Voluntad de r¨¦plica
Delgadina es el nombre que se le dio a la ni?a puta. Ten¨ªa 14 a?os y se mantuvo muda durante su relaci¨®n con el anciano. El hombre, al que llamaron sabio, aprovech¨® su silencio y su dormir para contarle historias. Eso suced¨ªa en Memoria de mis putas tristes, de Garc¨ªa M¨¢rquez. Pero en este libro que ahora comento, Delgadina no es una ni?a sino una joven, tambi¨¦n una mujer madura y una anciana y una persona vieja, tanto como el sabio cuando la conoci¨®: noventa a?os. El tiempo sopla r¨¢pido, ya en la vida real, ya en las p¨¢ginas de los libros. En El llanto de los caracoles, Mercedes Beroiz (Montevideo, 1956) se ha llevado a Delgadina y la ha metido en su propio libro para permitirle que hable. No ser¨¢ la ¨²ltima vez que un personaje de ficci¨®n se acomode en obras distintas de las que fue creado y se rebele y quiera ser otro.
EL LLANTO DE LOS CARACOLES
Mercedes Beroiz
Caballo de Troya. Madrid, 2007
93 p¨¢ginas. 11,90 euros
La propuesta de Beroiz es que Delgadina no calle y as¨ª sucede, pues tiene voluntad de r¨¦plica para contar sobre su silencio pasado, y el recuerdo es una voz que la aleja de aquella adolescencia donde se dedicaba a coser botones y a dormir con el anciano y la traslada a un territorio nuevo creado para ella y delimitado por las historias ¨ªntimas. Ese deseo persistente de concederle una identidad m¨¢s activa crece a paso acelerado pero tambi¨¦n confuso y hay historias que parecen golpes de sue?os. Est¨¢ su relaci¨®n con Rosa, tambi¨¦n tra¨ªda desde el otro libro, y Luis el m¨¦dico, y el padre librero, y la librer¨ªa y esa recomendaci¨®n de lectura sobre otra ni?a en Del amor y otros demonios. Es una contienda entre ella y la ella del autor primero, porque es un descubrimiento leerse y saberse otra a pesar de lo escrito. Es rebelarse por ser contada sin reconocerse. En el libro se lee: "No se dirigi¨® jam¨¢s a ella, sino a la idea que de ella se hizo el sabio". Pero tal rebeli¨®n no se observa o por lo menos no se sugiere su intensidad y hay que estar en las escenas de vejez para obtener de la autora sus mejores logros. Tambi¨¦n all¨ª consigue la lectura mayor entusiasmo, cuando la protagonista va desvelando una memoria agridulce centrada en la punta de unos zapatos de tac¨®n.
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