El hombre que ten¨ªa raz¨®n
El 19 de julio, George McGovern cumplir¨¢ 85 a?os. Ha vivido una vida llena de acontecimientos. Profundamente vinculado a las praderas de su Estado natal, Dakota del Sur, fue congresista en la C¨¢mara de Representantes durante dos mandatos y en el Senado durante tres (de 1963 a 1981). En 1972 fue candidato dem¨®crata a la Casa Blanca y se enfrent¨® al entonces presidente Richard Nixon. Antes fue profesor de universidad y, en sus estudios, insisti¨® siempre en la importancia del populismo radical y democr¨¢tico del Oeste norteamericano. Esta tradici¨®n hab¨ªa sido parte esencial de las reformas agrarias del New Deal, cuyo aristocr¨¢tico promotor, Franklin Roosevelt, era un abogado de Nueva York, pero conoc¨ªa muy de cerca los problemas de los peque?os agricultores pobres que viv¨ªan cerca de la propiedad de su familia en el r¨ªo Hudson.
Los radicales agrarios de la pol¨ªtica estadounidense moderna desconfiaban de las clases dirigentes urbanas que controlaban el Estado. McGovern compart¨ªa esa desconfianza, pero hab¨ªa aprendido, del New Deal y la ¨¦poca anterior a ¨¦l, que a los radicales les conven¨ªa tratar de participar en ese control. Entre sus a?os en el Congreso y su elecci¨®n para el Senado, McGovern trabaj¨® con el presidente John Kennedy y desarroll¨® el programa Alimentos para la Paz: el uso de la producci¨®n alimentaria y la tecnolog¨ªa agraria avanzada del pa¨ªs para aliviar el hambre y la pobreza en el mundo. En su ¨²ltimo cargo oficial, como embajador designado por el presidente Clinton ante la Organizaci¨®n de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentaci¨®n, McGovern se mantuvo fiel a sus principios: el New Deal y el Estado de bienestar hab¨ªan salvado y mejorado la existencia de los campesinos estadounidenses. En el escenario mundial, Estados Unidos pod¨ªa ser fiel a su vocaci¨®n participando en la construcci¨®n de un New Deal para vencer las enfermedades, el hambre, la pobreza y la privaci¨®n de derechos.
En la campa?a presidencial de 1972, el lema de McGovern era "Vuelve a casa, Am¨¦rica". El pa¨ªs estaba atrapado en la desesperada guerra contra Vietnam. Nixon sab¨ªa perfectamente que la guerra estaba perdida, pero Kissinger y ¨¦l pensaban que actuar en consecuencia era incompatible con el poder imperial. McGovern insisti¨® en la retirada inmediata de las fuerzas norteamericanas. Si hubiera sido presidente, se habr¨ªan podido ahorrar miles de vidas estadounidenses y cientos de miles de vidas vietnamitas, y se habr¨ªa llegado antes a la reconstrucci¨®n de Vietnam y la reconciliaci¨®n con Estados Unidos.
La claridad con la que hablaba McGovern hizo que le acusaran de ingenuo, de ser un pacifista obsesionado con la moralidad y de contribuir a debilitar el pa¨ªs. En la II Guerra Mundial, el joven McGovern fue comandante de un bombardero y realiz¨® peligrosas misiones para atacar los yacimientos de petr¨®leo rumanos de Ploesti. Cuando su aparato result¨® da?ado por el fuego enemigo, salv¨® a su tripulaci¨®n con un aterrizaje de emergencia en la isla partisana yugoslava de Vis. Quienes emplean el t¨¦rmino "mcgovernismo" para hablar de una actitud cr¨ªtica respecto al uso de la fuerza militar no han vivido ning¨²n conflicto m¨¢s mort¨ªfero que la lucha por hacerse hueco en las p¨¢ginas de opini¨®n, recibir ayudas de fundaciones y obtener puestos en el aparato de pol¨ªtica exterior.
McGovern sufri¨® en 1972 una derrota contundente. Las reformas del Partido Dem¨®crata que ¨¦l mismo hab¨ªa inspirado permitieron que nuevos grupos dominaran las primarias y la convenci¨®n en la que se design¨® al candidato. Los movimientos de protesta de los a?os sesenta dejaron las calles y se introdujeron en el partido. El movimiento de los derechos civiles, los nuevos movimientos ecologistas y feministas y los promotores de la lucha contra la homofobia institucional se unieron a quienes estaban en contra del imperio americano y de que la vida p¨²blica estuviera en manos de las grandes empresas capitalistas, agrupadas en una nueva coalici¨®n.
La campa?a comenz¨® de forma desastrosa cuando se descubri¨® que el primer candidato escogido por McGovern para ser su vicepresidente, el senador Eagleton, hab¨ªa estado sometido a tratamiento por depresi¨®n. El hecho de que dos de cada cinco ciudadanos estadounidenses recurrieran a la ayuda profesional para resolver sus problemas psicol¨®gicos -y de que a otros muchos les habr¨ªa convenido hacerlo- era tan inadmisible como la idea de que unos campesinos asi¨¢ticos pudieran derrotar al Ej¨¦rcito de Estados Unidos.
Gran parte del Partido Dem¨®crata, los sindicatos -que propugnaban la guerra fr¨ªa porque les beneficiaba tanto desde el punto de vista econ¨®mico como desde el ideol¨®gico-, el lobby israel¨ª, que desconfiaba de los anti-imperialistas, y los viejos dirigentes del partido, que se sent¨ªan amenazados por la democracia interna, se opusieron con todas sus fuerzas a ¨¦l. El neoconservadurismo tuvo una forma precoz que fue el antimacgovernismo.
La mitad del electorado que acudi¨® a votar no estaba moralmente preparada para reconocer que era leg¨ªtimo criticar a su pa¨ªs. Nixon se mantuvo en el cargo, aunque acab¨® teniendo que irse dos a?os despu¨¦s. Yo vot¨¦ por McGovern en uno de los dos Estados en los que tuvo mayor¨ªa (el distrito de Columbia fue el otro). Cuando se hicieron p¨²blicos los delitos cometidos por Nixon, pusimos carteles en nuestros coches: "No es culpa nuestra, nosotros somos de Massachusetts".
McGovern, que era metodista, ali¨® su protestantismo social con el catolicismo sin reparos de la familia Kennedy (y de un joven partidario de McGovern llamado John Kerry). Tambi¨¦n se uni¨® a ¨¦l el sector progresista, tanto religioso como laico, de los jud¨ªos estadounidenses. Si los Clinton tienen algo de compromiso moral, se debe en gran parte a su ejemplo (Bill Clinton trabaj¨® para McGovern en 1972). Hillary Clinton es, como McGovern, una metodista muy consciente de los imperativos religiosos de la pol¨ªtica. Tal vez aprenda tambi¨¦n a tener parte de su honradez. Los equipos de los presidentes Carter y Clinton contaron con personas que hab¨ªan entrado en pol¨ªtica en los a?os de McGovern. Las ideas y la coalici¨®n original establecidas por ¨¦l son hoy elementos fundamentales del Partido Dem¨®crata. Hay derrotas que son imprescindibles para poder tener victorias posteriores.
He aqu¨ª a una persona que puede celebrar su cumplea?os con la sensaci¨®n del deber ampliamente cumplido. El que en estos haya tanta gente que exige el fin del desastre de Irak significa que existe una mayor¨ªa en Estados Unidos que es "mcgovernita".
Norman Birnbaum es profesor em¨¦rito en la Facultad de Derecho de Georgetown, y autor, entre otros libros, de Despu¨¦s del progreso. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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