Rambos en los toros
Dylan
Nadie vale tanto como vale Dylan, que se apropi¨® del nombre del borracho poeta irland¨¦s que escribi¨® a la muerte de su madre: "No entres con tranquilidad en esa oscura noche, la vejez deber¨ªa arder de furia al caer el d¨ªa, rabia, rabia contra la muerte de la luz", una maldici¨®n gitana. Dylan, que honra al Pr¨ªncipe de Asturias, tiene el mejor fraseo del pop: nadie ha acariciado la dicci¨®n de sus canciones con esa curiosa mezcla de ternura y distanciamiento, porque cantar es un alarde de intimidad con la que hay que pernoctar en p¨²blico. No es preciso elegir ninguna de sus canciones, porque todas lo expresan por igual. Pero quiz¨¢s el lector sacar¨¢ alg¨²n provecho ¨ªntimo si se arma de valor para escuchar una a una las nueve versiones que el maestro hizo de su Like a rolling stone.
Cine sin ley
Empezaron a doblarse las pelis extranjeras poco despu¨¦s de la guerra civil. Primero, porque casi nadie sab¨ªa ingl¨¦s, y segundo como medida de protecci¨®n a una industria inexistente. Si muchos miles de espa?oles a lo largo de los ¨²ltimos decenios han aprendido a amar el cine es porque o¨ªan expresarse en un perfecto castellano a John Wayne o Glenn Ford, Rita Hayworth o Humphrey Bogart, de ah¨ª la extra?eza de muchos cuando, poco despu¨¦s de la transici¨®n, les oyeron hablar en catal¨¢n. El problema, para los exhibidores, es la cuota del cuatro por uno, porque de lo que se quejan es que el p¨²blico no acude a ver cine espa?ol ni atado. ?La excepci¨®n cultural requiere medidas de excepci¨®n? Si el Estado anda tan preocupado por el futuro de nuestro cine, que ponga en marcha su propia red de salas de exhibici¨®n para las pel¨ªculas de producci¨®n nacional. A fin de cuentas es lo que ha hecho con lo que queda del teatro.
El caso Maeso
Es posible que cuando el lector se encuentre con esta cr¨®nica el doctor anestesista Juan Maeso haya ingresado ya en la c¨¢rcel, condenado a casi dos mil a?os de prisi¨®n por haber contagiado el virus de la hepatitis C a casi trescientos pacientes. Ese rosario de infecciones no pudo producirse en un par de semanas de trabajo del eficiente y ubicuo anestesista, de modo que necesariamente hubo de contar con la complicidad mediante el silencio de algunos colegas que estando m¨¢s o menos al cabo de la situaci¨®n se cuidaron de no dar cuenta de sus sospechas o de sus certidumbres. Es probable que Maeso sea el ¨²nico responsable directo del desastre, pero tambi¨¦n lo es que le habr¨ªa resultado algo m¨¢s dif¨ªcil observar esas pr¨¢cticas en los quir¨®fanos de haber estado algo m¨¢s atentos los equipos con los que colaboraba. A fin de cuentas, un quir¨®fano no es una plaza de toros, y alguien tuvo que ver algo que prefiri¨® ocultar.
Antitaurinos
He pisado una sola vez una plaza de toros para asistir a una corrida, llevado por la insistencia de Paco Brines, con tan mala fortuna que lo primero que vi fue a un toro espantado que corri¨® hacia la barrera para darse una hostia de la que sali¨® con uno de los cuernos colgando. Y ah¨ª termin¨® todo. Eran los tiempos en que los socialistas hab¨ªan ganado las elecciones y se dejaban ver con gusto en la contrabarrera disfrutando habano en boca del pase¨ªllo, para estupor de quienes cre¨ªamos habernos reencontrado al fin con la modernidad. El otro d¨ªa, en Barcelona, al calor del arte de Jos¨¦ Tom¨¢s, asistimos de nuevo a la ceremonia de resurrecci¨®n de un ritual que deja perplejos a los que no acaban de pillarle el tranquillo. A m¨ª me parece m¨¢s aburrido que un partido de tenis o una carrera de f¨®rmula uno en la tele. Fastidia que el toro sea m¨¢s protagonista en ese disparate que la bola en tenis o el b¨®lido en la carrera. Y no soy antitaurino, pero tampoco me abono al tedio de la heroicidad por delegaci¨®n.
Criatura de aire
Savater era m¨¢s nacionalista vasco que espa?ol en la ¨¦poca de la transici¨®n, escribi¨® un art¨ªculo en este diario donde reprochaba a los que todav¨ªa no se hab¨ªan percatado de la esperanzadora peculiaridad de lo vasco, a lo que Juan Benet respondi¨® que ese "todav¨ªa" ten¨ªa la huella del que se considera a s¨ª mismo como maestro. No guard¨® silencio Savater, tan dado a la jarana, y escribi¨® que lejos de ¨¦l la intenci¨®n de ense?ar a quien tan demostrada ten¨ªa su incapacidad de aprender. ?A Juan Benet! Poco despu¨¦s, tild¨® de "alev¨ªn de parlamentario" a Federico Jota Losantos, cuando el turolense se aprest¨® con singular arrojo a combatir por su tierra en las filas del PAR, y ahora esta criatura de aire enuncia la fundaci¨®n de un nuevo partido en Euskadi, donde no escasean las siglas a las que votar. A¨²n veremos al equinoadicto en el Congreso deambulando con Rajoy por el sal¨®n de los pasos perdidos.
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