Kosovo, con Resoluci¨®n
Kosovo no debe avanzar hacia la independencia sin una Resoluci¨®n del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el ¨²nico ¨®rgano que puede legitimarla, lo que implica que Rusia no lo vete, como hizo con la guerra de la OTAN en 1999. Mosc¨² debe adoptar una actitud m¨¢s constructiva, pero los dem¨¢s no deben dejar al margen a Rusia. No hay que correr, pero tampoco el tema debe quedar abierto indefinidamente. Aunque es de temer que Bush, al declararse en Albania abiertamente partidario de la independencia, haya puesto en marcha una din¨¢mica imparable que hay que evitar se convierta en infernal.
El Plan Ahtisaari, que est¨¢ discutiendo el Consejo de Seguridad, y que ha hecho suyo la UE siempre que la ONU d¨¦ la luz verde, contempla para la a¨²n formalmente provincia de Serbia una cuasi independencia tutelada por Naciones Unidas y por la UE, que todo el mundo sabe es el paso previo a la plena estatalidad. Pero sin resoluci¨®n, lo m¨¢s probable es que el Gobierno de Kosovo declare su independencia de forma unilateral para ser de inmediato reconocida por Washington y Londres. Si esto sucede, la UE se romper¨¢ una vez m¨¢s y perder¨¢ el control de la situaci¨®n, e incluso algunos pa¨ªses -entre los que no cabe excluir a Espa?a- podr¨ªan decidir retirar sus tropas. Y aunque a largo plazo el antiguo espacio yugoslavo deber¨¢ recomponerse de otro modo y dentro del europeo, no es a Bush a quien le correspond¨ªa prometer a Serbia la entrada en la UE (y en la OTAN) si Belgrado aceptaba la independencia de Kosovo. En todo caso, es bueno que la UE y Serbia hayan reanudado sus negociaciones sobre Kosovo.
No estamos ante un ejercicio de autodeterminaci¨®n, como fue Montenegro que, a diferencia de Kosovo, s¨ª hab¨ªa sido un Estado en el pasado. Tampoco se pueden ignorar las sensibilidades culturales serbias respecto a ese territorio. Pero la perspectiva de la independencia parece inexorable. La puso en marcha en su d¨ªa el representante de la ONU all¨ª y hoy ministro de Exteriores franc¨¦s, Kouchner. El Plan Ahtisaari es en principio correcto, lleno de garant¨ªas para la minor¨ªa serbia en Kosovo, pero es dif¨ªcil que se cumplan como lo es evitar que la minor¨ªa serbia se repliegue y acabe incluso desgajando una parte del territorio. Por no hablar de la perspectiva a medio o largo plazo de uni¨®n entre Kosovo y Albania.
Resultan comprensibles algunas razones rusas. No las referentes a la hermandad entre cristianos ortodoxos o que Kosovo se haya convertido en una pieza m¨¢s en la complicaci¨®n de las relaciones entre Rusia y Occidente, sino el argumento de la creaci¨®n de un precedente para otras disputas territoriales que preocupan a Mosc¨², como Chechenia o el Transdni¨¦ster. Sarkozy le ofreci¨® en el G-8 seis meses de demora sobre Kosovo a Putin, que ¨¦ste rechaz¨®. Era una propuesta sensata para evitar que la situaci¨®n se desmande y dejarla madurar. La guerra se hizo sin la ONU. Pero no es nada seguro que sin ella pueda hacerse la paz.
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