La farsa negra de los gemelos polacos
Los hermanos Kaczynski tienen ideas muy peculiares para gobernar y lustrar el pa¨ªs
Desde Irlanda del Norte hasta Ruanda, desde Kosovo hasta Timor Oriental, son muchos los que se enfrentan al problema de c¨®mo abordar un pasado dif¨ªcil. ?Es mejor recordar u olvidar? ?Hay que recurrir a juicios, purgas, comisiones de la verdad o, simplemente, hacer p¨²blicos los archivos? Lo que est¨¢ claro es que, si alguien quiere ver un ejemplo cl¨¢sico de c¨®mo no hacerlo, no tiene m¨¢s que fijarse en Polonia.
A la hora de acabar de forma pac¨ªfica con el comunismo, los polacos han demostrado que estaba equivocado. Entre 1979 (la primera visita del papa polaco a su pa¨ªs natal) y 1989 (el fin del comunismo, negociado por Solidaridad en una mesa redonda) fueron los pioneros de un nuevo tipo de revoluci¨®n no violenta en Europa. Sin embargo, desde entonces, su manera de afrontar el pasado comunista ha sido desastrosa.
La lustraci¨®n en Polonia es el instrumento de un sector de la clase dirigente, representado por los gemelos Kaczynski, para librar una lucha interna
Con ese llamamiento a la verdad hist¨®rica, lo que esos j¨®venes dicen, con el tono de superioridad moral de la juventud, es que ha llegado su hora
A falta de un papa polaco, me atrever¨ªa a sugerir que Dios se apresure a llamar a los gemelos, devotos cat¨®licos, y les diga c¨®mo resolver la situaci¨®n
El ¨²ltimo episodio en la farsa negra de Polonia es el relativo a la llamada Ley de la Lustraci¨®n, presentada por el primer ministro y el presidente, los gemelos casi id¨¦nticos Jaroslaw y Lech Kaczynski, nacionalistas y de derechas, que llegaron al poder con la promesa de eliminar el veneno rojo de la vida p¨²blica del pa¨ªs de una vez por todas. Lustraci¨®n, originalmente un t¨¦rmino romano que designaba una purificaci¨®n ritual, se refiere en la Europa poscomunista al proceso de investigar a las personas que ocupan cargos p¨²blicos para saber si colaboraron con el antiguo r¨¦gimen, especialmente con sus servicios secretos; nombrar y deshonrar a quienes lo hicieron, y a veces excluirles, como consecuencia, de diversos puestos de servicio p¨²blico.
La nueva ley polaca se redact¨® muy mal y en t¨¦rminos muy generales. Entre las categor¨ªas de personas que hab¨ªa que lustrar estaban todos los periodistas y profesores de universidad. Se aprob¨® un procedimiento por el que todos los afectados deb¨ªan presentar una declaraci¨®n en la que explicaran si hab¨ªan colaborado conscientemente y en secreto con los servicios de seguridad comunistas.
Declaraci¨®n humillante
Cuando estuve el mes pasado en Polonia, todo el mundo hablaba de qui¨¦n hab¨ªa o no hab¨ªa "firmado". Uno de los arquitectos de la transici¨®n pac¨ªfica en Polonia, Bronislaw Geremek, anunci¨® que no estaba dispuesto a firmar una declaraci¨®n tan humillante. Los portavoces del Partido de la Ley y la Justicia, el partido gobernante, dijeron que, en ese caso, deb¨ªa renunciar a su esca?o en el Parlamento Europeo. Inmediatamente surgieron gritos de protesta en todo nuestro continente, donde el profesor Geremek es admirado.
A principios de este mes, el Tribunal Constitucional polaco lleg¨® a la conclusi¨®n de que muchos art¨ªculos de la Ley de la Lustraci¨®n -entre ellos, la inclusi¨®n generalizada de profesores y periodistas y la declaraci¨®n individual en su formato actual- eran incompatibles con la Constituci¨®n. Por consiguiente, los lustradores tienen que volver a redactar el texto.
A estas alturas, todo el mundo tiene motivos ambiguos. Ya no es lo que podr¨ªa haber sido al principio: un intento sincero de marcar un comienzo nuevo para una joven democracia. La lustraci¨®n se ha convertido en el instrumento de un sector de la clase dirigente polaca, representado por los gemelos Kaczynski, para librar una lucha interna. Su objetivo no son s¨®lo los poscomunistas, sino el ala m¨¢s liberal y de izquierdas (por falta de un t¨¦rmino m¨¢s conciso) de la oposici¨®n pos-Solidaridad, gente como Geremek.
Hay adem¨¢s un matiz generacional. Varios de los m¨¢s en¨¦rgicos promotores de la Ley de la Lustraci¨®n son personas de treinta y tantos y cuarenta y tantos a?os: la generaci¨®n del 89. Un grupo similar a la generaci¨®n del 68 en Alemania Occidental, pero en esta ocasi¨®n m¨¢s de derechas que de izquierdas, los j¨®venes airados (que nunca han tenido que afrontar personalmente los graves dilemas morales que supone vivir en una dictadura) reprochan a la generaci¨®n de sus mayores su incapacidad de resolver un pasado dif¨ªcil. Pero bajo ese noble llamamiento a la verdad y la justicia hist¨®rica, lo que esos j¨®venes est¨¢n diciendo, con el implacable tono de superioridad moral de la juventud, es que ha llegado su hora.
