El fin del parque tem¨¢tico de Stalin
Estonia, Letonia y Lituania desatan la guerra contra los s¨ªmbolos de la antigua URSS en su lucha por dotarse de una identidad nacional tras d¨¦cadas de dominio sovi¨¦tico
Al pie del monumento a la Libertad de Riga confluyen dos marchas que han partido separadas de la cercana plaza de la Catedral de la capital letona. En una, j¨®venes con la sangre caliente y muchas banderas; en la otra, adultos y personas de aire moderado. Han acudido, unos y otros, a manifestar, ante la columna que encarna hist¨®ricamente el sentimiento nacional de Letonia, su apoyo a una Estonia acosada desde Mosc¨² por degradar el monumento erigido en Tallin a los soldados sovi¨¦ticos ca¨ªdos en la II Guerra Mundial. "No podemos ser el eslab¨®n d¨¦bil de la cadena b¨¢ltica", dice, combativo, uno de los j¨®venes junto al emblema "Patria y Libertad" grabado en piedra. Lituania arrampl¨® con todos los monumentos sovi¨¦ticos al poco de lograr su independencia y, no sin humor, los ha reciclado en parque tem¨¢tico, una especie de Stalin World de gran ¨¦xito. Estonia se ha atrevido ahora a tocar lo intocable. Pero Letonia teme provocar al vecino y deja para futuras generaciones la resoluci¨®n del conflicto.
Lituania resolvi¨® por la v¨ªa r¨¢pida la liquidaci¨®n de los monumentos de la ocupaci¨®n
La guerra de los monumentos es el ¨²ltimo episodio de la lucha de los tres pa¨ªses b¨¢lticos por dotarse de una identidad, tras largas d¨¦cadas de dominio sovi¨¦tico. La suerte de Letonia de tener un monumento a la Libertad, erigido en 1935 para conmemorar la Guerra de la Independencia con Rusia librada tras la I Guerra Mundial, es la envidia de su vecino del norte, que no da con la f¨®rmula que simbolice el ser nacional.
"Estonia no tiene victorias hist¨®ricas y no tiene nada que conmemorar", dicen en Tallin, para justificar la ausencia de puntos de concentraci¨®n que catalicen el sentir nacional. Por defecto, la retirada del Soldado de bronce de un lugar preeminente en la ciudad a un discreto cementerio militar ha servido para concentrar los ¨¢nimos. "Nosotros no tenemos h¨¦roes pol¨ªticos porque nuestra historia es corta; lo nuestro son los mitos, la poes¨ªa y la canci¨®n tradicional", mantiene Ojars Kalnins, director del Instituto Let¨®n, ente concebido para dar al pa¨ªs una imagen nacional.
Lituania resolvi¨® por la v¨ªa r¨¢pida la liquidaci¨®n de los s¨ªmbolos de la ocupaci¨®n sovi¨¦tica. Es el ¨²nico de los tres b¨¢lticos con una historia de independencia hasta el siglo XVIII, frente a la biso?ez de Estonia y Letonia, que hubieron de esperar al siglo XX para estrenar experiencia. Vilna proclam¨® su ¨²ltima ruptura con la URSS en 1990, y con ello se gan¨® una letal intervenci¨®n del Ej¨¦rcito de Mija¨ªl Gorbachov. Cuando en 1991 el Kremlin de Bor¨ªs Yeltsin solt¨® las riendas, la furia lituana se lanz¨® contra los monumentos que simbolizaban el sistema opresor. Algunas estatuas quedaron muy da?adas, y todas fueron retiradas y almacenadas en corto espacio de tiempo. Mosc¨² no estaba entonces como para pedir explicaciones.
S¨®lo quedan en Vilna cuatro grupos escult¨®ricos de puro realismo sovi¨¦tico en los extremos de un concurrido puente. El lenin erigido ante la sede del KGB en Vilna, con el brazo extendido indicando el camino que hay que seguir, ya hab¨ªa sido durante a?os objeto de burla. Apuntaba hacia un popular bar ruso y los parroquianos justificaban sus viajes libatorios: "Sigo la direcci¨®n que marca Lenin".
Lenin, Marx y muchas otras personalidades de la satrap¨ªa sovi¨¦tica en Lituania fueron rescatadas de las catacumbas o del desguace por un millonario, Viliumas Malinauskas, que inaugur¨® en 2001 con decenas de estatuas llegados de todo el pa¨ªs, junto a otros objetos de ¨¦poca, un parque tem¨¢tico concebido como un campo de concentraci¨®n para recordar los tiempos del estalinismo. La inauguraci¨®n de Grutas Park, al lado de la frontera bielorrusa, lleg¨® tras vencer las resistencias de las gentes de la regi¨®n. "?Por qu¨¦ tenemos que soportar a estos monstruos aqu¨ª?", se preguntaban.
"Aqu¨ª no hay ceremonias para conmemorar el fin de la II Guerra Mundial", indica un portavoz del Ministerio de Exteriores lituano, frente a lo que ocurre en los otros dos pa¨ªses b¨¢lticos, que s¨ª se deshicieron en su d¨ªa de todos los otros santones del comunismo, sin protestas de Mosc¨². En Tallin, la conmemoraci¨®n de este a?o ha estado marcada por el conflicto del Soldado de bronce, mientras en Riga el Gobierno se tienta la ropa y no osa desairar al gigante vecino.
El de Letonia es un monumento muy distinto al de Estonia, lo que va de una simple estatua de bronce de dos metros de un soldado a un monolito de casi ochenta, una especie de cohete, con que en la capital letona se honra a los soldados sovi¨¦ticos ca¨ªdos luchando contra Hitler en un lugar apartado del centro. "El Gobierno ha decidido dejarlo en paz porque piensa que quiz¨¢ sea trabajo para futuras generaciones", dice Kalnins.
Para los tres pa¨ªses, la recuperaci¨®n de las respectivas lenguas vern¨¢culas frente al ruso del ocupante sovi¨¦tico es el principal s¨ªmbolo de identidad nacional.
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