Otra lengua
Estuve en la apertura del XV Congreso de la Federaci¨®n Mundial de Sordos, celebrado estos d¨ªas en Madrid. Hab¨ªa gente de todas las nacionalidades, de todos los colores y de todas las estaturas hablando por los codos, nunca mejor dicho. Los sordos se expresan con todo el cuerpo, incluida la boca, de forma que verlos conversar era como asistir a la actuaci¨®n de un ballet monumental. Una fiesta. Tambi¨¦n entre ellos hay oradores mejores y peores, claro. Los buenos buenos te dejaban con la boca abierta, aun cuando no entendieras nada de lo que dec¨ªan. Resulta incre¨ªble que hayamos tardado tantos siglos en darnos cuenta de la riqueza de esa lengua cuya complejidad estudi¨® Oliver Sacks en Veo una voz.
Y todav¨ªa hay quien se refiere a los sordos como sordomudos. Resulta inexplicable que hayamos alentado esa barbaridad durante tanto tiempo. No s¨®lo no son mudos, sino que hablan por los cuatro costados (nunca mejor dicho de nuevo), adem¨¢s de por los codos. Produc¨ªa admiraci¨®n y un punto de envidia verlos expresarse con los dedos, los ojos, las cejas, la cabeza, el torso, los brazos... Escrib¨ªan poemas en el aire con la facilidad con la que Picasso dibujaba palomas de la paz sobre el papel. Las cafeter¨ªas de los alrededores estaban llenas de gente cuyas manos revoloteaban alrededor de los rostros amigos como enjambres de mariposas en un sue?o ecol¨®gico. Aquellas manos parec¨ªan tambi¨¦n p¨¢jaros al amanecer, pues sus nerviosos movimientos iban con frecuencia acompa?ados de destellos verbales semejantes al trino de las aves.
Ten¨ªan razones para estar contentos. El Gobierno espa?ol acaba de reconocer por ley esa lengua con la que se han cometido tantas injusticias sin que en nombre de ella, en cambio, se haya hecho da?o a nadie. Los sordos constituyen una verdadera comunidad cultural en la que no hay tentaciones excluyentes. Llevan siglos luchando por sus derechos desde un asociacionismo pac¨ªfico, integrador, ejemplar en todos los sentidos. Fern¨¢ndez de la Vega les dio la bienvenida en su propio idioma, pero se ech¨® de menos a Ruiz Gallard¨®n, alcalde de la ciudad anfitriona, cuyo o¨ªdo guarde Dios muchos a?os, porque la vista, evidentemente, la ha perdido.
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