Una oda a las peque?as cosas
Peridis publica las emotivas cartas que su hija Marta, fallecida de c¨¢ncer a los 32 a?os, escribi¨® durante su vida
Carta a PaMa
1980
abrelo
Cerido Papa
estoi muy conteta de estar contigo y con MaMa / si esturierais juntos lo pasar¨ªamomejor / aora tengo ce ir de un sitio para el otro / pero tabien estoi coteta / tu y mama aunce esteis separaos me yevais a muchas parte juto. Fin / de mata a papa y mama.
Carta a Ainhoa
Madrid, 27 de mayo de 1986
Ainhoa:
(...) Como no vay¨¢is este a?o a Mallorca me suicido, con mi madre voy a ir a Granada. Va a ser una gozada. Van a ir muchos amigos suyos y tambi¨¦n sus hijos, que ?qu¨¦ hijos! El n¨²mero de hijos en total somos veinticuatro, aproximadamente. Son todos unos pijos. Me han dicho que le gusto a un ni?o que fue a Formigal, es, ?c¨®mo te dir¨ªa yo? ???MUY, MUY!!! Es moreno con el pelo rizado y los ojos verdes. Cada vez que veo a su primo (que vive en la urbanizaci¨®n de Mica) me dice: "Si estuviera aqu¨ª mi primo, se le caer¨ªa la baba". Yo me pongo m¨¢s roja que este papel.
Una piedra roja, una piedra azul, una piedra amarilla
MARTA P?REZ MART?N. RBA
Este libro es la autobiograf¨ªa que Marta P¨¦rez Mart¨ªn (1973-2006) fue escribiendo a lo largo de su vida sin saber que iba a publicarse. De forma p¨®stuma, su padre, Jos¨¦ Mar¨ªa P¨¦rez, 'Peridis', ha recopilado sus cartas, borradores, correos electr¨®nicos y otros materiales para darles forma de libro. Aqu¨ª aparece la autora con la inocencia de una ni?a que escribe a pap¨¢ y mam¨¢, en la adolescencia, en la primera juventud y en la ¨²ltima fase de su vida, que un c¨¢ncer la arrebat¨® a los 32 a?os. Adem¨¢s, es el retrato de una generaci¨®n de mujeres que se abre paso en la vida con dificultad, a pesar de su elevada preparaci¨®n.
Dicen que todo tiene un precio, y yo creo que no es cierto; se trata de querer cosas sencillas, amables, livianas, para que te d¨¦ tiempo de mirarlas una a una
Me salen unos marcadores tumorales en los an¨¢lisis de sangre, as¨ª que todo apunta a alg¨²n tipo de proliferaci¨®n cancerosa. Probablemente sea un tipo de c¨¢ncer linf¨¢tico
Mi padre amoroso, cada ma?ana antes de venir a verme casi desfalca el Horno de San Onofre buscando el bizcocho m¨¢s rico. Me trae libros para entretenerme y me mima, me mima, me mima...
Ainhoa, ???me quieres decir por qu¨¦ soy tan fea??? Me odio, te puedes creer que de todos los chicos que me han gustado no he gustado a ninguno (a V¨ªctor no s¨¦, pero prefiero ni pensarlo) (...)
Carta a C¨¦sar
Pozuelo, 10 de diciembre
de 1991
(...) Cambiando de tema, me impresion¨® much¨ªsimo la muerte de Freddy Mercury, adem¨¢s yo me enter¨¦ directamente, no sab¨ªa que ten¨ªa el sida. Supongo que son personas a las que consideramos inmortales y, cuando se van, te das cuenta de que todos somos igual de fr¨¢giles (mira mi pierna, luego te cuento). Pues si alg¨²n d¨ªa tienes tiempo, trata de sacar la letra de The Show Must Go On; si no la consigues, yo te la mandar¨¦. (...)
