Marc Lacroix, un gran fot¨®grafo
Fundi¨® sus experimentos t¨¦cnicos con el arte de Salvador Dal¨ª
Con Marc Lacroix (1927), fallecido el pasado viernes, desaparece un gran fot¨®grafo y sobre todo un experimentador del lenguaje fotogr¨¢fico en la segunda mitad del siglo XX.
La historia del arte ha vinculado a este artista, nacido en Par¨ªs y que vivi¨® los ¨²ltimos 30 a?os en Cadaqu¨¦s, a las experiencias que desarroll¨® con Salvador Dal¨ª a partir de los a?os setenta, indudablemente el cap¨ªtulo m¨¢s conocido y probablemente espectacular de su carrera, donde las propuestas estereosc¨®picas de Dal¨ª se funden con sus pesquisas t¨¦cnicas y fotogr¨¢ficas, por lo que el maestro de Figueres quiso incorporarle a la exposici¨®n permanente de su casa-museo.
Pero Lacroix ha sido un fot¨®grafo de largo recorrido, que inici¨® su carrera justo acabada la II Guerra Mundial retratando con su primera Rolleiflex el depauperado Par¨ªs de los a?os cuarenta, la Torre Eiffel, sus entornos, la est¨¦tica de la pobreza propia de la posguerra (acordeonistas y personajes del Par¨ªs 5¨¨.) y centrando su atenci¨®n en la arquitectura, el paisaje urbano y la vida cultural, con un lenguaje no lejano al de Robert Doisneau. Una parte muy importante de su archivo es el Par¨ªs humano de los cincuenta, las cavas de jazz, las jam-sessions, la vida intelectual y bohemia, que encarnaban figuras como Jean-Paul Sartre y Juliette Greco, a los que inmortaliz¨® con sus retratos.
Aunque un incidente fortuito, como su servicio militar en Marruecos, cambi¨® la orientaci¨®n de su carrera, puesto que all¨ª no s¨®lo se puso en contacto con los apasionados por el jazz, sino tambi¨¦n con el de los arquitectos europeos de esp¨ªritu lecorbusieriano que le confiar¨ªan el registro de sus obras.
As¨ª, en 1965 Delacroix ya era un fot¨®grafo reconocido que trabajaba para las m¨¢s prestigiosas revistas de la ¨¦poca (Architectural Digest, Vogue, House-Garden, Architecture d'Aujourd'ui, L'Oeil, Domus, etc¨¦tera). De la monumental labor que a lo largo de 30 a?os realiz¨® en el campo de la arquitectura queda constancia en el amplio archivo fotogr¨¢fico de arquitectura europea de aquel periodo (fundamentalmente, francesa e italiana) que hoy se encuentra en los Archives du Patrimoine de Par¨ªs.
Pero, sin lugar a dudas, lo que catapult¨® a Marc Lacroix como fot¨®grafo de proyecci¨®n internacional fue su encuentro en los primeros a?os setenta con Salvador Dal¨ª, cuando despu¨¦s de leer Vida secreta de Salvador Dal¨ª sinti¨® una incontenible necesidad de conocer a su autor. Animado por Brassa?, el rumano franc¨¦s que como fot¨®grafo vivi¨® intensamente la gestaci¨®n del surrealismo y que manten¨ªa una buena amistad con Dal¨ª, en el verano de 1970 Marc y su esposa Th¨¦r¨¨se decidieron presentarse en Portlligat.
Inmediatamente congeniaron, dado el conocido inter¨¦s de Dal¨ª por la fotograf¨ªa, disciplina que nunca entendi¨® como un peligro para la pintura, sino todo lo contrario, como un est¨ªmulo, como una forma de reavivarla. Aunque en aquel momento, Marc Lacroix trabajaba habitualmente con una Linhof, como se hallaba de vacaciones inmortaliz¨® el encuentro con una Kodak Instam¨¢tic, aun as¨ª, la calidad, la experiencia, el conocimiento del oficio que puso de manifiesto Lacroix fue suficiente para que Dal¨ª que hab¨ªa trabajado con muchos y buenos fot¨®grafos decidiera compartir con ¨¦l los ¨²ltimos experimentos fotogr¨¢ficos de su vida que se centrar¨ªan en los juegos estereosc¨®picos que realiz¨® a lo largo de la d¨¦cada de los setenta, inducido por una larga preocupaci¨®n suya, que era la de captar y expresar la tercera dimensi¨®n tanto desde el punto de vista f¨ªsico como art¨ªstico, que naci¨® contemplando la pintura de los maestros holandeses Rembrandt y Gerrit Dou.
Con las c¨¢maras que le proporcion¨® Lacroix, de doble objetivo y un juego de espejos que permite ver la imagen en relieve, Dal¨ª prepar¨®, concibi¨® y solucion¨® obras tan importantes como Dal¨ª de espaldas pintando a Gala de espalda eternizada por seis c¨®rneas virtuales provisionalmente reflejadas a seis espejos verdaderos (1972) o El pie de Gala (1974).
Y como reconocimiento al descubrimiento que le hab¨ªa hecho, Dal¨ª permiti¨® a Lacroix que se incorporara a su intimidad, que accediera a sus estancias personales, que hiciera reportajes sobre sus fiestas y espect¨¢culos privados y p¨²blicos en Cadaqu¨¦s, Par¨ªs o Nueva York, que retratase a Gala, una vez ¨¦sta decidi¨® recluirse en el castillo de P¨²bol y, sobre todo, que fijase las ¨²ltimas im¨¢genes vigorosas del Dal¨ª maduro, del Dal¨ª melanc¨®lico, del Dal¨ª consciente de que su ocaso se acercaba y necesitaba el apoyo c¨®mplice de un fot¨®grafo, capaz de extraer del genio im¨¢genes que le fueran fieles a la par que fotogr¨¢ficamente creativas, como hemos podido comprobar en frecuentes exposiciones de Lacroix presentadas en Barcelona, Cadaqu¨¦s, Figueres, Par¨ªs y con ocasi¨®n del A?o Dal¨ª 2004 en distintas sedes del Instituto Cervantes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.