El bailar¨ªn de acero
Capello encomienda a Diarra la misi¨®n de echar el cerrojo del Madrid en La Romareda
"?C¨®mo no voy a ser un gran bailar¨ªn?", dice Mahamadou Diarra, con profunda voz de bar¨ªtono, apuntando sus dos ojillos de tuareg al interlocutor ignorante. "?Si soy africano...!".
Adem¨¢s de tener la pelvis m¨¢s flexible de la plantilla del Real Madrid, este futbolista nacido (1984) en Bamako, la capital de Mali, es una de las apuestas m¨¢s firmes de Fabio Capello para poner el cerrojo al campo esta noche en La Romareda. "Es un destructor", sintetiza Sergio Ramos; "cuando ¨¦l se mete entre los centrales, tienes la tranquilidad de que no va a dejar pasar a nadie limpiamente".
Diarra es el ¨²nico jugador madridista, junto con Casillas y Van Nistelrooy, que particip¨® en las 22 victorias del equipo en la Liga. En las mezclas de Capello siempre hay ingredientes ins¨®litos. Salvo Diarra. El maliense es la esencia de la receta. Esta noche, ante el Zaragoza, no ser¨¢ una excepci¨®n. El campo es peque?o, apto para no tener mucho el bal¨®n y encerrarse a esperar. ?sta es la t¨¢ctica que planea Capello para el partido que le puede dar su segunda Liga.
"Cuando se mete entre los centrales, no deja pasar a nadie", dice Ramos del maliense
"Estoy contento por una cosa", dijo ayer Capello; "el Zaragoza necesita ganar. No estar¨¢n tranquilos. Estaremos psicol¨®gicamente igual que ellos". El italiano es de esos t¨¦cnicos que, instintivamente, examinan la debilidad del adversario antes que la propia fuerza. Ayer se mostr¨® feliz al considerar que el Zaragoza deber¨ªa tomar la iniciativa. Esto le permitir¨ªa replegar al Madrid a la espera del error ajeno. Y para esperar, para jugar a no tener el bal¨®n, Diarra es un fen¨®meno. Por si fuera poco, reboza "esp¨ªritu".
"Seguro que en todos los equipos siempre hay uno que tiene m¨¢s esp¨ªritu de equipo que los dem¨¢s", dice Capello; "¨¦l vino de un equipo como el Ly¨®n en el que este esp¨ªritu de colaboraci¨®n ya exist¨ªa. Es la clase de jugador que exige ganar al grupo. Ahora muchos jugadores del Madrid han entendido este esp¨ªritu".
Lo ¨²nico que preocupa a Capello y sus ayudantes cuando examinan a Diarra es su tendencia natural a la libertad espiritual y f¨ªsica. "Es africano", dicen. Con ello explican su tempranera asociaci¨®n con Cassano. Ambos formaron una pareja d¨ªscola y ruidosa que a comienzos de la temporada empuj¨® la paciencia del entrenador al l¨ªmite. Ahora Diarra se muestra m¨¢s sosegado. Su esposa, una maliense de ojos verdes, y su hijo ya se han instalado en Madrid. Y ¨¦l disfruta de los viajes con el equipo dedicado a la contemplaci¨®n y a la m¨²sica subsahariana contempor¨¢nea. No es raro verle tendido en los aeropuertos, o en los aviones, ocupando varios asientos, o alg¨²n rinc¨®n, con la cabeza hundida en dos auriculares profesionales. Ayer, mientras el avi¨®n se aproximaba al aeropuerto, se qued¨® mirando La Romareda como si intentase medir la superficie que le corresponder¨¢ defender hoy.
Sus compa?eros agradecen su derroche energ¨¦tico. "Es muy fuerte y tiene un car¨¢cter que contagia optimismo", apunta Ramos; "estos jugadores, un poco exc¨¦ntricos, son imprescindibles en un vestuario".
Emerson menea la cabeza. "Diarra es el que m¨¢s habla de todos", dice su pareja en el medio centro; "no para de dar indicaciones. El problema es que, como habla en franc¨¦s, nadie le entiende".
Diarra cree en la magia del di¨¢logo. Ignorando por completo los obst¨¢culos culturales, el hombre se desata en la lengua de Balzac sin importarle que su auditorio est¨¦ compuesto por gente de Pelotas, Belo Horizonte, Sevilla, Pontevedra o N¨¢poles. "?Tenemos que hablar m¨¢s!", suele decir; "?si no queremos que nos saquen tantas tarjetas, tenemos que hablar en el campo! El di¨¢logo es importante para todo. Para el f¨²tbol tambi¨¦n".
En el entrenamiento de ayer, Capello mont¨® un partido en campo reducido mezclando titulares con suplentes. Gago y Emerson formaron en un bando. Diarra, en el otro, con Guti. Emerson se march¨® euf¨®rico. Dando golpes a la puerta del vestuario. Se?al de que jugar¨¢, tal vez. Dec¨ªa: "Estoy a punto". Sobre Diarra no hay dudas. Es el ingrediente fundamental y ¨¦l sabe la raz¨®n. Dado a proferir exabruptos, cierto d¨ªa sali¨® de Valdebebas gritando a todo pulm¨®n. Como si estuviese en medio de un desierto: "?Sooooooy el que m¨¢s correeeeee...!".
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