Nadal ya es Nadal
El manacorense bate a Hewitt en tres 'sets' en su "mejor partido" del torneo - El bicampe¨®n se las ver¨¢ en los cuartosde final con Moy¨¤, que derrot¨® a Bjorkman - El vencedor de 1998 nunca hab¨ªa llegado tan lejos en los ¨²ltimos tres a?os
El partido muri¨® en la red. Lleyton Hewitt bramaba gritos de guerra en comuni¨®n con la grada. Hewitt mord¨ªa. Hewitt atacaba. Hewitt, el pulso firme y la mirada envenenada, hurgaba en las dudas de Rafael Nadal. El espa?ol, impecable hasta entonces, se hab¨ªa dejado atrapar en terreno prohibido, incapaz de cerrar el partido. Nadal fallaba.
"Se mueve tan bien de un lado a otro que debes buscar siempre el golpe perfecto", dice Hewitt
El marcador se apretaba. Y la vida del encuentro se decid¨ªa en el tie-break. En terreno Hewitt. El australiano, convencido y lanzado, mandaba por 5-4 en el desempate. Rug¨ªa la pista Philippe Chatrier. Gritaba Hewitt. Y Nadal temblaba. Puestos los ingredientes del drama, apareci¨® la red. El suplicio de Hewitt. Y las tres jugadas con las que tir¨® el encuentro. En la red se perdi¨® la bola que deb¨ªa dejarle a un punto del set. En la red muri¨® el peloteo que le deb¨ªa mantener en el partido. Y ah¨ª, atrapado entre la cinta y el clavo, sujeto por un muro, muerto, se qued¨® el golpe que ten¨ªa que salvarle. Hewitt, el diablo vestido de tenista, ya no juega en Roland Garros: 6-3, 6-1 y 7-6 (7-5). Par¨ªs tendr¨¢ un semifinalista espa?ol. Nadal luchar¨¢ en los cuartos contra Carlos Moy¨¤, su mentor, que se deshizo del sueco Jonas Bjorkman en un partido dictado por la ley de su derecha: 7-6 (7-5), 6-2 y 7-5.
Hewitt entreg¨® los dos primeros sets intentando ganarlos. No es cosa menor. Muchos tenistas se sienten impresionados por la fuerza, los saltos, el juego agresivo y las energ¨ªas de Nadal. Hewitt, no. El australiano rebusc¨® en su repertorio buscando guerra. Lo que se encontr¨® fue el vac¨ªo, la red, un batiburrillo de fallos, malos servicios y jugadas mal acabadas. No desesper¨®. Sigui¨® fiel a su plan de tiral¨ªneas y corneta, de clase y ¨¦pica. Aguant¨® sin alterarse el paseo de Nadal, la marcha imperial a velocidad de crucero con la que el mallorqu¨ªn mand¨® en los dos primeros sets. Y le apret¨® de lo lindo durante la tercera manga, vivida con alborozo por el grader¨ªo de la Philippe Chatrier, p¨²blico elitista, p¨²blico de corbata, p¨²blico de sombrero y pantal¨®n de pinzas. En lunes, la gente corriente no ve tenis bajo el sol veraniego. En lunes, trabaja.
El reto de Hewitt encendi¨® la mejor versi¨®n de Nadal. El espa?ol siempre asegura lucha. Ayer, adem¨¢s, ense?¨® por primera vez en el torneo su tenis largo, milim¨¦trico en el ajuste, ilimitado en el esfuerzo, inteligente en las dejadas. Nadal, por fin, fue Nadal. Llegan los d¨ªas de faena grande, la jornada de los cuartos, y el manacorense se siente preparado. Su puesta de largo se ha hecho esperar: el bicampe¨®n navegaba por Par¨ªs concediendo puntos de break, desaprovechando facilidades e imponi¨¦ndose a rivales menores por aplastamiento e inercia.
"Hasta hoy jugaba para no perder. Ahora juego para ganar", reconoci¨® Nadal. "Es el partido en el que he sufrido menos desde que estoy aqu¨ª. Normalmente, la presi¨®n aumenta seg¨²n pasan las rondas. A m¨ª me sucede lo contrario. He hecho un gran partido, el mejor de todo el torneo. Estoy metido y jugando mejor", continu¨®; "intent¨¦ no jugarle a ritmo, que no se apoyara sobre mi bola".
La prueba de Hewitt tiene valor porque Nadal gan¨® jugando en contra de su naturaleza. El espa?ol, presionado por la grada, acogotado por los gritos de "?Hewitt!" y el sonido de los tel¨¦fonos m¨®viles, decidi¨® en el vestuario que contra el australiano no le serv¨ªa su plan de juego m¨¢s cl¨¢sico. Rusty, como le conocen en Australia, vive feliz en el derroche f¨ªsico. Su rev¨¦s es endiablado. Y por ah¨ª, que es por donde Nadal suele atacar, es por donde Hewitt hace m¨¢s da?o. Se vio en el Masters de Hamburgo, la pen¨²ltima vez que se enfrentaron. Ayer, no. Nadal cambi¨® de planes. "Le tir¨¦ menos al rev¨¦s para que no me abriera ¨¢ngulos", explic¨®.
"Yo hice el trabajo duro", reflexion¨® Hewitt, "pero se me escap¨® en el tie-break. El sol me molest¨®. Por eso perd¨ª el partido. Eso es lo que hace Nadal. Se mueve tan bien de un lado a otro que hace que sientas que debes buscar siempre el golpe perfecto".
Nadal ya est¨¢ en los cuartos de final. Ahora tiene que pasar el examen de Moy¨¤, su amigo, su gu¨ªa, compa?ero de andanzas y ahora adversario. La prueba de todo un ex n¨²mero uno. Juegue contra quien juegue, ya sabe que no tiene enamorada a la grada. Par¨ªs quiere ver partidos, no paseos militares.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.