La Gestapo
As¨ª no hay quien viva. Tres a?os sin apenas salir de casa. Con la Gestapo en la calle. Yo siempre he sido una persona de orden. He confiado siempre en el Estado. En la polic¨ªa, en los jueces y en los ujieres. En los bombos de la loter¨ªa. En el seleccionador nacional. En el Instituto Meteorol¨®gico. En el sumiller de cortina y en el veedor de viandas. En los puntos geod¨¦sicos. En el Estado, s¨ª. Pero sobre todo en la polic¨ªa. El otro d¨ªa le¨ª una entrevista a un escritor que hab¨ªa ido a la guerra de joven, y contaba que cuando comenzaron los combates su primera reacci¨®n fue llamar por tel¨¦fono a la polic¨ªa: "Oiga, agente, hay aqu¨ª un mont¨®n de tipos que pretenden matarse". Yo har¨ªa lo mismo. Hasta que pas¨® lo que pas¨®. ?Podemos creer en un Dios malo? Yo no, all¨¢ ustedes. Sin embargo, eso fue lo que ocurri¨® con la polic¨ªa hace tres a?os. Que se hizo mala. Una especie de posesi¨®n diab¨®lica. En vez de investigar a fondo el 11-M, una extra?a red de polic¨ªas, guardias, esp¨ªas y fiscales hicieron todo lo posible para ocultar la verdad. Despu¨¦s, los polic¨ªas empezaron a dar escolta a los terroristas vascos para que pudieran operarse de almorranas. Claro, estas cosas uno al principio no se las cree. No se tambalea la fe en el orden por unas almorranas. Como dijo Fraga en insigne ocasi¨®n, todos tenemos culo, dispensando. Pero la prueba decisiva de que la polic¨ªa espa?ola estaba sufriendo un proceso de abducci¨®n fue cuando se procedi¨® a la detenci¨®n de dos amantes del orden, participantes en una amena manifestaci¨®n convocada contra la ruptura de Espa?a y de paso, mediante una entra?able tradici¨®n con palo de bandera, comprobar la consistencia craneal del ministro de Defensa. A continuaci¨®n, la presidenta de la Comunidad advirti¨® que la Gestapo estaba tomando posiciones en Madrid. El ex ministro de Interior denunci¨® una ofensiva pol¨ªtico-policial que pon¨ªa en riesgo la democracia. Desde las mismas filas de la resistencia, en alg¨²n lugar de Tierra M¨ªtica, el maquis de Benidorm, Eduardo Zaplana, llam¨® a luchar contra la dictadura. Ahora, el Supremo dice que eran buenos. Los polic¨ªas. ?Se puede salir ya a la calle? ?Se ha ido la Gestapo? ?Regresar¨¢ el subcomandante Zaplana de su refugio en la selva levantina?
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