La derecha al poder
Nadie discute ya que Francia quer¨ªa un cambio, no un simple maquillaje para que todo siguiera igual, sino un cambio radical, una ruptura con un pasado de inmovilismo pol¨ªtico y de cors¨¦s asfixiantes en lo econ¨®mico que han detenido su desarrollo a lo largo de los ¨²ltimos 25 a?os hasta el punto de que la quinta econom¨ªa del mundo ha descendido, en PIB por habitante, del puesto cinco al decimosexto, mientras su tasa de crecimiento anual es superada por todos los pa¨ªses de la UE, con excepci¨®n de Portugal, y su nivel de desempleo sigue clavado a?o tras a?o en el 8,5%. La France qui tombe, tan magistralmente descrita por Nicolas Beverez en su libro del mismo t¨ªtulo, se sublev¨® el pasado domingo ante esa ca¨ªda prolongada y decidi¨® encomendar los destinos de la Rep¨²blica durante los pr¨®ximos cinco a?os al candidato que para los ciudadanos mejor representaba esa ansia de cambio y renovaci¨®n. El mandato concedido por los franceses a Nicolas Sarkozy, en unas elecciones con cerca del 85% de participaci¨®n, es claro y contundente. Dos millones de votos de ventaja sobre la socialista S¨¦gol¨¨ne Royal es una ventaja lo suficientemente significativa para que el candidato de la derecha pueda llevar a cabo su programa sin ning¨²n complejo de inferioridad.
Desde su perspectiva de la izquierda, Royal podr¨ªa haber encarnado el cambio. Su debut en la campa?a fue arrollador, despu¨¦s de su triunfo sobre los barones socialistas. Su programa inicial de liberalizaci¨®n de la econom¨ªa siguiendo las pautas marcadas por Tony Blair en el Reino Unido y su promesa de mano dura con los delincuentes cayeron bien, incluso en sectores no socialistas. Pero, los ataques del ala izquierda de su partido, sumados a los de la extrema izquierda, sin cuyos votos no ten¨ªa posibilidad de triunfar en la segunda vuelta, la hicieron retomar las tesis del socialismo m¨¢s rancio, no de una socialdemocracia a la europea y, as¨ª, ahuyentar una parte de los votos del centrismo, que en un 40% ha votado por Sarkozy. Deja un partido dividido entre socialistas radicales y socialdem¨®cratas que, salvo un posible, pero poco probable triunfo, en las legislativas de junio est¨¢ abocado a una refundaci¨®n a la alemana o a la espa?ola. La campa?a electoral pinch¨® asimismo lo que muchos han llamado la burbuja Royal. Frente a propuestas concretas, plazos de ejecuci¨®n y f¨®rmulas de financiaci¨®n ofrecidas por Sarkozy, Royal se ha limitado a ofrecer todo un muestrario de buenas intenciones m¨¢s propias de un predicador que de un ejecutivo. Como ha escrito un comentarista, S¨¦gol¨¨ne ha demostrado en los debates que "bajo su envoltorio de porcelana s¨®lo hab¨ªa porcelana".
En la cr¨®nica pol¨ªtica francesa, la victoria de Sarkozy es hist¨®rica. No s¨®lo por ser el hijo de un emigrante, que abandon¨® Hungr¨ªa huyendo de los comunistas, sino porque es el ¨²nico pol¨ªtico relevante que no procede de la elitista ENA, la Escuela Nacional de Administraci¨®n, f¨¢brica de presidentes y primeros ministros desde tiempo inmemorial. Es un hombre de su tiempo, que quiere aplicar pol¨ªticas del momento y que sabe que esconder la cabeza ante los grandes retos del siglo XXI, como globalizaci¨®n, cambio clim¨¢tico, etc¨¦tera, ser¨ªa suicida y s¨®lo acentuar¨ªa el declive de Francia. Para ¨¦l, que Francia tenga m¨¢s desempleo y menor crecimiento que la mayor¨ªa de sus socios europeos es inaceptable. Por eso, propone restablecer la ¨¦tica del trabajo, del esfuerzo personal y del m¨¦rito y acabar con la cultura de la dependencia.
Sarkozy ha ganado la batalla de las ideas y ha demostrado que la doctrina liberal-conservadora es capaz de ganar brillantemente elecciones. Algunos, que no han le¨ªdo su programa, le acusan de conservadurismo a ultranza. Pero, sus propuestas est¨¢n en la m¨¢s ortodoxa l¨ªnea liberal: reducci¨®n del n¨²mero de funcionarios, supresi¨®n del impuesto de sucesiones, eliminaci¨®n de las cargas sociales en las horas extraordinarias para compensar la baja productividad, consecuencia de las 35 horas semanales, etc¨¦tera. Salvo el caso de Chirac en 2002, cuando la izquierda vot¨® al presidente saliente para impedir el triunfo de Le Pen, Sarkozy ha obtenido el mejor resultado de unas presidenciales desde De Gaulle. Los franceses piensan que, en estos momentos, el progreso lo representa la derecha.
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