Las tribulaciones de santa Rufina
El retrato, atribuido a Vel¨¢zquez, se subasta hoy en Sotheby's de Londres
Santa Rufina ha sido hasta hace nada una santa discreta. Una segundona, escondida tras la fama de su hermana Santa Justa, quien ha prestado el nombre a la estaci¨®n de Sevilla, donde ambas nacieron y donde ejercen de patronas. Pero en los ¨²ltimos tiempos, santa Rufina se ha tomado la revancha y ha saltado a la fama. Una imagen suya atribuida a Vel¨¢zquez acapara la atenci¨®n de instituciones, duquesas (de Alba) y coleccionistas de todo el mundo pendientes de su subasta, que se celebra hoy en la casa Sotheby's de Londres.
Santa Rufina y su hermana llegaron a santas por resistentes. Hijas de un alfarero, y cristianas, vend¨ªan cer¨¢mica por las calles de la Sevilla romana del siglo III. Durante una fiesta no consintieron que su mercanc¨ªa sirviera para agasajar a la diosa Venus. Y fueron ejecutadas. La imagen que queda de Rufina en el cuadro es la de una ni?a con una palma en una mano (s¨ªmbolo del martirio) y en la otra una escudilla con un taz¨®n de cer¨¢mica.
P¨¦rez S¨¢nchez: "Es una obra acabada que no tiene las ligerezas del pincel de a?os m¨¢s tarde"
Primer misterio: su autor¨ªa. El historiador y estudioso de Vel¨¢zquez Jonathan Brown lidera la voz discrepante que, a su vez, es desautorizada por uno de los mayores especialistas en Vel¨¢zquez, Alfonso P¨¦rez S¨¢nchez. Si se tiene en cuenta el precio estimado de salida -de 9 a 12 millones de euros-, el mercado ha decidido que es un aut¨¦ntico vel¨¢zquez. Seg¨²n Sotheby's, "es imposible" que no lo sea. La ¨²ltima vez que la obra sali¨® al mercado fue en 1999, de la mano de Christie's, cuyos estudios de pigmentaci¨®n y t¨¦cnica le llevaron a asegurar su autenticidad. Se vendi¨® por 6,6 millones de euros.
Segundo misterio: ?cu¨¢ndo fue pintada? P¨¦rez S¨¢nchez sit¨²a el cuadro no m¨¢s all¨¢ de 1629-1630, un momento de transici¨®n de Vel¨¢zquez, que prepara su primer viaje a Italia y est¨¢ a punto de ser el pintor de la corte de Felipe IV. "Representa el cambio de un pintor pendiente de la clientela particular hacia el pintor que no se ocupa m¨¢s que de complacer al rey. Es una obra acabada que no tiene las ligerezas del pincel de a?os m¨¢s tarde", explica el ex director del Museo del Prado. Europa entonces estaba inmersa en plena guerra de Flandes. As¨ª que la ni?a podr¨ªa representar ese sentimiento de p¨¦rdida, de nostalgia. Otras fuentes la datan hacia 1635.
Tercer misterio: ?es santa Rufina una de las hijas de Vel¨¢zquez? Ten¨ªa dos, Francisca e Ignacia. La m¨¢xima candidata es la primera, de unos 12 o 14 a?os, que se cas¨® en 1633 con un alumno de su padre, Juan Bautista Mart¨ªnez del Mazo, otro de los sospechosos de haberla pintado (teor¨ªa defendida por Brown). Parece evidente la proximidad del pintor con la ni?a de mirada melanc¨®lica, "muy en su papel de santa, seria, ingenua, pero que no transmite aura de santidad, sino de humanidad", aprecia P¨¦rez S¨¢nchez.
Seg¨²n los ¨²ltimos datos de Shotheby's (que avalar¨ªan la autor¨ªa de Vel¨¢zquez), la primera pista de la obra aparece en una copia de la colecci¨®n de Luis Mart¨ªnez de Haro (1598-1661), marqu¨¦s del Carpio y valido de Felipe IV; despu¨¦s pasa a Sebasti¨¢n Mart¨ªnez (1747-1800), un rico comerciante amigo de Goya. A mediados del XIX, la obra aparece en la colecci¨®n del marqu¨¦s de Salamanca. En 1867 inicia un periplo mundano, podr¨ªa decirse que impropio de una santa: se subasta en Par¨ªs y lo adquiere William Ward, primer conde de Dudley. En esta ¨¦poca se atribuy¨® la autor¨ªa a Murillo. Perteneci¨® a la familia del conde hasta que medio siglo m¨¢s tarde se vuelve a subastar en Londres. De ah¨ª cruza el charco y en 1931 aparece en Nueva York; 20 a?os despu¨¦s, en Buenos Aires... y quiz¨¢ Brasil. Se cierra el c¨ªrculo en Londres. 1999. El mismo coleccionista ingl¨¦s que puj¨® ese a?o por tel¨¦fono desde Londres, en la subasta de Christie's en Nueva York, es quien ahora se deshace de ella.
A santa Rufina se la quieren llevar a Sevilla su Ayuntamiento y la Asociaci¨®n Vel¨¢zquez por Sevilla, presidida por la duquesa de Alba, que la comprar¨ªa para el Museo de Bellas Artes de la capital. El Museo del Prado intent¨® adquirirla, pero la comisi¨®n de adquisiciones lo descart¨® al no existir unanimidad sobre su autor¨ªa. El Ministerio de Cultura no acude a la subasta. Carmen Calvo ha dado una raz¨®n: "No podemos improvisar nueve millones de euros de un d¨ªa para otro". El mercado decidir¨¢ sobre esta santa que no acaba de encontrar su lugar en el mundo.
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