"Demasiadas ilusiones que se estrellan", dice Encabo
"Son demasiadas ilusiones las que se estrellan contra un muro". As¨ª se sent¨ªa un torero, Luis Miguel Encabo, nada m¨¢s acabar de matar un toro que se ha acostado en plena faena y con el que tampoco ha encontrado mucho acoplamiento durante el tiempo que ha estado de pie. El hombre estaba cabizbajo, con el des¨¢nimo marcado en el rostro. No parec¨ªa el torero batallador que sol¨ªa crecerse en Madrid. "Le ped¨ª el cambio al alguacilillo, pero no me hac¨ªa caso", se lamentaba para explicar la flojera del toro hasta caerse. Tampoco en el primero dio se?ales de plenitud. Una tarde tristona para un torero que sorprendi¨® por su falta de confianza. "El toro habr¨ªa servido para otra plaza, pero no para Madrid", coment¨® Encabo para los micr¨®fonos de Digital +. En los tendidos, alguien coment¨® que quiz¨¢ este Encabo tampoco estaba para el desempe?o en Las Ventas.
Tampoco hubo mucho entusiasmo con Antonio Ferrera. Pero, al menos, tuvo el oficio para salir del pase en una tarde t¨ªpica de la apertura de San Isidro. Fue una jornada sin chispa, en medio de una expectaci¨®n enorme. Las noticias de Sevilla, donde casi cada tarde hubo un festival de orejas, han generado una expectaci¨®n casi ilimitada. Pero en Las Ventas todo fue como de costumbre: la feria arranca a paso lento.Lo m¨¢s notable de Ferrera fue el par que coloc¨® despu¨¦s de quebrar por los adentros. Un par vibrante, lleno de emoci¨®n. La gente quer¨ªa emociones fuertes y aquello fue lo m¨¢s parecido a su deseo. Ferrera habl¨® del momento: "No le recomiendo a nadie que lo haga". Y con raz¨®n, pero de eso se trata en los toros. Ferrera consideraba que se hab¨ªa jugado la vida en todo momento y se fue con la tranquilidad de haberlo dado todo, a la espera de su pr¨®ximo compromiso con los Adolfos.
Detalles
En otros cuarteles se observaba bastante m¨¢s satisfacci¨®n. No hab¨ªa sido la tarde de su vida, pero Fernando Cruz estuvo por encima de sus compa?eros de terna. A ¨¦l correspondieron los pocos detalles que se festejaron en la plaza. Nada excepcional, quiz¨¢, pero el p¨²blico necesitaba alguna alegr¨ªa. "He apostado, le he dejado al toro la muleta abajo para que fuera sometido", manifest¨®. La apuesta tuvo sentido.
Los aficionados valoraron el trabajo de Cruz. Estuvo por encima del primer toro, parec¨ªa en condiciones de hacer una faena m¨¢s que interesante, estaba a punto de... Pero no. "El desarme me ha descentrado. La cosa pod¨ªa haber tomado mayor vuelo", se quej¨®. Y era cierto. A partir del desarme, Cruz no fue el mismo. En la lidia funcionan muchos factores, casi todos imprevistos, muchos de ellos relacionados con la sensibilidad de los toreros y su respuesta a los momentos delicados. Cruz parec¨ªa en condiciones de hacer algo sobresaliente, pero le desarmaron y se qued¨® en un aprobado.
Babelia
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