Al Gore ense?a sus cartas
El ex vicepresidente dem¨®crata publica un libro pol¨ªtico pero sostiene que no es candidato
El nuevo libro que ayer sac¨® a la venta el vicepresidente Al Gore tiene toda la pinta de un programa pol¨ªtico de alguien que quiere mantener su nombre en el candelero y presentarse como alternativa para el futuro inmediato. Pero, si hay que hacer caso a su autor, ¨¦sa es una impresi¨®n equivocada. El libro, seg¨²n ¨¦l, es s¨®lo una contribuci¨®n desinteresada a la tarea de reparar el extraordinario estropicio causado por la presidencia de George W. Bush.
"No soy un candidato y ¨¦ste no es un libro pol¨ªtico, ¨¦ste no es el libro de un candidato. Se trata s¨®lo de que se han producido grietas en las bases de la democracia estadounidense que es necesario reparar", declar¨® ayer Gore a una cadena de televisi¨®n.
Pero lo cierto es que, por lo visto a pesar de Gore, la publicaci¨®n de este libro, The Assault On Reason (el asalto a la raz¨®n), ha reavivado las especulaciones sobre si el ex vicepresidente volver¨¢ a ser candidato a la Casa Blanca y ha devuelto su rostro a las portadas de varias publicaciones acompa?ado de interrogantes sobre su futuro pol¨ªtico.
En una campa?a tan larga y que ha comenzado esta vez con tanta antelaci¨®n, Gore tiene tiempo a¨²n de esperar a que se den las circunstancias adecuadas para lanzar su candidatura. Incluso sin ser candidato, las encuestas lo sit¨²an en tercer lugar entre los aspirantes dem¨®cratas, por detr¨¢s de Hillary Clinton y Barack Obama.
Si cualquiera de estos dos desfalleciera, especialmente Clinton, Gore siempre estar¨ªa ah¨ª para atender a una llamada de auxilio de su partido. Con Obama y Clinton en la carrera, Gore tendr¨ªa que aventurarse a una lucha fratricida de mucho m¨¢s dif¨ªcil pron¨®stico. Compita o no compita, Gore ense?a en el libro aparecido ayer muchas de sus cartas pol¨ªticas y se sit¨²a como una opci¨®n en el sector izquierdo del Partido Dem¨®crata. Llama a Bush mentiroso, arrogante y transgresor de la ley, le acusa de tener sus manos manchadas con la sangre de miles de norteamericanos y, sin decirlo abiertamente, sugiere que merece ser destituido.
El ex vicepresidente -derrotado por Bush en su anterior candidatura presidencial en 2000 en una pol¨¦mica y apretada elecci¨®n- critica tambi¨¦n a sus propios compa?eros dem¨®cratas en el Congreso, a los que acusa de complicidad con la Casa Blanca, y a los medios de comunicaci¨®n por no haber permitido un debate en profundidad sobre las causas para invadir en Irak. Algunas de las afirmaciones de Gore en este sentido pueden obligar a incrementar la ret¨®rica radical de los actuales candidatos dem¨®cratas, con las inciertas consecuencias que eso puede suponer.
Al Gore afirma en el libro: "La historia seguramente juzgar¨¢ la decisi¨®n de Estados Unidos de invadir y ocupar Irak como una decisi¨®n no s¨®lo tr¨¢gica sino absurda". Gore asegura que Irak no ten¨ªa nada que ver con los ataques del 11 de septiembre, lo que quiere decir que "el presidente nos llev¨® a la guerra sin tener que hacerlo y que m¨¢s de 3.000 soldados norteamericanos han muerto innecesariamente".
Gore insiste, no obstante, en que no dice todas esas cosas como un pol¨ªtico sino como un medioambientalista, como una persona preocupada por salvar el planeta. "Con el prop¨®sito de resolver la crisis clim¨¢tica", afirma, "estoy convencido de que vamos a tener que hacer frente a estas grietas aparecidas en los fundamentos de nuestra democracia".
Los grupos ecologistas son, precisamente, los principales impulsores de la candidatura de Gore en un momento en que el problema medioambiental promete ser una de las estrellas de la campa?a. Nadie m¨¢s acreditado entonces que Gore, que tiene un Oscar por su documental sobre el calentamiento global y cuyo libro del mismo nombre, An Inconvenient Truth (Una verdad inc¨®moda), fue un best-seller.
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