?Malditos profesores!
El mi¨¦rcoles, Ernest Maragall, consejero de Educaci¨®n de la Generalitat (y hermano del presidente m¨¢s irrepetible de la historia de Catalu?a), visit¨® el programa de radio Minor¨ªa absoluta. De entre lo que explic¨® sobre su negociado, dos ideas me conmovieron. Contestando a una pregunta sobre el respeto en clase dijo lo que sigue: "Eso de que 25 o 30 chicos de 12, 13, 14 o 15 a?os pensemos que pueden seguir estando una hora seguida quietos y callados en una aula, escuchando lo que les explica un se?or que dice que lo sabe todo, ha pasado a la historia. M¨¢s bien tendr¨ªamos que ir aceptando que las cosas no son as¨ª, no tendr¨ªan que ser as¨ª". La segunda idea, y que ven¨ªa a cuento de la primera, fue la que sigue. Dijo: "En algunas ocasiones -por ejemplo, en 'tecnolog¨ªas de la informaci¨®n'- no es tan extra?o que los chicos que hay en un aula (de estas edades) sepan m¨¢s que su profesor. Pues yo creo que una parte de la p¨¦rdida de respeto y de la autoridad proviene de esto. De este tipo de desequilibrios".
Alguien podr¨ªa comparar a Ernest Maragall con Arist¨®teles, que argumentaba que los hombres ten¨ªan m¨¢s dientes que las mujeres, pero, simplemente, no le abri¨® la boca a nadie para echar cuentas. Sin embargo, no es el caso. Maragall tiene toda la raz¨®n del mundo. Las clases magistrales son un rollazo que nuestros adolescentes no deben sufrir. A ver si la Revoluci¨®n Francesa no podr¨ªa explicarse de manera amena con una Barbie (a la que le habr¨ªamos guillotinado la cabeza en el taller de pl¨¢stica) y un M¨¢delman (al que, entre todos y todas, habr¨ªamos disfrazado de Robespierre). Ser¨ªa muy exc¨¦ntrico pretender que 30 alumnos se pasasen una hora (?una hora entera!) escuchando en silencio y sin moverse las explicaciones de un se?or que, encima, "dice que lo sabe todo". Yo recuerdo que en mi denunciable vida escolar fui obligada a hacer este horrible sacrificio, con el a?adido insoportable de... ?tener que levantar la mano para hablar! As¨ª estoy de traumatizada. Y eso que mis profesores no eran como los que frecuenta Ernest Maragall. Nunca dijeron que lo sab¨ªan todo, al contrario. (?Pero seguro que lo pensaban!).
Por tanto, cuando un profesor, por ejemplo, explique en clase el Holocausto y la lecci¨®n no resulte lo bastante din¨¢mica, es normal que los 30 alumnos charlen de sus cosas o se echen a dormir entre los pupitres. Y s¨ª. Es cierto que algunos de estos profesores salen de clase llorando. Pero lloran de emoci¨®n. La emoci¨®n de saber que con su sacrificio forjan el futuro de sus pupilos. Cuando ¨¦stos cumplan 18 a?os, ya estar¨¢n entrenados para trabajar de tertulianos en programas como Paranoia nacional o Ana Rosa, donde el m¨¢s analfabeto y el que m¨¢s vocifera e interrumpe es el que recibe m¨¢s aplausos. Eso s¨ª, tambi¨¦n es verdad que si estos chicos quieren dedicarse a otros trabajos se sentir¨¢n un poco inadaptados. Es decir, si el d¨ªa de ma?ana son profesores y tienen una reuni¨®n con Ernest Maragall, les parecer¨¢ raro escuchar durante una hora sus explicaciones sin cuchichear entre ellos. Y les costar¨¢ no tirarle bolitas de papel o, en definitiva, no decir "?jooope!" cuando ¨¦l les intervenga el m¨®vil.
En cuanto a lo de las causas de la falta de autoridad, pues tambi¨¦n le doy la raz¨®n. Si un profesor sabe menos que un adolescente, es normal que ¨¦ste le falte al respeto. Eso explica que algunos preclaros muchachos tambi¨¦n sean irrespetuosos con sus iletrados padres, sus analfabetos abuelos o sus criadas filipinas. Ahora bien, aunque a Ernest Maragall y a m¨ª nos cueste creerlo, algunos maestros derrotistas juran que la falta de respeto no s¨®lo se da en la clase de tecnolog¨ªa de la informaci¨®n. Sostienen que tambi¨¦n se da en las clases de matem¨¢ticas, f¨ªsica, ingl¨¦s... ?Ser¨¢ que los alumnos tambi¨¦n saben m¨¢s de estas materias que sus profesores? Si es as¨ª, los muchachos disimulan como bellacos hasta el punto de suspender a prop¨®sito. Yo creo que no. Que aunque nos duela, habr¨¢ que aceptar que unos pocos profesores (no todos) tienen m¨¢s competencia en algunas materias que sus alumnos. Claro que, entonces, ?hay que suponer que en las clases de f¨ªsica, ingl¨¦s o literatura no hay falta de respeto? Pues s¨ª. Exacto. All¨ª reina un obsoleto orden y un anticuado silencio. Me van comprendiendo, ?no? Todos lo sospech¨¢bamos. Los profesores que se quejan de la falta de respeto en las clases de matem¨¢ticas, lengua o tecnolog¨ªa se lo est¨¢n inventando para poder pedirse un baja por depresi¨®n. Ja. ?Y encima tienen tres meses de vacaciones...! Y luego se enfadan porque algunos padres preocupados por la educaci¨®n de sus reto?os les esperan a la salida del colegio para partirles la cara.
moliner.empar@gmail.com
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