Taylor, primer jefe de Estado africano juzgado por un tribunal internacional
El ex presidente de Liberia, acusado de cr¨ªmenes de guerra, desaf¨ªa a los jueces en La Haya
Charles Taylor, ex presidente de Liberia acusado de cr¨ªmenes de guerra y contra la humanidad, desafi¨® ayer al Tribunal Especial sierraleon¨¦s -trasladado por motivos de seguridad a Holanda- y no compareci¨® a la apertura del proceso. La fiscal¨ªa abri¨® el caso en su ausencia, con el relato de los asesinatos, mutilaciones, violaciones de civiles y abuso de ni?os soldado cometidos con las armas pagadas por ¨¦l.
Taylor, de 59 a?os, apoy¨® y financi¨® a los rebeldes del Frente Unido Revolucionario (FUR) de Sierra Leona para controlar las minas de diamantes del pa¨ªs vecino y hacerse con el poder en una guerra civil (1991-2002) que se cobr¨® unos 300.000 muertos,
El juicio contra Taylor, descendiente de los esclavos liberados (libertos) con los que EE UU fund¨® el pa¨ªs en el siglo XIX, elegido presidente de Liberia en 1997 y expulsado de Monrovia en 2003, presenta retos considerables. Nunca estuvo en Sierra Leona, escenario de los cr¨ªmenes que se le imputan. Sin embargo, el hecho de haber optado por una sede territorial en el extranjero y en las dependencias de la Corte Penal Internacional -conservando la jurisdicci¨®n del Tribunal Especial- para no desestabilizar una zona a¨²n convulsa, tal vez sea la demostraci¨®n de la influencia que conserva.
Para la acusaci¨®n, ello supone el esfuerzo a?adido de tener que probar que Taylor "urdi¨® un plan que hizo posible unos delitos atroces que no evit¨®, aunque fueran perpetrados por otros", en palabras del fiscal jefe de la causa, Stephen Rapp. Por eso, cuando Karim Khan, el segundo abogado del equipo de Taylor, anunci¨® ayer que hab¨ªa sido despedido porque ¨¦ste pensaba defenderse solo, la sala no ocult¨® su sorpresa.
Lo que sigui¨® fue un ejercicio de esgrima legal entre un turbado letrado que acabar¨ªa por abandonar la sala, y la enfadada presidenta del Tribunal, Julia Sebatinde. "Se?or¨ªa, no soy un letrado de oficio como los que ten¨ªa el ex presidente serbio Milosevic", le dijo Kahn. "El m¨ªo era un acuerdo privado y mi cliente lo ha cancelado". Despu¨¦s de consultar los estatutos del Tribunal, Sebatinde respondi¨® con dureza: "Esta corte le ha ordenado que defienda a su cliente s¨®lo por hoy. Luego ya abordaremos sus quejas. Si se marcha ahora, puede incurrir en rebeld¨ªa".
"T¨¦cnicas extremas"
Con Khan fuera de juego instantes despu¨¦s y el juicio listo para empezar sin su ¨²nico acusado presente, el fiscal afirm¨® que los cargos contra Taylor demuestran "clara motivaci¨®n para llegar al poder, buscar aliados y amedrentar con violencia a sus contrarios". Algo que le resultaba familiar, puesto que "proporcionando armamento al FUR, Taylor instig¨® en la capital, Freetown, los mismos cr¨ªmenes que antes cometiera el Frente Patri¨®tico Nacional de Liberia que comandaba desde Monrovia".
Al segundo fiscal de la causa, Mohamed Bangora, le correspondi¨® describir los "devastadores efectos sobre la gente corriente, pobre, indefensa y sin posibilidad de escapar del horror generado por los rebeldes liberianos y sierraleoneses a las ¨®rdenes de Taylor". Entre noviembre de 1996 y enero de 2002, "los hombres del FUR practicaron t¨¦cnicas extremas con d¨ªas enteros de violencia contra civiles", dijo Bangora. En un intento de agilizar el juicio y evitar as¨ª chascos como el del ex presidente serbio Milosevic, que falleci¨® sin sentencia, se intentar¨¢ concluir el proceso en 2008.
Diamantes sangrientos
A pesar de su espantada inicial, Charles Taylor ha ca¨ªdo en la red cada vez m¨¢s amplia de la justicia internacional. Su destino lo decidir¨¢n los jueces del Tribunal Especial para Sierra Leona, que ayer garantizaron que tendr¨ªa acceso inmediato al abogado que pide, ocupado a¨²n en otro proceso en Freetown. Tambi¨¦n dispondr¨¢ de m¨¢s medios log¨ªsticos. Pero antes deber¨¢ responder de unos cargos cuya lectura devuelve una imagen atroz de lo ocurrido en la tierra vecina de Liberia. Algunos de los actos que la dibujaron no son ¨²nicos en las guerras africanas, como el uso de ni?os soldado o las violaciones en grupo de mujeres y ni?as. Lo que diferenciaba los m¨¦todos de Taylor era "la sa?a con que perpetraban los delitos", seg¨²n el fiscal Stephen Rapp.
Menores hasta de ocho a?os drogados y forzados a contemplar mutilaciones de civiles que perd¨ªan brazos, piernas y orejas para aprender a hacerlo luego ellos. Ni?os que aniquilaron a sus familiares y ahora que son adultos no pueden regresar a sus pueblos, arrasados cuando portaban armas m¨¢s grandes que ellos. Que no tuvieron infancia y han perdido su futuro. Y luego las violaciones. Perpetradas durante d¨ªas, en serie y sin distinci¨®n de edad, muchas de las v¨ªctimas fallecieron tras los asaltos. En conjunto, una especie de maniobra sangrienta para controlar las minas de diamantes de Sierra Leona, asaltar el poder y esquilmar los recursos naturales del pa¨ªs invadido.
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