El alcalde de Roma, Walter Veltroni, se postula para renovar la izquierda italiana
El pol¨ªtico liderar¨¢ el Partido Democr¨¢tico, el futuro grupo de Prodi que nacer¨¢ en octubre
El alcalde de Roma anunci¨® ayer su candidatura a dirigir un partido que a¨²n no existe. La noticia parece poca cosa. Pero en realidad, podr¨ªa ser cuesti¨®n de vida o muerte para el sistema pol¨ªtico italiano, enfermo y en peligro de colapso. El paso adelante de Walter Veltroni, largamente esperado, proporciona al centro-izquierda un nuevo l¨ªder, un recambio para el momento en que Romano Prodi no pueda m¨¢s y caiga con su Gobierno. A la renovaci¨®n generacional, Veltroni a?adi¨® la promesa de una reforma de profundidad hist¨®rica: "Haremos una Italia nueva", dijo.
Nadie duda de que el 14 de octubre cuando los Dem¨®cratas de Izquierda (ex PCI) y Democracia y Libertad-La Margarita, los dos grupos que forman el eje de la coalici¨®n de centro-izquierda, se fusionen en el Partido Democr¨¢tico, Walter Veltroni ser¨¢ aclamado como l¨ªder. Puede dudarse de todo lo dem¨¢s. No es seguro que el Gobierno resista hasta entonces. Ni siquiera es seguro que el Partido Democr¨¢tico, concebido para dar unidad a la izquierda reformista, no logre el objetivo contrario: quienes no aceptan la dif¨ªcil fusi¨®n planean escindirse, lo que abre la posibilidad de un Partido Democr¨¢tico d¨¦bil rodeado por una nueva constelaci¨®n de partiditos sat¨¦lites.
Veltroni, en cualquier caso, est¨¢ ah¨ª. Y su presencia deja en segundo plano a Massimo d'Alema, hasta ahora indiscutible hombre fuerte de la coalici¨®n, y al propio Romano Prodi, cuya vida pol¨ªtica durar¨¢ lo que dure un Gobierno tambaleante.
El a¨²n alcalde de Roma (no piensa dejar el cargo por el momento) no se limit¨® a declararse disponible para dirigir el centro-izquierda. Pronunci¨® un discurso de m¨¢s de hora y media de duraci¨®n en el que combin¨® el vago lirismo que suele atribuirse a los estadistas ("hablo como italiano, como persona que ama su pa¨ªs", "no prometo sue?os, quiero realidades") con un estricto dise?o program¨¢tico. Menos impuestos, menos influencia pol¨ªtica de la Iglesia cat¨®lica, m¨¢s liberalismo, fe en Europa, respeto del medioambiente, "pacto generacional" para reformar el sistema de pensiones y lucha contra la precariedad juvenil, unidos a un cambio profundo en el sistema electoral, el sistema parlamentario y las instituciones de la izquierda, cuyos partidos pueden parecer "viejos y conservadores" y cuyos sindicatos "no deben defender solamente a los pensionistas y los empleados, sino tambi¨¦n a quienes aspiran a entrar en el mundo del trabajo".
El carism¨¢tico Veltroni no olvid¨® situar la seguridad ciudadana en la c¨²spide de sus promesas. "Que nadie llame racista a un padre que se preocupa por su hija en un barrio que ya no reconoce, la seguridad no es de derechas ni de izquierdas", proclam¨®. "Es una mala copia de Nicolas Sarkozy", comentaron desde la oposici¨®n berlusconiana. Al margen de la calidad de la copia, Veltroni record¨® mucho, en efecto, al reci¨¦n elegido presidente de la Rep¨²blica Francesa. Con una peculiaridad: la apertura de Veltroni al centro no proced¨ªa, como en el caso de Sarkozy, del flanco conservador, sino de un ex comunista que jam¨¢s reneg¨® de los valores de la izquierda y advirti¨®, sin embargo, que ni "los odios de clase" ni "la defensa de viejos derechos adquiridos" ten¨ªan lugar "en un mundo nuevo". Comunistas Italianos y Refundaci¨®n Comunista, la izquierda dura, acogieron con frialdad las palabras del alcalde.
La irrupci¨®n de Veltroni como l¨ªder del centro-izquierda deber¨ªa de tener consecuencias en el otro frente pol¨ªtico. El setent¨®n Silvio Berlusconi pod¨ªa justificar su mando sobre el centroderecha mientras el rival fuera el setent¨®n Romano Prodi; con un adversario de apenas 52 a?os, las cosas ser¨¢n distintas. Gianfranco Fini, de 55 a?os, presidente de la posfascista Alianza Nacional y aparente delf¨ªn de Berlusconi, mantiene una buena relaci¨®n personal con Veltroni. Ambos se han visto mucho ¨²ltimamente, hablan con frecuencia de la necesidad de reformas y se muestran convencidos de encarnar el futuro pr¨®ximo. Quiz¨¢ en 2008, si hubiera elecciones anticipadas.
La inc¨®gnita que pesa sobre todos los pol¨ªticos, Veltroni y Fini incluidos, es la estabilidad del sistema. Diversas operaciones financieras en los ¨²ltimos tiempos han revelado que, como en 1992, cuando se hundi¨® la Primera Rep¨²blica, estall¨® la Democracia Cristiana y surgi¨® el populismo berlusconiano, pol¨ªtica y negocios mantienen relaciones perversas. La clase pol¨ªtica italiana sigue siendo la m¨¢s privilegiada y la menos eficiente de Europa. La incapacidad de Romano Prodi, reh¨¦n de sus aliados de la izquierda radical (empe?ados, por ejemplo, en volver a fijar en los 58 a?os la edad de jubilaci¨®n), para acometer la prometida reforma del Estado, ha suscitado un inmenso escepticismo.
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