?Qu¨¦ ense?anzas pueden extraer otros? Despu¨¦s de 1989, los l¨ªderes de la era pos-Solidaridad, que eran m¨¢s o menos liberales de izquierdas, alegaron argumentos para no hacer un juicio p¨²blico ni una depuraci¨®n del pasado comunista. Al principio pertenec¨ªan a un Gobierno de coalici¨®n en el que tambi¨¦n hab¨ªa comunistas que acababan de ceder de forma pac¨ªfica el poder, y el Ej¨¦rcito Rojo segu¨ªa presente. Y hab¨ªa otras cosas m¨¢s urgentes: construir una econom¨ªa de mercado, una democracia liberal y el imperio de la ley. Junto a todo eso, algunos -como Adam Michnik, el influyente activista de Solidaridad y escritor pol¨ªtico- defend¨ªan la necesidad de hacerlo "a la espa?ola". Igual que hab¨ªa hecho Espa?a despu¨¦s de Franco, Polonia, despu¨¦s de Jaruzelski, deb¨ªa olvidar el pasado.
Ahora puede verse que ese sistema fracas¨®. En realidad, el ¨²nico sitio que conozco en el que ha salido bien es Espa?a, e incluso en este caso ha habido que pagar un precio. En cualquier otro pa¨ªs con un pasado desagradable que no se ha afrontado como es debido, ¨¦se sigue siendo un problema que envenena la pol¨ªtica actual. Tras muchos a?os de discutir amigablemente este tema con Adam Michnik, al abrir el otro d¨ªa su peri¨®dico, Gazeta Wyborcza, me sorprendi¨® leer que dec¨ªa que lo ¨²nico que se puede hacer ya, dada la ca¨®tica situaci¨®n polaca, es abrir al p¨²blico todos los archivos de la polic¨ªa secreta. ?De un extremo al otro! Para hacer eso y, al mismo tiempo, proteger los derechos b¨¢sicos a la intimidad es precisa una administraci¨®n de archivos escrupulosamente neutral, bien dotada y con funcionarios profesionales y preparados, que se comprometan a que, por ejemplo, los detalles puramente personales que pudieran figurar en los informes de la polic¨ªa, sobre vidas sexuales y antecedentes m¨¦dicos, queden cuidadosamente expurgados de las fotocopias de los expedientes que se hagan p¨²blicos. Una administraci¨®n de ese tipo es precisamente lo que no tiene Polonia, con un Instituto de la Memoria Nacional muy politizado y plagado de filtraciones. Esa v¨ªa contribuir¨ªa a¨²n m¨¢s a causar perjuicios e injusticias.
Cuesti¨®n de oportunidad
Sin embargo, existe un argumento contra la lustraci¨®n que es una versi¨®n ligeramente modificada del de 1989, y que se basa en una cuesti¨®n no de principios, sino de oportunidad. Me lo expuso hace poco nada menos que Ralf Dahrendorf, y es el siguiente: primero hay que sentar las bases para el futuro y luego dedicarse a abordar el pasado. Primero hay que construir la democracia liberal, la econom¨ªa de mercado y el imperio de la ley, como hicieron Alemania Occidental en los a?os cincuenta y Polonia en los noventa; entonces estaremos en mejor situaci¨®n para luchar con nuestros espectros, pardos o rojos. Es un argumento serio. La Polonia actual, miembro de la OTAN y la UE, con medios de comunicaci¨®n independientes, una econom¨ªa en expansi¨®n y un Tribunal Constitucional con la fuerza suficiente para revocar una ley defectuosa, est¨¢ en mejores condiciones para capear el temporal que si lo hubiera intentado en el oto?o de 1989. Pero, por otro lado, el temporal ha crecido mucho en estos a?os. El retraso tambi¨¦n tiene un coste considerable. El veneno se acumula en el sistema. Y a las personas con muchas cosas que ocultar les favorecen los a?os de olvido.
Al final, sigo convencido de que, cuanto antes se haga, mejor. Al decir hacer, me refiero a una lustraci¨®n r¨¢pida, escrupulosa, recurrible individualmente, de quienes ocupan cargos p¨²blicos verdaderamente importantes, y, sobre todo, una especie de juicio p¨²blico sobre las grandes cuestiones de un pasado problem¨¢tico.
Dios sabe qu¨¦ har¨¢ Polonia ahora. Es m¨¢s, a falta de un papa polaco, me atrever¨ªa a sugerir que Dios se apresure a llamar directamente a los gemelos -devotos cat¨®licos- y les diga c¨®mo resolver la situaci¨®n. Mientras tanto, otros pa¨ªses pueden aprender de los errores polacos.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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