Rajoy debe escoger

No era lo mismo disentir sobre la pol¨ªtica antiterrorista cuando ETA hab¨ªa anunciado su decisi¨®n de no matar que cuando, como es el caso ahora, tras el comunicado que ha puesto fin a 15 meses de inactividad criminal, la banda ha proferido una amenaza de alcance general contra los ciudadanos y las instituciones. Si hasta este momento las diferencias entre los dos grandes partidos eran un motivo de desaliento para los dem¨®cratas, mantenerlas en las nuevas circunstancias supone faltar gravemente a uno de los deberes de Estado que comparten el Gobierno y la oposici¨®n. El comunicado ha puesto fin a muchas cosas, y la principal es el derecho de los ciudadanos a no ser amenazados ni asesinados por causa de sus ideas. Pero entre esas muchas cosas se encuentran tambi¨¦n las calumniosas soflamas del Partido Popular acerca de las cesiones del Gobierno, as¨ª como el infundado optimismo del Ejecutivo para acabar con el terrorismo a trav¨¦s de un esquema en dos tiempos, separando el fin de la violencia y la negociaci¨®n de las cuestiones pol¨ªticas.

Al terrorismo hay que enfrentarse desde la unidad de los dem¨®cratas. Mariano Rajoy no puede seguir zaf¨¢ndose de las inexcusables responsabilidades que le ata?en por el procedimiento de imponer condiciones previas al Ejecutivo: ante un eventual nuevo crimen de ETA, no es de recibo que el ¨²nico discurso pol¨ªtico del principal partido de la oposici¨®n consista en decir que ya lo hab¨ªa advertido. Si en la reuni¨®n de ma?ana en La Moncloa no se sientan las bases de un nuevo acuerdo antiterrorista que incluya a todas las fuerzas democr¨¢ticas, ser¨¢ sin duda un grave fracaso de quien ha tenido y tiene la obligaci¨®n primera de articularlo, que es el jefe del Gobierno, quien ayer asegur¨® al comit¨¦ federal de su partido que ser¨¢ implacable con ETA. Pero tambi¨¦n ser¨¢ un fracaso del l¨ªder de la oposici¨®n si intentase disimular cualquier inaceptable reticencia a un acuerdo escud¨¢ndose en una bater¨ªa de condiciones, cuyo cumplimiento, por lo dem¨¢s, no est¨¢ siempre en manos del Ejecutivo. No es seguro que recrudecer la oposici¨®n en el ¨¢mbito de la lucha antiterrorista reporte votos; pero si as¨ª fuera, habr¨ªa que contabilizarlos en el haber del oportunismo y no del sentido de Estado. En la cita del lunes Rajoy debe escoger.

La resoluci¨®n de mayo de 2005 ha quedado invalidada por la decisi¨®n de ETA de volver a las armas. El Pacto Antiterrorista, por su parte, s¨®lo incluye a dos partidos, aunque la totalidad de las fuerzas parlamentarias, incluido el PNV y los dem¨¢s grupos nacionalistas, han mostrado su predisposici¨®n a colaborar en el fin a la locura etarra. Ser¨ªa injusto marginar a estas fuerzas, como si su apoyo fuese irrelevante o, peor a¨²n, como si su compromiso democr¨¢tico estuviera en entredicho. Pero, adem¨¢s de injusto, ser¨ªa un grave error pol¨ªtico, que ni socialistas ni populares est¨¢n en condiciones de permitirse.