Sobre libros, me estoy leyendo Cien a?os de soledad; voy s¨®lo por la mitad, pero me est¨¢ encantando. La vieja sirena, de Jos¨¦ Luis Sampedro, tambi¨¦n me gust¨®, aunque no tanto; creo que ya te recomend¨¦ La sonrisa etrusca, es del mismo escritor, pero para m¨ª no tiene ni punto de comparaci¨®n (me gust¨® much¨ªsimo). (...)
Carta a Jos¨¦ Mar¨ªa
Madrid, 28 de agosto de 1994
(...) Miraba a t¨ªo Jes¨²s en el hospital y no le reconoc¨ªa, le miraba en el velatorio y no sab¨ªa qui¨¦n era, ahora apenas recuerdo esa cara acartonada con una expresi¨®n maquillada y artificial, me viene la imagen de ¨¦l con tu jersey mostaza en el comedor de Federico Rubio hablando de nutrici¨®n y pregunt¨¢ndome por mis reg¨ªmenes y por mis novios inexistentes, le recuerdo en los cumplea?os con su habitual caja de bombones Roja de Nestl¨¦ y con sus libros. Tenemos un v¨ªdeo, el de la piscina de 109 Villas, en el que sale ¨¦l, pero por el momento no quiero verlo.
He llorado por su muerte, por la muerte, por todas las muertes, ya que es la primera que vivo de cerca; he llorado vuestro sufrimiento, he llorado por la locura que es vivir, por lo insignificantes que somos, y por lo dif¨ªcil que es aceptarlo, y no soportaba cada vez que o¨ªa ?resignaci¨®n!
Lo he pensado mil veces y no me gusta esa palabra. Qu¨¦ apoyo supone para los cat¨®licos el cielo, la eternidad, y yo... ?qu¨¦ hago?, y Jes¨²s, Daniel y Viarce, ?qu¨¦ hacen ellos?
Alguien se muere y se va de ti, para eso no hay resignaci¨®n que valga, puede que permanezca eternamente, no se sabe c¨®mo y no se sabe d¨®nde, pero no contigo. (...)
Viaje a Per¨²
Madrid-Bogot¨¢-Lima,
24 de junio de 1997
(...) En cuanto el avi¨®n despega leo todos los mensajes que me dejasteis para que me acompa?aran durante el viaje y durante nuestra ausencia. Todos me llegan muy adentro, cada uno a su manera. Pero uno de ellos, sobre todo una carta, me estremece, y lloro. Lloro el recuerdo, lloro la ausencia, la espera eterna de esa carta; lloro la desesperanza, los sue?os perdidos o no alcanzados, y lloro el reencuentro con ¨¦l y con la esperanza de un futuro prometedor. Os llevar¨¦, os llevar¨¦ a todos en mi viaje, viajar¨¦is a trav¨¦s de m¨ª, ver¨¦is con mis ojos, y pensar¨¦is con mis pensamientos. Si acaso sent¨ªs un escalofr¨ªo, no tem¨¢is, no es s¨®lo vuestro, es compartido.
El oc¨¦ano, qu¨¦ grande es, cu¨¢nto ocupa y qu¨¦ peque?os nos hace. Desde aqu¨ª arriba se confunde con el cielo, y apenas puede intuirse a trav¨¦s de las nubes. Nadie, ah¨ª abajo, sabe que estamos aqu¨ª arriba, unos cientos de personas, con ilusiones y sue?os, ?qu¨¦ distintos motivos nos unen en un ¨²nico espacio! Una burbuja de vida, en medio del abismo.
?Por qu¨¦ tendremos los hombres ese af¨¢n por conquistar todos los medios? El aire, el agua, la tierra, el fuego. ?Por qu¨¦ esa lucha contra los l¨ªmites naturales que recibimos? ?Por qu¨¦ ese af¨¢n por conocer, experimentar y vivir, lo que vive el c¨®ndor, la ballena, el rebeco o el tigrillo? No lo s¨¦, pero aqu¨ª estoy retando una vez m¨¢s a mis l¨ªmites, buscando un horizonte m¨¢s lejano. Aterrizamos.
