Para la vida
M¨¢s de 80% de las interrupciones voluntarias del embarazo que se practican en Espa?a tienen lugar en centros privados. La revista Tiempo tambi¨¦n revela en su ¨²ltima edici¨®n que incluso en los tres supuestos que contempla la ley, ning¨²n hospital p¨²blico de Navarra y Extremadura practica abortos debido a la objeci¨®n de conciencia de los facultativos, aunque algunos de estos s¨ª informan de las cl¨ªnicas privadas m¨¢s cercanas. Poco m¨¢s o menos, lo de siempre. No se ha secado la tinta con que daba explicaciones la jerarqu¨ªa cat¨®lica sobre el porqu¨¦ son tan imprescindibles los estudios de Medicina en su Universidad privada: se trata de formar m¨¦dicos que protejan la vida, argumento que mereci¨® una contundente r¨¦plica por parte del rector de la Universidad de Valencia.
En la jornada previa a las elecciones, la carta semanal del arzobispo invitaba a votar a quienes rechacen el aborto y protejan "a la familia y al verdadero matrimonio". No recuerdo que nada se dijera en ella de la seguridad y libertad de miles de mujeres y ni?os que sufren las consecuencias de la falta de pol¨ªticas de planificaci¨®n y atenci¨®n.
El 28 de mayo a¨²n and¨¢bamos en estado de shock traum¨¢tico post-electoral, pero aquel era el D¨ªa Internacional por la Salud de las Mujeres. Naturalmente, la salud reproductiva es uno de los aspectos m¨¢s importantes y al mismo tiempo menos atendidos, ya que a menudo depende de ciertos dogmas religiosos contrarios al esp¨ªritu de los derechos humanos y de la evidencia cient¨ªfica. La ¨²ltima Asamblea General de la ONU celebrada el pasado octubre adopt¨® como nueva meta, dentro del quinto Objetivo del Milenio, el acceso universal a la salud reproductiva en 2015. Ello comportar¨ªa salvar a m¨¢s de medio mill¨®n de mujeres que mueren cada a?o por problemas relacionados con el embarazo y el parto. ?frica es el continente que m¨¢s sufre por estas carencias, aunque la influencia de la religi¨®n probablemente se acusa m¨¢s en Am¨¦rica Latina y Caribe, donde cada a?o sucumben 23.000 mujeres (muchas de ellas ni?as y adolescentes) por no poder ejercer su sexualidad y reproducci¨®n en libertad y con autonom¨ªa. En Per¨², cuya legislaci¨®n sobre el aborto terap¨¦utico tiene 80 a?os, fallece una cada 8 horas. Argentina se encuentra ahora en plena campa?a por la despenalizaci¨®n, exigida por 250 organizaciones civiles que claman contra el medio mill¨®n de abortos clandestinos con una tasa de mortalidad 20 veces superior a la de pa¨ªses donde est¨¢ legalizado. Chile, El Salvador y Nicaragua penalizan el aborto en cualquier circunstancia, aunque en el primero se realizan m¨¢s de 50.000 anuales con s¨®lo 15 millones de habitantes (en Francia, donde es legal, se registran 140.000). Chile permiti¨® el terap¨¦utico hasta 1989, a?o en que la dictadura de Pinochet se encarg¨® de derogarlo antes de abandonar el poder. Luego se ha recorrido un intrincado camino en los tribunales, que agobiados por la Conferencia Episcopal revocaron decisiones de la entonces ministra de Sanidad Michelle Bachelet. Ahora las farmac¨¦uticas, tambi¨¦n bajo presi¨®n, est¨¢n retirando del mercado preparados anticonceptivos de emergencia. Una p¨¢gina web del Senado desapareci¨® sorpresivamente cuando una encuesta daba el 60% de los votos a la opci¨®n favorable a la despenalizaci¨®n.
En M¨¦xico est¨¢ siendo muy criticado el recurso de inconstitucionalidad contra la ley despenalizadora presentado por el Ombudsman Jos¨¦ Luis Soberanes. Organizaciones feministas y pro derechos humanos han reaccionado con indignaci¨®n, pero planteando una contraofensiva no de movilizaciones sino basada en campa?as de informaci¨®n: carteles, anuncios en radio y folletos sobre los pasos a dar para la interrupci¨®n legal del embarazo.
Tambi¨¦n circula una carta a Evo Morales para que la Constituci¨®n de Bolivia que ahora se discute no sea redactada bajo dogmas religiosos: 6 de cada 10 embarazos son no deseados y cada 6 d¨ªas muere una mujer a consecuencia de un aborto inseguro, v¨ªctimas principalmente rurales, ind¨ªgenas y de bajos recursos.
?Estas no son vidas a preservar, se?ores arzobispos?
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