Mil a?os para llegar a Christie's
El incre¨ªble viaje de un manuscrito de gran valor a trav¨¦s de las ciudades y los siglos
Las peripecias vividas por el Palimpsesto de Arqu¨ªmedes son dignas de una novela de aventuras. Los tratados del matem¨¢tico nacido en Siracusa (Sicilia) y muerto en 212 antes de Cristo fueron guardados en la biblioteca del Templo de las Musas de Alejandr¨ªa. ?sa es, al menos, la tesis que mantienen Reviel Netz y William Noel en su libro El c¨®digo de Arqu¨ªmedes (Editorial Temas de Hoy). En Alejandr¨ªa fueron copiados, pasando del rollo al c¨®dice. Cuando las cosas se pusieron feas, en plena eclosi¨®n del cristianismo, los c¨®dices salieron hacia Constantinopla, no se sabe c¨®mo. En el siglo VI, Isidoro de Mileto, uno de los arquitectos de Santa Sof¨ªa, utiliz¨® los conocimientos de Arqu¨ªmedes para edificar la fabulosa c¨²pula del templo de Estambul. Y se supone que, por orden suya, las obras del matem¨¢tico griego fueron copiadas de nuevo. Siglos m¨¢s tarde, Constantinopla y con ella el imperio bizantino experimenta un nuevo auge. Se construyen palacios y se relee a los cl¨¢sicos. Y lo que es m¨¢s importante, se copian de nuevo sus tratados. Esta vez, incorporando algunas novedades. Despu¨¦s de todo, estamos en el ¨²ltimo cuarto del siglo X. El escriba introduce espacios entre las palabras, usa abreviaturas y min¨²sculas. Pero Constantinopla fue arrasada por los Cruzados en el a?o 1209. Muchos de los c¨®dices antiguos se perdieron. Otros lograron salvarse y pasar a alguna biblioteca importante, en Oriente Pr¨®ximo. Dos d¨¦cadas despu¨¦s, quiz¨¢s en alg¨²n lugar pr¨®ximo a Jerusal¨¦n, el monje Myronas toma cuatro c¨®dices y escribe, sobre el pergamino previamente tratado con ¨¢cido para borrar las antiguas letras, un libro de plegarias. Durante siglos, ese libro permanece, sin mayores contratiempos, en el monasterio de San Sabas, cerca de Bel¨¦n.
Un acad¨¦mico alem¨¢n revis¨® el libro en el siglo XIX y arranc¨® una de sus p¨¢ginas
Hasta que, en el siglo XIX, la biblioteca entera queda bajo la autoridad del patriarca griego de Constantinopla, y los libros se archivan en el Metochion, una dependencia del Santo Sepulcro en esta ciudad. Al menos dos personas tienen acceso al palimpsesto en esa ¨¦poca: el estudioso Papadopoulos-Kerameus, que realiz¨® un cat¨¢logo de esos archivos en 1899, y, unas d¨¦cadas antes, el acad¨¦mico alem¨¢n Constantin Tischendorf, que, incluso, arranca una p¨¢gina al manuscrito. A?os despu¨¦s ser¨ªa vendida a la Universidad de Cambridge. Enterado de las cualidades de este libro, el estudioso dan¨¦s J. L. Heiberg viaja a Constantinopla y lo analiza a fondo en 1906.
Del libro no se vuelve a saber hasta casi un siglo despu¨¦s. El material guardado en el Metochion es enviado a Atenas, en los primeros a?os veinte del siglo pasado, pero no todo llega a su destino. El Palimpsesto de Arqu¨ªmedes queda en poder de un ciudadano franc¨¦s, un tal Sirieix. Sus herederos lo subastan en 1998, a trav¨¦s de Christie's, en Nueva York. All¨ª fue adquirido por un millonario estadounidense, y depositado despu¨¦s en el Museo Walters de Baltimore, donde permanecer¨¢ hasta 2008, fecha en la que est¨¢ previsto que el Proyecto del Palimpsesto de Arqu¨ªmedes concluya con una exposici¨®n y una pel¨ªcula. Los avatares del manuscrito no se merecen menos.
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