Darse a la fuga
Mientras veo en las librer¨ªas inglesas el anuncio de la nueva novela sobre el joven mago Harry Potter que aparecer¨¢ el pr¨®ximo mes de julio, se cumplen los ochenta a?os de la muerte de uno de los m¨¢s grandes magos de todos los tiempos, Harry Houdini. Este renacimiento del arte del ilusionismo coincide con el estreno de varias pel¨ªculas, numerosas publicaciones que versan sobre estos asuntos as¨ª como la reciente inauguraci¨®n del Teatro Circo Price, despu¨¦s de que el anterior circo estable de Madrid desapareciera hace treinta y siete a?os. En su gran espect¨¢culo inaugural "Charivari", tiene un papel estelar la ilusionista noruega Julia Chistiie que hace aparecer y desaparecer a personas y animales. ?Pas¨® Houdini por el antiguo Price?
Harry Houdini era el mago m¨¢s grande del mundo, mientras Arthur Conan Doyle era un famoso novelista. A1 autor brit¨¢nico le sucedi¨® lo mismo que a Victor Hugo. Cuando su hijo falleci¨® combatiendo en la Primera Guerra Mundial, s¨®lo encontr¨® consuelo en el espiritismo. Mago y escritor se admiraban mutuamente, pero ten¨ªan distintas ideas sobre ese sistema de comunicaci¨®n entre la vida y el m¨¢s all¨¢. Houdini le envi¨® a Doyle su libro The Unmasking of Robert Houdini, donde criticaba duramente estas pr¨¢cticas. El brit¨¢nico se molest¨® por aquellas opiniones que consideraba injustificables y, a partir de entonces, entablaron una larga correspondencia hasta conocerse en persona. Mientras que Doyle buscaba una esperanza, Houdini era implacable con quienes jugaban con la verdad. Al novelista le sorprendi¨® la airada reacci¨®n de aquella persona a quien consideraba con los mismos poderes sobrenaturales de los m¨¦diums. Pero el mago -dec¨ªa- se consideraba s¨®lo un hombre y su sabidur¨ªa era m¨¢s cient¨ªfica que espiritual. Doyle escribi¨®: "?Por qu¨¦ ir por el mundo buscando una demostraci¨®n de lo oculto cuando usted no hace m¨¢s que dar prueba de que existe?". Como las cartas no les hicieron renunciar a sus principios, cuando se conocieron, Doyle le prepar¨® varias sesiones. Houdini, un profesional del "enga?o", descubri¨® los trucos. El creador del detective Holmes, le recrimin¨® dici¨¦ndole que no hab¨ªa que ir a estas sesiones como un detective aborda a un sospechoso, sino con la generosidad de un alma humilde y religiosa que anhela ayuda y consuelo. Houdini, durante toda su vida, desde que naci¨® jud¨ªo-h¨²ngaro, vivi¨® con grandes dificultades y sacrificios como para atribuirle el ¨¦xito a poderes ocultos y no a sus propios m¨¦ritos. Cuando sali¨® a la luz Andanzas de un espiritista, Doyle se lo hizo llegar a Houdini. ?ste le contest¨® con Un mago entre los esp¨ªritus. La ruptura entonces fue definitiva. Doyle no s¨®lo cre¨ªa en el misterio, sino que lo necesitaba. Ten¨ªa fe. La mayor ficci¨®n para el narrador era la metaf¨ªsica. Sin embargo, para Houdini un mago nunca pod¨ªa estar entre los esp¨ªritus. Los esp¨ªritus eran, precisamente, lo que el mago disipaba. Entre ¨¦l y sus dificultades no hab¨ªa nadie ni nada salvo ¨¦l mismo y sus conocimientos y habilidades. No cre¨ªa en el misterio, sino en la capacidad para producirlo.
?Fue cruel el mago con el novelista? ?Fue cruel el mago con un padre desconsolado? Houdini cre¨ªa en la ficci¨®n, pero ¨²nicamente como una creaci¨®n y no como una realidad; mientras que su oponente viv¨ªa en la ficci¨®n. Uno representaba la dif¨ªcil cordura de la raz¨®n, el otro la fe en la imaginaci¨®n trascendente. Lord Dunsany acostumbraba a decir que imaginaci¨®n era igual a santidad. ?Qui¨¦n ten¨ªa raz¨®n? ?Qui¨¦n estaba acertado? ?Podemos consolarnos con la mentira y el enga?o? "El escepticismo es un reflejo de la convicci¨®n y la convicci¨®n es un refugio del escepticismo", dice Adam Phillips. ?Escepticismo, de qui¨¦n, de cu¨¢l, de qu¨¦?
