?Qu¨¦ hay detr¨¢s de un Nobel?
Centenares de j¨®venes cient¨ªficos inquieren a una veintena de premiados por el secreto de su ¨¦xito
Timothy Hunt, premio Nobel de Medicina 2001 por descubrir prote¨ªnas esenciales para el ciclo celular, compiti¨® en su d¨ªa por un puesto en Harvard... que no obtuvo. Craig Mello, Nobel tambi¨¦n de Medicina en 2006, recibi¨® a las 4.30 la llamada que le anunciaba el premio, y su mujer pens¨® que era una broma y colg¨®. Son algunas de las an¨¦cdotas que 18 premios Nobel compartieron la semana pasada con m¨¢s de 500 j¨®venes investigadores de 64 pa¨ªses, durante el encuentro que se celebra anualmente, desde 1951, en la ciudad alemana de Lindau. El objetivo es colocar a las j¨®venes promesas de la ciencia mundial cara a cara con sus ¨ªdolos.
El objetivo es colocar a las j¨®venes promesas de la ciencia cara a cara con sus ¨ªdolos
Que cada uno elija un tema "que realmente despierte su curiosidad", aconsej¨® G¨¹nter Blobel
?Qu¨¦ sintieron en ese momento eureka de descubrimiento que todo investigador persigue como una droga? ?Tuvieron que enfrentarse alguna vez al bloqueo del investigador? ?C¨®mo eligieron su tema de investigaci¨®n? Los premiados explicaron la trastienda de su ciencia, debatieron y dieron consejos. El tel¨®n de fondo de la reuni¨®n fueron las desiguales perspectivas que tienen los j¨®venes investigadores seg¨²n su lugar de procedencia.
"?Podemos invitarle a nuestro instituto? ?Si le enviamos un correo electr¨®nico lo leer¨¢?", preguntaba a un Tim Hunt asediado un estudiante de Bangladesh desde la tercera l¨ªnea de un corrillo. Las miradas de admiraci¨®n, las preguntas e incluso las fotos con Nobel fueron habituales en Lindau. La estrella indiscutible fue Mello, y no s¨®lo porque el ¨¢rea en que trabaja, y por la que obtuvo el Nobel -el ARN de interferencia, descubierto por ¨¦l y su colega Andrew Fire- est¨¢ en ebullici¨®n. Mello fue generoso al describir sus emociones -"lo mejor de la ciencia es que cuando crees que no puede haber nada m¨¢s bonito, entonces aparece algo que te demuestra que s¨ª que puede; para nosotros fue descubrir el mecanismo de silenciamiento del ARN"-, y arranc¨® aplausos cuando pidi¨® una ciencia en la que los investigadores "no tengan miedo a discutir los resultados por temor a que se los pisen".
Tambi¨¦n fue expansivo en sus comentarios pol¨ªticos -"gracias al presidente actual en mi pa¨ªs [EE UU], la gente entiende mejor nuestro parentesco con los dem¨¢s primates"- y sociales: "Cuando se habla de las aplicaciones m¨¦dicas del ARN de interferencia nos estamos refiriendo a una medicina muy cara, que podr¨¢ pagarse apenas el 2% de la poblaci¨®n y que los sistemas de seguridad social no cubrir¨¢n; y no hay que olvidar que la inmensa mayor¨ªa de la mortalidad en el planeta se debe a enfermedades que ya son perfectamente curables", dijo Mello.
Hunt sigui¨® la misma l¨ªnea, con una visi¨®n m¨¢s bien pesimista de lo logrado hasta ahora en tratamientos contra el c¨¢ncer: "Salvo excepciones, no estamos m¨¢s cerca que hace dos d¨¦cadas de curar un c¨¢ncer que ya ha aparecido". Y arremetiendo contra las patentes, que "fomentan el secretismo", especialmente en el ¨¢mbito farmac¨¦utico, y frenan as¨ª el avance de la investigaci¨®n.
En esta ocasi¨®n, la tradicional reuni¨®n de Lindau estuvo dedicada a la biomedicina. Mello, Hunt, G¨¹nter Blobel (Nobel 1999), Edmond Fischer (Nobel 1992) y Leland Hartwell (copremiado con Hunt) dieron entre todos los siguientes consejos para todo joven investigador. Colaborar en vez de competir -muy alabado, pero, seg¨²n comentarios de pasillo posteriores, tambi¨¦n muy dif¨ªcil de poner en pr¨¢ctica-. No avergonzarse de fallar, porque "hasta que no haces el experimento no lo sabes". Ser muy cr¨ªticos con el propio trabajo. Elegir un tema "que realmente despierte tu curiosidad", dijo Blobel, pero que, adem¨¢s, "sea factible" -Hunt, por ejemplo, cataloga el reto de entender la conciencia dentro de lo no factible-. Y, desde luego, no trabajar para conseguir el Nobel, sino por simple pasi¨®n.
