El abrazo de Garrapinillos
Capello y Calder¨®n finalizaron en Zaragoza cuatro meses de divergencias con un encuentro que apunta a la permanencia del entrenador
El aeropuerto de Zaragoza, en el barrio de Garrapinillos, fue el escenario de la reconciliaci¨®n entre Capello y Calder¨®n despu¨¦s de cuatro meses de divergencia. El reencuentro del jefe del vestuario con el presidente del club, el domingo de madrugada despu¨¦s del partido que enfrent¨® al Madrid con el Zaragoza (2-2), puso t¨¦rmino a una ¨¦poca en la que la plantilla y la presidencia caminaron por sendas separadas. Desde que supo que Calder¨®n le buscaba un sustituto, y que hab¨ªa establecido contactos con Bernd Schuster, el entrenador italiano se hab¨ªa aislado en la ciudad deportiva de Valdebebas. Alejado de las labores estrat¨¦gicas que un d¨ªa le convirtieron en el hombre m¨¢s poderoso del club, Capello se dedic¨® exclusivamente a entrenar. La nueva situaci¨®n coincidi¨® con la recuperaci¨®n del equipo. Hasta ayer, Calder¨®n y Capello no hab¨ªan hablado m¨¢s que para saludarse el d¨ªa que se cruzaron en la plaza de Las Ventas para ver la corrida de los toros de Alcurruc¨¦n.
"?Capello, qu¨¦date!", le grit¨® la multitud en Barajas. ?l, emocionado, salud¨® como el Papa
El t¨¦cnico quiere seguir en el Madrid y el presidente no est¨¢ seguro de despedirlo
El presidente del Madrid lleg¨® a la terminal de Zaragoza por delante del autob¨²s de los jugadores. Calder¨®n estaba solo. Iba apenas compuesto en su traje azul, despu¨¦s de una celebraci¨®n que le llev¨® a dar media vuelta por La Romareda bajo la lluvia de una tormenta el¨¦ctrica. Entonces lo vio Capello.
"?Presidente, presidente!", le grit¨® el t¨¦cnico. La llamada del italiano, con la voz rota por una noche dando ¨®rdenes, tuvo un toque dram¨¢tico. Calder¨®n no se sobresalt¨® ante la aparici¨®n ruidosa del hombre que le hab¨ªa retirado la palabra. Capello fue en su busca, a paso firme. Los guardias civiles del aeropuerto, apostados frente al detector de metales, asistieron al encuentro con curiosidad. Ambos actores lo sellaron con un abrazo y muchos parabienes. Se felicitaron del logro obtenido. La Liga est¨¢ en manos del Madrid. Por primera vez en mucho tiempo, aumentaron las posibilidades de que Capello permanezca en el banquillo del Madrid la pr¨®xima temporada. ?l quiere quedarse y el presidente no est¨¢ seguro de que deba despedirlo.
"En este trabajo el entrenador est¨¢ siempre solo", dijo Capello a lo largo de los ¨²ltimos meses. "Yo trabajo solo con mis ayudantes". El mensaje era un reproche a Calder¨®n. El italiano consideraba que el presidente fue culpable de haberle desautorizado al reunirse con Schuster en secreto. Calder¨®n acord¨® con el entrenador del Getafe que se har¨ªa cargo del equipo a partir de junio. En enero, cuando tuvieron lugar aquellos contactos, la continuidad de Capello en el club era tan improbable para ¨¦l como para los directivos. "Parec¨ªa superado", record¨® ayer un dirigente. Tan abrumado estaba el t¨¦cnico que el 19 de febrero puso su cargo a disposici¨®n de la junta en un gesto m¨¢s formal que sustancial. Desde entonces, Capello hizo del vestuario su fortaleza. Resulta parad¨®jico que durante meses el mensaje que le sirvi¨® para arengar y cohesionar a los jugadores tuviera en los dirigentes del club, y en Calder¨®n en especial, a la figura del villano. "?Yo no he dise?ado listas negras!", les dec¨ªa el entrenador a los futbolistas; "?son ellos los que han hablado de listas negras! ?Yo creo en vosotros! ?Pero recordad que en esto estamos solos, vosotros y yo!".
En el plano meramente t¨¦cnico, Capello no es el entrenador m¨¢s perspicaz del planeta. Ni mucho menos. Sus jugadores son los primeros en advertir lagunas. Sin embargo, todos coinciden en una cosa: "Es un motivador muy bueno". Cuando se trata de tocar el nervio de sus hombres, el entrenador friulano es un estilete. Exaltando su papel de v¨ªctima del presidente hizo que los jugadores sintieran que era uno de los suyos. Con gran astucia, supo dirigir una situaci¨®n desfavorable hasta convertirla en ventajosa. Perdi¨® influencia dentro del club pero la gan¨® en el vestuario.
Cuando la comitiva aterriz¨® en Barajas, con Calder¨®n y Capello al frente, se encontr¨® con una multitud de unos cien hinchas. Exaltados, blandiendo banderas espa?olas y del Madrid, los seguidores recibieron al grupo al grito de: "?Eto'o, cabr¨®n, saluda al campe¨®n!". Al ver a Capello acomod¨¢ndose en el primer asiento del autob¨²s, junto a sus ayudantes, Italo Galbiati y Massimo Neri, la turba empez¨® a entonar un c¨¢ntico improvisado con la melod¨ªa de un popular himno irland¨¦s, Johnny I hardly knew you, ahora de moda gracias a un anuncio de coches. "?Escuch¨¢is lo que est¨¢n cantando?", avis¨® Neri a Capello.
"?Capello qu¨¦date / Capello qu¨¦date / Capelloooo qu¨¦dateeeeee...!", cantaban.
Emocionado pero contenido, como el Papa, el t¨¦cnico alz¨® el brazo t¨ªmidamente y movi¨® la mano saludando a sus admiradores pegados a la ventanilla.
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