El incre¨ªble organista y el fiero felino
EL PA?S entrega ma?ana un disco de Jimmy Smith, y el viernes, otro de Gato Barbieri, por 4,95 euros
El momento, que se entrega ma?ana con EL PA?S, cubre la segunda ¨¦poca de Jimmy Smith, cuya destreza le hizo merecedor de un alias como El Incre¨ªble. Cuando, tras ser fichado por Creed Taylor, mezcl¨® su Hammond B-3, instrumento que el rhythm &blues arranc¨® de las iglesias para devolverlo a las masas sudorosas de los clubes, con todo lo que se pusiese por medio: desde los memorables arreglos orquestales de Oliver Nelson hasta la m¨²sica de bandas sonoras (revis¨® el tema de ?Qui¨¦n teme a Virginia Wolf?) o de Prokofiev.
Antes de tanto hedonismo, Smith hab¨ªa hecho historia del jazz a finales de los cincuenta en la escuder¨ªa neoyorquina Blue Note. Para ellos grab¨® decenas de sesiones con los m¨²sicos que orbitaban alrededor del sello en un momento verdaderamente ¨²nico: Lee Morgan, Lou Donaldson, Kenny Burell o Stanley Turrentine. Cl¨¢sicos de esa ¨¦poca, como The Sermon o Midnight Special, son al ¨®rgano de jazz lo que la introducci¨®n del sonido al cine. Smith moderniz¨® el instrumento y demostr¨® que se pod¨ªa improvisar con aquel trasto. Cuando fue fichado por Verve y las cosas adquirieron un tinte comercial, ¨¦l no trat¨® de ocultar sus intenciones alejadas del elitismo. Sus discos de los sesenta a¨²n forman parte de la dieta de la tribu de los modernistas, as¨ª como fuente inagotable de inspiraci¨®n para los productores de hip-hop. Smith (muri¨® en 2005) cre¨® escuela.
Sonido fiero y abrasivo
M¨¢s o menos por entonces, aunque en una galaxia alejada ¨¦tica y est¨¦ticamente al soul-jazz, Leandro Gato Barbieri echaba los dientes, tambi¨¦n en Blue Note, acompa?ando al revolucionario trompetista Don Cherry. Junto a ¨¦l grab¨® dos cl¨¢sicos del movimiento free, Complete Communion y Simphony for improvisers, con los que el joven saxofonista argentino (nacido en Rosario en 1926) entr¨® por lo alto en la aventurera escena musical de aquellos a?os. Pero eso no fue m¨¢s que un punto de partida para Barbieri, cuya carrera siempre se ciment¨® en hacer lo que le daba la real gana. Algo une, con todo, sus reencarnaciones. Tanto en el sonido fiero, casi abrasivo de su saxof¨®n (que beb¨ªa del estridente y bello rugido de Pharoah Sanders), como en la elecci¨®n de los temas que primaron las ra¨ªces latinoamericanas (la trilog¨ªa que dedic¨® a ese continente se cuenta entre lo mejor de su carrera).
Despu¨¦s llegar¨ªa El ¨²ltimo tango en Par¨ªs, de Bernardo Bertollucci, filme con el que las masas descubrieron al saxofonista del sombrero de ala ancha, enormes gafas y apodo felino que firmaba la banda sonora. El documental Calle 54, de Fernando Trueba, relanzar¨ªa su figura dos d¨¦cadas y varios devaneos de estilos despu¨¦s. Algo de todo ello, y de lo que seguir¨ªa (un contrato con A&M de indisimulados fines comerciales) hay en El momento, disco de la ¨²ltima entrega de la serie Estrellas del jazz.
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