Correo para Micaela
Aguilar de Campoo,
15 de febrero de 2001
Hola, Picus: Te escribo desde mi cocina r¨²stica con el port¨¢til COMPAQ versi¨®n ARMADA V 300, o sea, que soy lo m¨¢s, de esas chicas que salen en los anuncios de todoterreno, el pelo ondeando al viento, y la tecnolog¨ªa esperando en casa para facilitar la vida y tratar de convencernos de que las cosas han cambiado y la gente est¨¢ volviendo al campo, sobre todo si eres segura, din¨¢mica, joven y tienes un novio que quita el hipo y corta le?a como quien silba. Pero que vengan, que vengan y comprobar¨¢n que aqu¨ª no hay ni Dios, y menos, gente joven y din¨¢mica, que huye de la urbe para contactar con la naturaleza. Lo m¨¢s que te encuentras son cuatro vejetes tertulianos que pasean por la alameda mientras tertulian sobre el tiempo y los cambios.
Me he hecho un bizcocho de chocolate, intentando impregnarme del ambiente r¨²stico a tope, pero se me ha quemado y me he sentido m¨¢s lerda si cabe. Me lo comer¨¦ aunque se me tronchen los dientes del mordisco; yo, palentina hasta la m¨¦dula, que me pongo a hacer calceta si hace falta. (...)
Correo para Luc¨ªa
Madrid, 4 de enero de 2005
... la gente del campo no consume casi, cultiva su comida, viste de forma sencilla, no se preocupa tanto por la moda, ni por los cosm¨¦ticos; no genera riqueza a las empresas, por eso ya no interesa. Interesan grandes superficies que produzcan carne, huevos, leche, tomates; que contraten al menor n¨²mero de personas, para que el resto vivamos en las ciudades, con nuestros coches, nuestros sue?os de fama, con ser "especiales" y distintos con tal o cual perfume, que queramos parecernos a tal cantante o actriz o actor, que nos cansemos de todo, del color de nuestro pelo, del largo de nuestras u?as, de nuestros granos, del color del iris, del jersey del lunes, que compremos sin parar. Y claro, eso al final se extrapola a todo, al alcohol, al tabaco, al costo, a las pastillas, a la coca; todo mueve la econom¨ªa, y cuanto m¨¢s inestables seamos, m¨¢s querremos comprar. Por eso, busquemos el amor perfecto, el novio perfecto, el sexo perfecto; cambiemos, probemos, para as¨ª seguir perdidos inestables, y comprando. (...)
Correo para Lorena
Madrid, 8 de octubre de 2005 (10:06:39 a.m.)
Hola, mi querida Loreley. No has sabido de m¨ª porque las cosas se est¨¢n complicando un poco, y no quer¨ªa asustarte. Se est¨¢ poniendo seria la cosa, el lunes me hacen un esc¨¢ner y me van a hacer una biopsia de un bulto que me ha salido en el cuello. Me salen unos marcadores tumorales en los an¨¢lisis de sangre, as¨ª que todo apunta a alg¨²n tipo de proliferaci¨®n cancerosa. Dicen que probablemente sea un linfoma de Hopkins, un tipo de c¨¢ncer linf¨¢tico que tiene muy buen pron¨®stico en gente de mi edad; de hecho, se cura casi todo el mundo. Pero hasta que no me hagan las pruebas, todas las opciones est¨¢n abiertas, hasta que me hubieran salido resultados raros y fuera una infecci¨®n como alguna tuberculosis, pero menos probable. Como s¨®lo me queda esperar a tener los resultados y para eso quedan una o dos semanas, tengo que hacer todo lo posible por estar tranquila y en tiempo real, pero, como entender¨¢s, me cuesta bastante.