Abdal¨¢ al Malagi, Cagliostro o el Caballero de Saint-Germain fueron para ?lvaro Cunqueiro algunos de los maestros precursores del arte de la fuga. El musulm¨¢n malague?o, del siglo XII, sol¨ªa desaparecer de-
tr¨¢s de un biombo dejando donde estuvo su cuerpo una columna de humo. Se dice tambi¨¦n que se sentaba en el aire, tragaba animales vivos, volaba y hasta lleg¨® a fabricar un golem antes que los jud¨ªos. Practic¨® la alquimia con ciertos resultados positivos, pero una noche, en Salerno, un grupo de encapuchados lo asalt¨® para robarle y lo asesinaron. Tambi¨¦n ellos murieron, pues las piedras preciosas que cargaron en los bolsillos se transformaron en brasas ardientes quemando sus cuerpos. Jos¨¦ B¨¢lsamo, Cagliostro de apodo, asegur¨® en su ¨²ltima fuga que su desaparici¨®n se prolongar¨ªa hasta mediados del siglo XX en que reaparecer¨ªa. Hasta ahora incumpli¨® su palabra. El Caballero de Saint-Germain fue m¨¢s cauto. Prometi¨® su regreso cuando adquiriese los tres poderes que consideraba esenciales: la ubicuidad, ver a trav¨¦s de los cuerpos y hablar todos los idiomas. ?Cu¨¢l de los tres debe ser la ciencia m¨¢s dif¨ªcil de aprender? ?Cu¨¢l de los tres lo retiene todav¨ªa? Para ser un gran mago, escribi¨® Joseph Conrad, es menester rendirse a poderes ocultos irresponsables, sean exteriores o se encuentren dentro del propio pecho; Conrad fue contempor¨¢neo de Houdini, y a este artista de la acci¨®n no le hubiera gustado la opini¨®n del novelista. Para Houdini la magia no era un don diab¨®lico, sino una forma de arte en la que el ¨¦xito consist¨ªa en ocultar lo dif¨ªcil, y en la que la dificultad es un enga?o. Por eso Houdini, a diferencia de sus antecesores, siempre regresaba, siempre resucitaba. ?l escribi¨® que el arte de la fuga era el arte de tentar a los accidentes, y los accidentes eran, precisamente, aquello a lo que se enfrentaban nuestras esperanzas. Podr¨ªamos sustituir la palabra "accidente" por la de "destino". Escapar, fugarse de qu¨¦. Del principio y del fin, del origen y del desenlace. De lo que siempre estamos escapando es del pasado y del futuro, aunque, vayamos donde vayamos, los encontraremos.
El psicoanalista Adam Phillips comenta que hay personas que pueden definirse por aquello de lo que escapan y otras por el hecho de estar siempre escapando. Houdini defin¨ªa su trabajo como un experimento cient¨ªfico sin ninguna explicaci¨®n disponible y se complac¨ªa en resaltar la inutilidad de su esfuerzo. Hac¨ªa cosas extraordinarias que no cambiaban nada; la fuga era un fin en s¨ª misma; era un inventor de sustos, de emociones. ?Pero no era tambi¨¦n un tormento para su cuerpo? ?Cu¨¢l es la tortura que vale la pena sufrir?, se preguntaba el autor de Los secretos de las esposas, "la que fabricas para ti mismo, y no se puede copiar porque depende de dones misteriosos". Houdini actuaba como un acusado y los espectadores como miembros de un tribunal. El p¨²blico se estremec¨ªa con el espect¨¢culo de aquel reo que sobreviv¨ªa a todas las condenas. Su arte se basaba en la emoci¨®n de la muerte en suspenso. La fuga era una resurrecci¨®n. El p¨²blico, en un acto de fe, se complac¨ªa en ser enga?ado. "Cejas tupidas, nariz aquilina, una presencia y una forma f¨ªsica casi militares, evoca a uno de esos idealizados bustos de c¨®nsules y generales romanos", as¨ª lo describi¨® Edmund Wilson. To take flight, darse a la fuga atado de pies y manos, encerrado en un ba¨²l con candados entre hielos o en el fondo del agua. Atado con sogas, cadenas, esposas, mordazas, candados, camisas de fuerza, todos los utensilios sadomasoquistas. La verdadera aventura era librarse, no estar libre. La verdadera aventura era escapar. Pero ?ad¨®nde?
Houdini, a diferencia de Cagliostro y Saint-Germain, siempre resucit¨®, siempre regres¨®, siempre retorn¨®. ?No hab¨ªa a donde ir? ?No hay a donde ir? Huir para regresar. Su bi¨®grafo, Kenneth Silverman, cuenta que un d¨ªa un joven estudiante entr¨® en el camerino del mago, una vez que hab¨ªa "regresado" de realizar su ¨²ltimo n¨²mero. "?Es cierto que puede aguantar los golpes m¨¢s fuertes en el abdomen?", le pregunt¨®. Houdini le respondi¨® que s¨ª y se lo dej¨® comprobar. D¨ªas despu¨¦s mor¨ªa de una peritonitis. "?Que nadie lo dude! ?El ¨²nico mago del mundo que regresa!", dec¨ªa un anuncio.
C¨¦sar Antonio Molina es director del Instituto Cervantes.
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