Signos de cambio
La econom¨ªa espa?ola sigue aumentando a un ritmo mucho m¨¢s elevado que el resto de las europeas, como demuestran los indicadores de PIB en t¨¦rminos de contabilidad nacional difundidos ayer por el Instituto Nacional de Estad¨ªstica. Durante el primer trimestre de este a?o, la tasa interanual de crecimiento fue del 4,1%, un registro sobresaliente si, adem¨¢s, se tiene en cuenta que ampar¨® un aumento del empleo del 3%. La peculiaridad que asoma en las cuentas nacionales, no obstante, es el lento viraje hacia un patr¨®n que los economistas llaman "m¨¢s equilibrado". El crecimiento sigue sosteni¨¦ndose sobre la construcci¨®n y el consumo de las familias, con tasas de aumento del 5,6% y 3,5% respectivamente. Pero ambos factores est¨¢n perdiendo suavemente impulso, mientras que el comportamiento del sector exterior mejora comparativamente con trimestres anteriores y ya s¨®lo resta 0,7 puntos a la progresi¨®n del PIB.
La orientaci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno ha buscado este cambio de modelo; por tanto, no hay que extra?arse de que suceda. Si acaso puede debatirse sobre la velocidad del cambio y sobre los resortes utilizados u omitidos para ejecutarlo. Sin embargo, la masa de maniobra de la econom¨ªa sigue siendo el ladrillo. Su inercia condiciona casi toda la pol¨ªtica econ¨®mica y es el v¨¦rtice donde confluyen todos los riesgos para la tasa actual de crecimiento. Los signos de que la llamada burbuja inmobiliaria est¨¢ deshinch¨¢ndose pueden encontrarse en la moderaci¨®n de los precios de la vivienda, la disminuci¨®n relativa de las construidas y, sobre todo, en el descenso del n¨²mero de hipotecas, nada menos que del 10,6% el a?o pasado.
Caben pocas dudas de que el aterrizaje del boom de la construcci¨®n, necesario por razones de estabilidad financiera y de salubridad social -la depredaci¨®n del paisaje, el coste de la vivienda y la corrupci¨®n urban¨ªstica constituyen hoy amenazas reales para el funcionamiento de las instituciones-, tendr¨¢ consecuencias sobre el crecimiento de la econom¨ªa. El achicamiento del mercado inmobiliario puede afectar en primera instancia al ritmo de creaci¨®n de empleo y al consumo. Por eso es necesario evitar una contracci¨®n brusca.
El Gobierno y los agentes del mercado deben gestionar una desaceleraci¨®n moderada del mercado del ladrillo mientras se produce la sustituci¨®n de factores. No es tarea f¨¢cil, porque hay que integrar objetivos aparentemente contradictorios: mantenimiento, incluso una ligera revalorizaci¨®n del valor de los activos inmobiliarios, contenci¨®n de los precios de venta y crecimiento del empleo. Las dos variables decisivas, las que facilitar¨ªan esta desaceleraci¨®n controlada de la burbuja, son el estrangulamiento de la corrupci¨®n inmobiliaria y la renovaci¨®n del capital de infraestructuras; las actuales son insuficientes para atender a las necesidades de una poblaci¨®n ocupada que crece sin cesar. Pero ¨¦sos son empe?os para m¨¢s de una legislatura.
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