaridad, han sido jugadores que si los junt¨¢ramos hoy a lo mejor tendr¨ªamos un conjunto maravilloso.

?Y ahora qu¨¦ futbolistas hay?

Ahora me cuesta m¨¢s trabajo admirar, porque el f¨²tbol ha cambiado mucho, es m¨¢s dif¨ªcil. Ahora hay m¨¢s equipos que nunca, as¨ª que son m¨¢s dif¨ªciles de encontrar las individualidades. Me ha gustado mucho la casta de Ra¨²l, es un jugador muy valioso por su versatilidad y por su car¨¢cter. En este momento me parece que no hay jugadores que est¨¢n muy por encima de los dem¨¢s, si exceptuamos a Ronaldinho o lo que apunta Messi.

?Le cuesta admirar tambi¨¦n en otros terrenos de la vida? ?Qu¨¦ admira de la gente?

Sobre todo la hombr¨ªa de bien; me siento cautivado por la bondad; a m¨ª me gusta la gente de la que te puedes fiar. Eso lo admiro por encima de todo. Yo soy un cazador irredento, voy a cazar con mucha gente con la que comparto muchas cosas: el amor a la naturaleza, al campo, a la caza. Y mantengo intacta la relaci¨®n con aquel grupo de m¨²sica joven. Comimos hace poco con nuestras mujeres. Todos m¨¢s viejos, m¨¢s calvos, con el pelo m¨¢s blanco. Pero ah¨ª est¨¢ la amistad. Intacta.

Y ha cantado mucho.

Canto mucho, no doy el cante. Tengo guitarra en casa, pero ¨²ltimamente aporreo m¨¢s el piano que tenemos. Toco de o¨ªdo, y el piano me permite grandes c¨¢nticos. Puedo cantar una isa y me defiendo con la fol¨ªa. Yo fui a Tenerife en 1974, y aqu¨¦l era el momento m¨¢s brillante de Los Sabande?os. Y bordaban, y bordan, esos ritmos tan canarios.

Una vez estuve aqu¨ª mismo, entrevistando a su antecesor Juan Fernando L¨®pez Aguilar. Sac¨® su guitarra y toc¨® y cant¨® 'Aquellas peque?as cosas', de Serrat...

Mi antecesor se acompa?a bastante bien de la guitarra y canta razonablemente bien.

?Y qu¨¦ canta usted? ?Cu¨¢l es la canci¨®n que ha dominado su vida?

No hay una canci¨®n que haya dominado mi vida. Hay un tipo de canci¨®n: la canci¨®n latinoamericana de los sesenta y setenta. ?Me ha emocionado la balada, pero form¨¦ un grupo de rock!

?Qu¨¦ es la m¨²sica para usted?

Es una compa?¨ªa que no falla. El que sabe tocar un instrumento nunca est¨¢ solo. Siempre se lo he dicho a mi hija: "Aprende m¨²sica". He echado de menos aprender m¨²sica, pero siempre fui muy vago para eso. ?El que toca m¨²sica no est¨¢ solo en el mundo!

?Le ha servido la m¨²sica para este tiempo de su vida?

Me ha servido siempre. Te libera de cosas, te relaja.

A los que le conocen les extra?¨® que usted fuera recibido por sus adversarios, como ministro, con tanta violencia. ?Le extra?¨® a usted?

No.

?Se lo esperaba?

S¨ª, pero quiz¨¢ no me esperaba tanta violencia.

?Por qu¨¦?

Porque el clima pol¨ªtico es el que es, y hay una estrategia de crispaci¨®n del Partido Popular. Pero es muy importante proclamar que no es de todo el Partido Popular. Es un gran partido con mucha gente dentro como para que podamos generalizar y frivolizar. Hay algunos que est¨¢n a la desesperada porque ven que se les va la hora.

?Est¨¢ preocupado por este clima?

S¨ª, y me preocupa la equidistancia con la que muchos afrontan esta realidad. Me duele cuando se argumenta en plural: "Los dos grandes partidos no se ponen de acuerdo?". Es injusto, porque est¨¢ claro que esos que instigan este clima se han propuesto la confrontaci¨®n desde el primer d¨ªa.

?Cree que su enfrentamiento anterior con el PP ha atizado estos signos de venganza ahora, cuando le han nombrado?

Yo prefiero decir que tratan de pasarme una factura, no hablar¨ªa de venganza. Quer¨ªan arreglar cuentas conmigo. Siempre me he preguntado que si era tan malo, c¨®mo me aguantaron ocho a?os como fiscal. No les gustaba, eso est¨¢ claro.

?C¨®mo le ha cambiado este puesto?

Dentro de un a?o me har¨¦ esa reflexi¨®n. La perspectiva que tengo ahora es escasa. De momento es un cambio brutal, he perdido la libertad de movimientos. Por otro lado, estoy viviendo una bonita experiencia, alguna emocionante, todas raras. Una sensaci¨®n de v¨¦rtigo.

Es curioso, empezamos la conversaci¨®n con esa palabra.

Y con ella terminamos. V¨¦rtigo.