Quiero dar un paseo
La imagen de la foto corresponde a un cami¨®n de gran tonelaje en llamas. Se acaba de precipitar al vac¨ªo (precipitar al vac¨ªo, qu¨¦ expresi¨®n) con su carga de madera desde una altura de treinta metros, al atravesar un puente situado en el Km. 55 de la autov¨ªa de Burgos. Parece que ha ca¨ªdo de costado, como un insecto descomunal fallecido en pleno vuelo. El golpe contra el suelo ha provocado en el cami¨®n heridas internas que se traducen en una explosi¨®n seguida de un incendio. Lo que se ve en la foto es la cabeza del veh¨ªculo, con los neum¨¢ticos ardiendo violentamente. De la cabeza rota del monstruo sale un hombre con los brazos extendidos hacia otro hombre que result¨® ser un h¨¦roe.
De entre la informaci¨®n que aporta la imagen, destaca el s¨ªmbolo de la marca Mercedes, curiosamente intacto, sobre el radiador del monstruo agonizante. Esto de observar cada uno de los detalles perif¨¦ricos es un modo de retrasar en el enfrentamiento con el n¨²cleo. Pero constituye tambi¨¦n una liturgia para acercarse a lo ocurrido. En las situaciones extremas, en las experiencias l¨ªmite, siempre se nos queda grabado un detalle absurdo, trivial, con el que nos vamos a la tumba sin haber conseguido extraer de ¨¦l una gota de significado. Pero mientras el significado llega, si llega, esta liturgia nos permite empaparnos de la atm¨®sfera. Quiz¨¢ usted haya sentido ya un golpe de ese humo negro que se desprende del motor en su garganta. Tal vez, mientras lee estas l¨ªneas, haya tenido que carraspear para expulsar las part¨ªculas que el humo lleva en suspensi¨®n. Quiz¨¢ haya podido hacerse cargo del calor que asciende desde el terrapl¨¦n al que ha ido a parar el veh¨ªculo hasta el puente, desde donde decenas de conductores curiosos observan la escena.
Es posible que a esos conductores curiosos les haya llamado la atenci¨®n, adem¨¢s de la marca del veh¨ªculo, el nombre dibujado, m¨¢s que escrito, en la parte superior de la cabina: LOURDES. Lourdes, qu¨¦ rayos querr¨¢ decir. ?Ser¨¢ un homenaje a la famosa virgen o el nombre de un ser querido de Rub¨¦n, el camionero? No tenemos ni idea. Los espectadores tampoco. Pero ni se lo preguntan porque est¨¢n atentos a una escena de enorme tensi¨®n. Un joven de 27 a?os, cuyo nombre leer¨ªamos al d¨ªa siguiente en los peri¨®dicos (Vicente S¨¢nchez), ha bajado haciendo eses desde la carretera al cami¨®n y ha cargado al hombro a Rub¨¦n, llev¨¢ndolo detr¨¢s de uno de los pilares del puente, por si se produjeran nuevas explosiones (el dep¨®sito de gasolina contin¨²a intacto). All¨ª, a cubierto del humo y de las llamas intenta reanimarle mientras los curiosos, arriba, contienen la respiraci¨®n.
Expirar¨ªa en sus brazos. Seguramente, sali¨® muerto del cami¨®n. El mismo Vicente explicar¨ªa m¨¢s tarde que en los ¨²ltimos instantes, no es raro que se produzca una subida de adrenalina que recorre, como un calambre, todo el cuerpo, lo que explicar¨ªa el hecho de que le veamos salir de la cabina con los brazos extendidos. Sus ¨²ltimas palabras fueron. "Me muero, me muero, quiero ir a dar un paseo". Son unas ¨²ltimas palabras inexplicables como la vida misma, pero mientras las recordamos podemos evocar el gesto heroico de Vicente S¨¢nchez cargando a hombros con ese cr¨ªo de 23 a?os que conduc¨ªa desde hac¨ªa dos el cami¨®n Mercedes bautizado Lourdes. Descanse en paz.
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