No votar es "guay"
Camps y Rita han vuelto a entrar en el pa¨ªs y en la ciudad, victoriosos sobre sus escudos. Pero para ratificar que detr¨¢s de una frase hecha suele haber una gran verdad leo el mensaje de un amigo que lejos de participar en esta org¨ªa de "an¨¢lisis de altura", se consuela porque quiere. Dice as¨ª: "Cuando camines por Valencia recuerda que tienes un 71% de probabilidades de cruzarte con alguien que no ha votado PP. Y si recorres el Pa¨ªs Valenciano, atenci¨®n porque las probabilidades de encontrarte con alguien que no haya votado PP son del 74%". Les dir¨¦ que poco antes de que este paisanaje (al menos el votante) se nos revelara tan contundentemente de derechas, con medios propios andaba yo realizando mis propios sondeos preelectorales, una forma casera de tratar de detectar si era verdad que la clave iba a estar en la abstenci¨®n. Entre mis iguales o parecidos en edad, condici¨®n y opini¨®n s¨ª encontr¨¦ ganas de votar por el cambio. Y de hecho no creo que un 70% de participaci¨®n sea poca cosa, un nivel tan lamentable al que hayamos de atribuir en exclusiva la debacle sufrida por la izquierda. Pero es que tambi¨¦n recab¨¦ informaci¨®n entre las "gargantas profundas" infiltradas en el mundo de los diecimuchos y veintipocos, las cuales me chivaron que participar en pol¨ªtica no mola, ni siquiera a trav¨¦s del simple y poco extenuante acto de depositar el voto: la vida privada es lo primero, c¨®mo perder un domingo con semejante bobada... Al borde de una profunda depresi¨®n deduje: a) la aparente autosuficiencia con que justifica el abstencionismo tanto ¨¢crata de pacotilla se debe en fondo y forma a su gran ignorancia acompa?ada por la incapacidad de reconocerla (podr¨ªan decir: no tengo ni pajolera idea de a qui¨¦n me conviene apoyar y por tanto paso de hacerlo); b) lo inconmensurable del fracaso de toda una generaci¨®n (la nuestra, la de sus padres y sus madres) y de un sistema educativo que fabrica ingenieros analfabetos; c) y por tanto, el innegable ¨¦xito de una maquinaria productora de consumidores d¨®ciles y de ciudadanos y ciudadanas fofos e infantiloides, salvo honrosas excepciones (la llamada generaci¨®n de la ca¨ªda del muro suma aqu¨ª 179.000 votos que por lo visto no han podido ser ganados por el cambio).
Pero, ?qui¨¦n nos ha dicho que buena parte de nuestro divino tesoro no es conservador y que por tanto acepta de buen grado los ¨¦xitos de un PP que ha organizado los actos m¨¢s llamativos? En Villena "no se recuerda un mitin igual": fiest¨®n con reguet¨®n y gog¨®s en tanga. En Extremadura el gancho consisti¨® en barra libre las tres primeras copas y a un euro las siguientes... O sea: en vez de paella, cogorza y culos para todos...
En fin, cantos de sirena destinados a un electorado mayoritariamente vol¨¢til y desleal, que se mueve m¨¢s por im¨¢genes y simpat¨ªa que por la ideolog¨ªa o planes de gobierno. Un electorado emotivo que en muchos casos decide en el ¨²ltimo momento.
Algunos j¨®venes pasotistas manejan una coartada m¨¢s o menos "antisistema": no les gusta c¨®mo est¨¢n las cosas y prefieren mantenerse al margen. Henchidos de pureza, alegan que la pol¨ªtica es una porquer¨ªa y que quienes a ella se dedican mienten y roban por igual.
Cuando oigo o leo a esta gente navegando con su fatuo desprecio por la red, siempre pienso en todos los chicos y chicas con que me cruzo cada ma?ana temprano: caminan de uno en uno, enchufados a los auriculares. Gesticulan y mueven los labios en reconcentrada letan¨ªa, absortos en su m¨²sica y ausentes de todo lo dem¨¢s. No escuchan ni oyen los tubos de escape, pero tampoco a los p¨¢jaros que se desperezan. No se enteran de los molestos cl¨¢xones, pero tampoco de la apremiante sirena de la ambulancia. Una costumbre peligrosa: hace poco muri¨® un chaval que cruzaba las v¨ªas aislado en su burbuja de decibelios, ajeno a la campana, a los gritos, al desesperado pitido del tren que acab¨® arroll¨¢ndole.
Estas desgracias tambi¨¦n son parte de la par¨¢bola, porque lo que ocurre cuando est¨¢s pero no est¨¢s en el mundo es que acaban pas¨¢ndote (pas¨¢ndonos) por encima camiones, metros y excavadoras. Sin siquiera o¨ªrlos llegar.
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