Excepci¨®n espa?ola
Mi reciente viaje a Espa?a y mis reuniones con diversos periodistas e intelectuales del pa¨ªs me han inspirado diversos pensamientos sobre Europa, el islam y el futuro de la diversidad en nuestro mundo. Me sigue pareciendo que, en toda su complejidad, la experiencia hist¨®rica de Espa?a, basada en el di¨¢logo y la diversidad, es contempor¨¢nea y relevante, y me doy cuenta de que, para bien o para mal, la ¨²nica forma de alcanzar una paz y una seguridad aut¨¦nticas, y de librarse del miedo y del odio, es mediante una aceptaci¨®n tolerante y una apreciaci¨®n de nuestras diferencias, y tambi¨¦n del mutuo fomento de lo mejor de todas nuestras tradiciones. Sin embargo, s¨¦ bien que esta afirmaci¨®n es bastante pol¨¦mica.
Desde el atentado terrorista ocurrido en Madrid el 11 de marzo de 2004, que acab¨® con la vida de 191 personas, hiriendo a casi otras 1.800, las cuestiones relativas al islam y a los emigrantes musulmanes que residen en Espa?a se ven desde una perspectiva muy diferente. Los debates registrados en 2004 sobre la catedral de C¨®rdoba (una mezquita consagrada en 1236 por Fernando III con la dignidad catedralicia) y la pol¨¦mica desatada en 2007 en torno a la construcci¨®n de la mezquita m¨¢s grande de Europa en Sevilla, son signos evidentes de que entre muchos espa?oles y europeos cunde la sensaci¨®n generalizada de que existe un proyecto islamista de "reconquista" de Espa?a y de Europa. En cuanto a los islamistas, repiten que no tratan de reconquistar Al ?ndalus, sino que pretenden demostrar que el islam no es un credo ajeno a la historia de Espa?a. No es ¨¦sta la primera vez que cat¨®licos y musulmanes discuten virulentamente sobre la conquista de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica. Los terroristas que reivindicaron los atentados de marzo de 2004 citaban como motivaci¨®n la p¨¦rdida de Al ?ndalus. "Continuaremos nuestra guerra santa hasta llegar al martirio en la tierra de Tarik ben Ziyad", dec¨ªan en un comunicado emitido despu¨¦s de la masacre, aludiendo al guerrero moro y primer conquistador musulm¨¢n de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica.
Hoy en d¨ªa, Espa?a, como el resto de Europa, se esfuerza por incorporar de alguna manera a una poblaci¨®n musulmana que crece con rapidez, sin perder de vista la diversidad de su patrimonio hist¨®rico. Como muchos saben, mientras Europa languidec¨ªa durante la Alta Edad Media, en Andaluc¨ªa, musulmanes, jud¨ªos y cristianos constitu¨ªan juntos un complejo tejido social, basado en una estrecha y fruct¨ªfera colaboraci¨®n cultural. Espa?a, una sociedad relativamente homog¨¦nea desde el final de la "convivencia" en el siglo XV y tras la expulsi¨®n de jud¨ªos y moriscos, cuenta con menos musulmanes que Francia o Alemania. Sin embargo, es el ¨²nico pa¨ªs de Europa donde en la actualidad es posible plantear un aut¨¦ntico debate sobre el entendimiento intercultural y el di¨¢logo entre credos. El paradigma de C¨®rdoba no s¨®lo demuestra las posibilidades de un intercambio dial¨®gico en el que personas de distintas religiones y culturas podr¨ªan vivir en un mismo espacio, distinguiendo territorios y valores comunes sin odiar ni lo que no son ni a quienes no son como ellas, sino que tambi¨¦n apunta la fortaleza de la diversidad identitaria europea, que podr¨ªa fomentar una mayor permeabilidad entre las fronteras de las civilizaciones isl¨¢mica y europea, en el sur y el norte del Mediterr¨¢neo. La experiencia andaluza simboliza el potencial de universalidad que tienen las culturas humanas para comunicarse entre s¨ª.
Con frecuencia resulta dif¨ªcil ir m¨¢s all¨¢ de las tragedias hist¨®ricas para reconocer los lazos culturales que nos vinculan con lo mejor de las tradiciones isl¨¢mica, jud¨ªa y cristiana. En este sentido, quiz¨¢ podamos aprender algo de la excepci¨®n espa?ola. Como afirmaba Ortega y Gasset en una frase admirable, necesitamos "de la historia ¨ªntegra para ver si logramos escapar de ella, no recaer en ella". A Ortega le preocupaba, con raz¨®n, c¨®mo podemos asumir conscientemente la responsabilidad de la historia. Espa?a necesita rescribir la suya para ser una vez m¨¢s lugar de encuentro de credos y filosof¨ªas.
Hoy en d¨ªa, la diversidad, m¨¢s que la similitud, se ha convertido en una base fundamental de la construcci¨®n cultural y pol¨ªtica de Europa. Sin embargo, para la pol¨ªtica de la diversidad, lo importante no es s¨®lo de "qu¨¦" tradiciones hablamos; tambi¨¦n de "c¨®mo" lo hacemos. En el continente europeo, la "solidaridad de las diferencias" puede aprovecharse de los recursos hist¨®ricos de la excepci¨®n espa?ola. El paradigma de C¨®rdoba se antoja igualmente oportuno en el actual momento europeo: ?por qu¨¦ el Viejo Continente, en lugar de entrar en una situaci¨®n de aut¨¦ntica diversidad, se hunde en nuevas proclamas absolutistas que se niegan a relativizar sus propias formas de vida frente a las de los dem¨¢s? El hecho de celebrar una cultura de di¨¢logo y de diversidad europea no convierte en obsoletas las identidades nacional y religiosa, sino que, por el contrario, pretende conservar su integridad regional y cultural en un contexto multicultural definido por la pol¨ªtica de la diversidad. En t¨¦rminos pragm¨¢ticos, las aspiraciones nacionales y religiosas de las diferentes culturas y credos no pueden abordarse desde un universalismo que se sirva de principios radicales de ¨ªndole nacionalista y religiosa. Como tal, la idea de un islam o de una Europa convertidos en fortalezas culturales y pol¨ªticas hechas de culturas homog¨¦neas encerradas en s¨ª mismas resulta anacr¨®nica. Es cierto que hist¨®ricamente el islam ha sido una fuente de tensiones para Espa?a, pero a¨²n m¨¢s lo es que el h¨ªbrido hist¨®rico formado por la religi¨®n musulmana y el catolicismo es uno de los aspectos m¨¢s alabados de la cultura espa?ola.
El islam forma parte esencial de la historia de Espa?a y, en consecuencia, de la de Europa. Es ir¨®nico que en Espa?a y en otros lugares de Europa se rechace el islam, porque ¨¦ste se encuentra muy cerca del Viejo Continente y, al mismo tiempo, muy lejos de ¨¦l. Sin embargo, la excepci¨®n espa?ola hace que Europa no pueda rechazar vigorosamente el islam. Por tanto, si ¨¦ste no se integra en la diversidad europea, no habr¨¢ forma de superar el fundamentalismo isl¨¢mico ni de desenmascarar y derrotar el odio nacionalista. En suma, sin diversidad, la democracia no s¨®lo se antoja algo inc¨®modo, sino algo carente de futuro.
Ramin Jahanbegloo es fil¨®sofo iran¨ª. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar
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