Mi familia est¨¢ acojonada, y mis amigos de aqu¨ª, tambi¨¦n. Yo... haci¨¦ndome a la idea de que viene una ¨¦poca realmente dura y d¨¢ndome cuenta de lo que he hueveado cuando estaba sana. Trato de estar lo m¨¢s tranquila posible y animada, sacando las fuerzas de todos los rinconcitos de mi vida. Por ahora lo consigo casi todo el tiempo, salvo alg¨²n rat¨ªn en el que se me disparan las ideas... S¨¦ que a la distancia esto angustia mucho, no puedes verme ni o¨ªrme, pero estoy bien, Lore, de verdad; de hecho, todo el mundo est¨¢ muy sorprendido de c¨®mo lo estoy llevando. Pero s¨¦ que para superar estas cosas hay que querer vivir mucho y ser muy fuerte, as¨ª que no puedo flaquear. Bueno, mi Lore querida, te escribo en otro rat¨ªn, que ahora me voy a Pozuelo a comer con mi familia, que no saben qu¨¦ hacer para mimarme. Un beso muy, muy grande, y te prometo que te tengo informada.
Correo
Madrid, 18 de noviembre
de 2005 (2:37 p.m.)
Asunto: ???A mis compa?eros
de viaje!!!
El problema comenz¨® cuando empezamos a planificar la salida del hospital. Y claro, una que tiene sus frivolidades, mitos y leyendas, que ha visto mucho cine y demasiadas revistas de moda. Se imaginaba a s¨ª misma saliendo a lo Audrey Hepburn, l¨¢nguida, pa?uelo en la cabeza, mirada perdida (bueno, con ojo a la virul¨¦ y ceja levantada, pero eso lo arreglan unas gafas), un abrigo divino, bufanda al cuello... Pero... ?c¨®mo sale un boliche del hospital? Lo primero que hace la familia es salir del paso de forma pr¨¢ctica; total, qu¨¦ importa en un proceso tan grave despu¨¦s de la quimio, por fin en casa, si la ni?a va muy mona o no. (...)
Conclusi¨®n y resumiendo: camiseta que me queda a mitad de la tripa, jersey de lana con rayas horizontales, pantal¨®n del pijama con rayas verticales y... la guinda, las botas esas que est¨¢n tan de moda, que tuvo que dejarle una compa?era del trabajo a Mar¨ªa porque no me entraba nada ni en mis pies ni en mis gemelos. Pa?uelo morado en la cabeza, abrigo gigante, y yo... LLORANDO a l¨¢grima viva en la habitaci¨®n del hospital, que as¨ª no sal¨ªa a la calle. ?Con un desconsuelo! Las enfermeras pod¨ªan entrar y pensar que me daba miedo irme, pero lo que no pod¨ªan imaginar es que ten¨ªa miedo de m¨ª misma. Je, je, ?d¨®nde estaba el glamour? ?Qui¨¦n co?o quiere glamour cuando lo est¨¢ pasando tan mal...? Pues yo. (...)
Correo
11 de diciembre de 2005
Asunto: Volver a casa de mam¨¢
En este proceso tan particular como el que vivo, y, por otro lado, tan sorprendentemente extendido a medida que escuchas historias, se producen miles de transformaciones, tanto externas como fundamentalmente internas. Pasa por etapas de la ni?ez, pero a la vez eres adulta y piensas como tal, pero s¨ª recuperas muchos sentimientos, muchas sensaciones.
Desde que estoy aqu¨ª, estoy recuperando cada sensaci¨®n de mi infancia y adolescencia. El ruido de las persianas cuando la casa se va despertando, el sonido de los p¨¢jaros y las hojas en oto?o, el olor del caf¨¦ de mi madre, el sonido del agua de la ducha. Todo te transporta al pasado con una dulzura que de pronto me hace darme cuenta de que estoy sonriendo mientras duermo. Y por otro lado me reencuentro con mi familia de ahora, esa que crees que conoces porque vienes de visita los s¨¢bados a mediod¨ªa, pero que desconoces mucho m¨¢s de lo que crees. C¨®mo conviven realmente, cu¨¢les son sus preocupaciones, sus detalles cotidianos. Nos quedamos con tantos t¨®picos del pasado que a veces somos tan soberbios que s¨®lo nosotros evolucionamos. Un motivo m¨¢s para entender que este duro proceso conlleva otros tantos regalos.
