"Hay que suprimir las teor¨ªas para empezar a pensar"
Francisco Juan Barba Corsini (Tarragona, 1916) se ayuda de una muleta. La emplea para apoyarse en los pelda?os -vive en un d¨²plex en el que las escaleras sustituyen a los pasillos- y tambi¨¦n para se?alar fotograf¨ªas de las obras que ha construido. Con todo, se mueve con h¨¢bil parsimonia y se empe?a en levantarse para acercar cualquier cosa que se le antoje que una pueda necesitar.
PREGUNTA. Tiene 91 a?os...
RESPUESTA. Noventa. No me pongas a?os. No cumplo hasta noviembre.
P. Disculpe. En ese tiempo ha visto cambiar el mundo. ?Ha tenido que desaprender o aprender m¨¢s?
R. He tenido que aprender a suprimir las teor¨ªas y empezar a pensar. Las obras que he hecho m¨¢s a gusto son las que han hecho feliz a alguien. A veces los trabajos que terminan por decir m¨¢s son los m¨¢s sencillos, los m¨¢s econ¨®micos. Pero los que m¨¢s han alterado la vida de una persona. A m¨ª me pasa, por ejemplo, con una casita peque?a y barata que hice para una familia en Cadaqu¨¦s. Creo que hice que vivieran con lo esencial. Y les gust¨®. Yo creo que la arquitectura ha de funcionar. Pero inmediatamente despu¨¦s debe emocionar. Si no hay emoci¨®n hay error.
"Hoy me interesa m¨¢s un pescador que hace una casa que una casa hecha por un arquitecto"
"Hoy en urbanismo se dibujan las carreteras y en lo que queda entre ellas, en los restos, es donde vive la gente"
P. ?Echa en falta emoci¨®n en la arquitectura actual?
R. S¨ª. La emoci¨®n no es ser el m¨¢s listo, el m¨¢s alto o el m¨¢s osado. La emoci¨®n es llegar a la gente, ser cuidadoso, respetar el entorno. La emoci¨®n no destroza.
P. ?C¨®mo se logra emocionar con un edificio?
R. Con esfuerzo y con humildad. La alegr¨ªa no es una carcajada. Es el bienestar. La parte t¨¦cnica de la arquitectura es una cuesti¨®n de tiempo. Las estructuras son interesantes pero su inter¨¦s no mueve el esp¨ªritu. La exhibici¨®n sorprende. Pero no humaniza los lugares. He descubierto que la vida de pueblo supera a la vida de la ciudad. Es m¨¢s humana. ?Sabe por qu¨¦? Porque en los pueblos se habla con los dem¨¢s, se pasea. Y lo mismo sucede con la arquitectura. La m¨¢s humilde es m¨¢s humana.
P. En su tiempo aprend¨ªan en contra de lo que les hab¨ªan ense?ado en la escuela. Y hoy ocurre lo contrario. ?C¨®mo afecta eso a la arquitectura?
R. Nosotros sal¨ªamos de la escuela sabiendo que lo que ten¨ªamos que hacer era seguir la l¨ªnea que nos marcaban. A m¨ª me marc¨® Dur¨¢n Reinals, que hac¨ªa una arquitectura neocl¨¢sica muy bien hecha. Ten¨ªamos que copiar hasta que domin¨¢bamos la materia. Luego, cuando hab¨ªamos absorbido lo que nos quer¨ªan ense?ar, nos pod¨ªamos plantear otra cosa. Pero hoy sucede lo mismo. Uno empieza copiando aunque lo que se copie parezca revolucionario. Luego, cuando empieza a pensar, cuestiona.
P. ?Qu¨¦ le empuj¨® a cuestionar a usted?
R. Fui arquitecto desde los tres a?os. Mi padre lo era y ten¨ªa una peque?a empresa de construcci¨®n. As¨ª es que nunca pens¨¦ en ser otra cosa. En mi ¨¦poca hab¨ªa hechos y punto. Nadie me ense?¨® a plantearme nada. S¨®lo aprend¨ª a obedecer.
P. Pero rompi¨® con la ense?anza recibida.
R. En la posguerra cay¨® la construcci¨®n. Ten¨ªa poco trabajo y pod¨ªa pensar. Fue una ¨¦poca muy dura. Hab¨ªa que luchar y ganarse la vida. Le cog¨ª antipat¨ªa a la arquitectura neocl¨¢sica. Era el orden en el desorden. Llegu¨¦ a quemar libros. Quise romper con todo. Me hart¨¦. Un d¨ªa, por la calle, me encontr¨¦ a un amigo director de la Warner Bros. Me dijo que hab¨ªa llegado El manantial, una pel¨ªcula que ten¨ªa que ver.
