Entre dudas
Volv¨ªa de la Feria del Libro de Valladolid; hab¨ªa estado bebiendo con Luis Landero algo que se parece al t¨¦, pero que se destila con agua escocesa. Landero hab¨ªa dicho que, para hablar en p¨²blico, ¨¦l necesitaba esa bebida. Algo as¨ª como el s¨ªndrome Nabokov -cuando el autor de Lolita concedi¨® la entrevista televisiva con Bernard Pivot, puso esa condici¨®n-: le gustaba beber, pero no aparentarlo. Y as¨ª, tan serio y ejemplar, bebi¨® toda la entrevista en su taza de t¨¦. La misma t¨¢ctica que las chicas de barra de anta?o.
Yo ten¨ªa que volver; adem¨¢s, quer¨ªa hacerlo por esa zona de bodegas castellanas, por esa Ribera del Duero de tantos buenos recuerdos en forma de vino. Dej¨¦ el regreso para el d¨ªa siguiente, para que se pasaran los efectos del falso t¨¦ que bebimos en p¨²blico.
Por casualidades de mi vida de trotaconventos o lo que sea, paramos a comer y beber en Quintanilla de On¨¦simo. Algo que hac¨ªa por primera vez en mi vida. Siempre hab¨ªa pasado sin detenerme por ese sobrio y ribere?o pueblo de muchas y buenas bodegas. No me gustaba el segundo nombre del pueblo, no me trae buenos recuerdos el nombre de On¨¦simo. No me gustan los apellidos redondos.
Recordaba Benjam¨ªn Prado en su novela Mala gente que camina, que ese llamado On¨¦simo que da apellido al pueblo vinatero, en compa?¨ªa de amigos, correligionarios o colegas de la peor estirpe, se dedic¨® a recorrer pueblos y limpiarlos de rojos. Iban en coches, en camiones, eran chulos y j¨®venes. Naturalmente, iban armados; muchas veces, tambi¨¦n bebidos. El tal On¨¦simo, que estaba siempre muy seguro, que no conoc¨ªa la duda, antes de aquellas excursiones hab¨ªa dejado escrito: " ?Preparad las armas, aficionaos al chasquido de la pistola, acariciad el pu?al, haceos inseparables de la estaca vindicativa! La juventud debe ejercitarse en la lucha f¨ªsica, debe amar por sistema la violencia, debe armarse con lo que pueda y debe decidirse ya a acabar por cualquier medio con las pocas decenas de embaucadores marxistas que no nos dejan vivir". Y se lo tom¨® en serio. De vez en cuando se cumplen viejas sentencias. El que a hierro mata, a hierro termina. As¨ª termin¨® aquel exaltado fan¨¢tico poco despu¨¦s, asesinado posiblemente por los suyos en otro pueblo de una Castilla que no quiso ser machadiana.
El otro d¨ªa, el mismo de las palabras avinadas (?) de un conocido visitante de ese pueblo, comimos y bebimos en aquel lugar de aquel ofensivo muchacho fascista. El mismo pueblo en que al ex presidente Aznar le gusta jugar unas partidas, charlar con los paisanos, tomar -me imagino- un buen lechazo y beber un excelente vino de la Ribera. Estuvo bien. Comimos, bebimos en ese pueblo que sigue llevando su nombre -?por qu¨¦?- y seguimos el camino. Hubo uno que no pudo beber. Que apenas tom¨® una copa porque ten¨ªamos que seguir el camino. Lo seguimos en compa?¨ªa de la radio y por aquellos caminos entre vinos. Y ah¨ª escuchamos las palabras de exaltaci¨®n a la bebida del ex. No d¨¢bamos cr¨¦dito. Estaban muy cerca. No tuvimos valor para comprobar en qu¨¦ estado termin¨® la juerga. Seguimos nuestro camino. Debemos ser unos antiguos, estar llenos de temores, llenos de dudas o de miedos a la libertad. Somos tan raritos, tan formalitos, que hasta hacemos caso de esos consejos de beber y conducir. Y confieso que hemos bebido.
Como tambi¨¦n ha bebido, lo sigue haciendo con inteligencia y moderaci¨®n, mi admirado Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald. Como puedo sigo sus ense?anzas en verso o en prosa. Y desde luego en vinos; su "breviario del vino" es para m¨ª tan importante como un misal lo era para mis t¨ªas. Caballero nos ense?a a c¨®mo ser infractores, c¨®mo ser insumisos, c¨®mo ser bebedores, c¨®mo navegar po¨¦ticamente por el Guadalquivir o c¨®mo tomar el Alsa para poder versar y beber entre mineros. El intelectual insumiso, el poeta que supo beber, volvi¨® a darnos una lecci¨®n de vida y libertad, de oficio de vivir y de contar en el magn¨ªfico discurso de la entrega de los Premios Ortega y Gasset de periodismo. Las certidumbres y las dudas. Buen rescate ese paradigma de c¨®mo estar por el mundo que hizo Caballero de Ortega: "Siempre que ense?es, ense?a tambi¨¦n a dudar de lo que ense?as".
Muchos seguimos movi¨¦ndonos entre dudas. Fi¨¢ndonos m¨¢s de los que dudan que de los que mienten con mucha contundencia, con alevos¨ªa, con aparato medi¨¢tico, con maniobras conspirativas o con un vino de m¨¢s en la mano. Hay quien no es capaz de decir una verdad harto de vino. Y es que en el vino no est¨¢ la verdad. En el vino tambi¨¦n est¨¢ la duda. Yo creo que algunas veces, algunos pol¨ªticos, algunos seres sin fisuras, sin dudas, deber¨ªan poder borrar algunos d¨ªas de su vida. Como una vez escribi¨® otro poeta, tambi¨¦n l¨²cido, bebedor, octogenario, dubitativo y de C¨¢diz, Carlos Edmundo de Ory: "Es una verg¨¹enza que vivamos todos los d¨ªas".
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