Mi familia est¨¢ totalmente volcada, mi madre no para, se desvive porque los sabores me sean agradables, porque no me falte nada, porque no decaiga el ¨¢nimo; qu¨¦ decir de una madre, sin permitirse siquiera preguntarse si est¨¢ cansada. Mi padre, amoroso, cada ma?ana antes de venir a verme casi desfalca el Horno de San Onofre buscando el bizcocho m¨¢s rico. Me trae libros para entretenerme, busca conversaciones, an¨¦cdotas para tenerme distra¨ªda, y me mima, me mima y me mima. Qu¨¦ decir de Mariuca sin ponerme a llorar de nuevo como en la boda, si es mi otro medio yo, que hasta ha dejado el trabajo para estar conmigo. Mis hermanos, entregados; Manuel, corriendo a todas partes, y ahora, el pobre, recluido en Madrid por resfriado, busc¨¢ndome gorros, pa?uelos, para que no pase fr¨ªo; haci¨¦ndome regalines y acostumbr¨¢ndose a este pa¨ªs.
Todos entregados a cuidarme, todos vosotros pendientes, llamando, escribiendo.
Final del relato
dictado en el hospital, enero de 2006
(...) Siempre pensamos que lo peor que te puede pasar, por ejemplo, es que est¨¦s con ox¨ªgeno y creas que te va a venir la regla. O que est¨¦s en radioterapia y se te inflame el tiroides. O que te claven un casco en la cabeza para hacerte la radiocirug¨ªa. O que tu chileno se vuelva a su pa¨ªs, o tantas, tantas cosas que podr¨ªan ser peores...
O mejor, porque ?d¨®nde puedo establecer el final?, ?es la historia que pudo ser y no fue en aquel prado del calero?, ?pudo ser una historia entre amores y viajes?
Todas estas historias fueron historias de mejores y peores momentos, pero hoy fue cuando necesit¨¦ escribir.
He sido muy injusta con la vida, y hoy necesito darle las gracias. Siempre me ha encantado el t¨ªtulo El dios de las peque?as cosas. Siempre he considerado que mi vida y mi dios se est¨¢n as¨ª fabricando, un conjunto de peque?as cosas conforman mi universo y siento que durante mucho tiempo las he abandonado.
He so?ado con mi Asturias infinitas veces para redimirme. Mis pies deben de tener memoria de cada grano de arena y cada piedra. Pero yo no recordaba. La mirada de Cora no se cansaba de pedirme salir, pero, sobre todo, de que yo disfrutara con ella. Hay tantas cosas, grandes y peque?as, que es una l¨¢stima tener que sufrir para poder mirarlas. Dicen que todo tiene un precio, y yo creo que no es cierto, se trata de querer cosas sencillas, amables, livianas, para que te d¨¦ tiempo de mirarlas, una a una.
Una piedra roja, una piedra azul, una piedra amarilla.
Rojo, azul, amarillo
"UNA PIEDRA ROJA, una piedra azul, una piedra amarilla" es la frase con la que Marta pensaba terminar un relato sobre su vida. Su amiga Jara cont¨® que, en unas vacaciones que compartieron en la playa de Lagos (Bueu, Pontevedra), se divert¨ªan observando las figuras que las piedrecillas de colores formaban al adherirse a su piel. Ella misma sac¨® una foto de sus chanclas en esa playa. Para Marta esto era una met¨¢fora de lo que nos puede hacer disfrutar; algo tan sencillo ,que como tantas otras cosas en la vida, pasan inadvertidas. Es lo que intenta transmitir el libro: una oda a las peque?as cosas. www.ellibrodemarta.blogspot.com
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