P. Esa pel¨ªcula cambi¨® su vida.
R. Tuve que ver aquello para darme cuenta de lo que pod¨ªa ser de verdad un arquitecto. Tras verla encontr¨¦ el valor para romper y no hacer algo en lo que no cre¨ªa. Luchar por algo en lo que crees da fuerza. Es as¨ª de f¨¢cil. Para empezar de cero hay que tener las cosas claras.
P. ?Y c¨®mo empez¨® de nuevo de cero?
R. Desarrollando la mano izquierda: haciendo que el cliente sintiera que ¨¦l es quien quiere lo que t¨² quieres. Hay un libro de Richard Neutra, Realismo biol¨®gico, que orienta y aconseja llegar a una amistad con el cliente para que ¨¦ste te pida lo que t¨² quieres. Hay que manejar las situaciones y darle la vuelta a las cosas.
P. La pel¨ªcula El manantial (1949), de King Vidor, defend¨ªa una arquitectura purista y la necesidad de no llegar a compromisos para culminar una gran obra. Pero usted no ha sido un purista sino un profesional muy abierto. Decidi¨® ser moderno, pero no rechaz¨® ser populista construyendo poblados como Binibeca en Menorca.
R. Es que la vida tambi¨¦n va por otros lados. Binibeca es un poblado de pescadores y puede pensarse que es un lugar folcl¨®rico, pero la realidad es una: a la isla de Menorca la salvaron pueblos como Binibeca. En esos pueblos de nueva construcci¨®n se hac¨ªan casas m¨¢s o menos acertadas pero respetuosas con el volumen de lo construido y con las tradiciones constructivas de la isla. Ibiza est¨¢ destrozada. Menorca se ha salvado bastante, por eso en la isla le tienen cari?o a Binibeca.
P. ?Qu¨¦ hay que hacer para que la gente est¨¦ bien?
R. Algunos dicen que buscar emoci¨®n. Y eso es muy relativo. Emociones hay muchas. Para m¨ª el bienestar es la tranquilidad. El poder ser y estar. Y eso ya es dif¨ªcil conseguirlo en una ciudad. La ciudad es una construcci¨®n humana casi inhumana. Hoy me interesa m¨¢s un pescador que hace una casa que una casa hecha por un arquitecto.
P. ?Por qu¨¦?
R. Porque es m¨¢s real. Tiene menos man¨ªas. La hace desde dentro. Puede parecer exagerado. Pero los campesinos no se equivocan nunca cuando ponen una casa en un terreno. Hay mucho enga?o en la arquitectura. Y si enga?as con un gran edificio enga?as mucho.
P. La discrepancia entre lo que le gusta al gran p¨²blico y lo que defienden los arquitectos es tambi¨¦n un cl¨¢sico en la arquitectura.
R. El pueblo que construimos, Binibeca, fue un invento de los sesenta. Pero parece un lugar real, porque ahonda en lo popular. En su momento no tuvo buenas cr¨ªticas porque no era moderno. Me tacharon de folclorista. Y yo no buscaba folclore. Buscaba vivir bien. Claro que dud¨¦, pero lo que me convenci¨® fue el ¨¦xito de p¨²blico. Yo no creo que los arquitectos tengan patente de corso. El p¨²blico despu¨¦s de ver algo decide tras usarlo y ¨¦sa es la clave de la arquitectura. Lo dem¨¢s es moda. Y la moda pasa. De mis apartamentos en La Pedrera dijeron que eran falso modernismo. Que pod¨ªan destruirlos. Estuve con Serra, el presidente de Caixa Catalu?a, y me dijeron que respetar¨ªan dos. Pero no. Se lo han cargado todo. Ya s¨®lo queda el recuerdo de las magn¨ªficas fotos de Catal¨¢ Roca. Hay gente que prefiere discutir el nombre de la etiqueta a de verdad y a fondo juzgar la obra. Pues all¨¢ ellos. Cuando yo hice mis apartamentos en La Pedrera los amigos de Gaud¨ª, C¨¦sar Martinell y Bonet Gar¨ª, aplaudieron el proyecto.
P. ?C¨®mo ve la arquitectura que se hace hoy?
R. En mi ciudad, Barcelona, me costar¨ªa elegir algo. A m¨ª se me junta la obra con la persona y que llame realmente la atenci¨®n hay poco. Ese arquitecto que muri¨®, Enric Miralles, llevaba buen camino. Pero lo interesante no son las excepciones. Lo que debemos buscar es ver cosas por la calle. Hoy en d¨ªa en urbanismo se dibujan las carreteras y en lo que queda entre ellas, en los restos, es donde vive la gente. Yo soy contrario a este sistema. Creo que lo que habr¨ªa que hacer es lo que propon¨ªa Gropius, al que conoc¨ª en Boston cuando me lo present¨® Sert hace m¨¢s de medio siglo. ?l, como yo, cre¨ªa en las personas. Las personas son el centro. No me interesan las ciudades en las que mandan las carreteras.
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