Es obvio que seguir esos consejos no garantiza las mismas posibilidades de ¨¦xito para todos. Los participantes en Lindau, seleccionados a escala nacional en pa¨ªses que colaboran con la Fundaci¨®n del Encuentro con premios Nobel, proven¨ªan sobre todo de Europa y EE UU, pero tambi¨¦n de China e India, Bangladesh, Corea del Norte, Vietnam, Burkina Faso, Camer¨²n, Ghana o Nigeria.
Si son, como los cataloga la organizaci¨®n de Lindau, "los mejores talentos en su pa¨ªs", puede que algunos hayan concursado al codiciado programa de ayudas del Consejo Europeo de Investigaci¨®n (ERC), cuya primera convocatoria para investigadores j¨®venes se cerr¨® el pasado abril con 9.167 solicitudes, muchas m¨¢s de las previstas.
El ERC tiene 290 millones de euros a repartir entre 200 y 250 ayudas y se ha dise?ado con la idea de paliar uno de los problemas del sistema de investigaci¨®n europeo: "Europa no consigue mantener en casa a sus j¨®venes cient¨ªficos. Durante m¨¢s de una generaci¨®n ¨¦se ha sido un obst¨¢culo crucial: producimos a nuestros j¨®venes cient¨ªficos y dejamos que se vayan. Mucha gente que no puede seguir con su trabajo por falta de infraestructuras y apoyo acaba yendo a EE UU", coment¨® en Lindau Fotis Kafatos, presidente del ERC.
?C¨®mo ven el futuro la veintena de investigadores espa?oles que asistieron a Lindau? En general, sus respuestas no casan bien con las estimaciones de que hacen falta decenas de miles de investigadores en Espa?a para igualar a Europa. Muchos resaltan que los espa?oles lo tienen ya dif¨ªcil para salir fuera, porque las becas posdoctorales son de dotaci¨®n escasa y se asignan con criterios "raros" -se considera com¨²n que investigadores sin beca posdoctoral del Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia (MEC) obtengan ayudas europeas muy prestigiosas, de los programas Marie Curie o Human Frontiers, o de la Organizaci¨®n Europea de Biolog¨ªa Molecular (EMBO)-. Y una vez fuera, la dificultad est¨¢ en volver. Irene D¨ªaz Moreno, ahora en Londres con una beca de EMBO, cree que "en esto, la diferencia respecto a los pa¨ªses de nuestro entorno es abismal". Para otros, en cambio, algo ha empezado a moverse: "Se han abierto muchos centros nuevos, creo que cada vez es m¨¢s f¨¢cil volver", opina Javier L¨®pez, con un contrato Marie Curie en la Universidad de Basilea.
La revoluci¨®n del ARN
Craig Mello dedic¨® su charla en Lindau al organismo con que investiga, el gusano C.elegans. Su trabajo con ¨¦l ha contribuido a lo que algunos bi¨®logos llaman la "revoluci¨®n del ARN": el ARN, hasta hace poco considerado apenas un mensajero que transporta la informaci¨®n de un lado a otro, parece ser adem¨¢s un elemento muy activo en el cifrado del genoma, regulando su expresi¨®n y tambi¨¦n protegi¨¦ndola. Cuando se secuenci¨® el genoma humano y se hallaron apenas 23.000 genes cuando se esperaban 100.000, muchos dijeron que deb¨ªa haber algo m¨¢s; la informaci¨®n no deb¨ªa de estar s¨®lo en los genes. Las m¨²ltiples funciones hasta ahora ocultas del ARN podr¨ªan ser al menos parte de ese algo m¨¢s.
Fue un hallazgo relativamente casual. Mello trataba de bloquear la expresi¨®n de genes espec¨ªficos en el embri¨®n para estudiar su funci¨®n. Inyect¨® unas pocas mol¨¦culas de ARN de doble cadena en los gusanos y observ¨® que se inhib¨ªa completamente la expresi¨®n de un determinado gen, sugiriendo un mecanismo biol¨®gico desconocido implicado en la expresi¨®n g¨¦nica. Adem¨¢s, el efecto se contagiaba de c¨¦lula a c¨¦lula en el organismo y tambi¨¦n a la siguiente generaci¨®n. En 1998, junto con Andrew Fire, Mello public¨® en Nature un trabajo explicando el trabajo. Desde entonces este mecanismo se ha convertido en una de las t¨¦cnicas estrella con que estudiar la funci¨®n de genes espec¨ªficos.
En Lindau, Mello estuvo de acuerdo en considerar su hallazgo "si no revolucionario, al menos s¨ª muy importante". "El ARN de interferencia tiene un papel regulador del genoma y tambi¨¦n defensivo", se?al¨®.
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