?Qu¨¦ l¨¢stima pero adi¨®s!
Lo que m¨¢s me sorprende de Josep Piqu¨¦ no es que haya dimitido de su cargo de Presidente del PP de Catalunya, sino que no lo hubiera hecho mucho antes, nada m¨¢s darse cuenta de que por mucha voluntad que le pusiera no era posible pasar desde el comunismo light y civilizado del PSUC a una derecha como la nuestra, tan espa?ola, tan genuina, tan crispadora, tan o sea, para nada. No se apercibi¨® de que por mucho que se intente resulta casi imposible satisfacer los deseos ilimitados de sus jefes de centuria con mando en la calle G¨¦nova.
Federico J. Losantos, por ejemplo, no tuvo nunca problemas de este tipo. Pas¨® de la extrema izquierda a la extrema derecha sin soluci¨®n de continuidad. Por eso ahora acumula curr¨ªculum suficiente para dictar la mism¨ªsima agenda del PP. Tiene el pedigr¨ª acreditado, por as¨ª decirlo. Como Pedro J. quien, ante la muerte de Jes¨²s de Polanco, y tras pens¨¢rselo varias horas, s¨®lo se le ocurri¨® el siguiente titular: "Muere uno de los hombres m¨¢s poderosos de Espa?a". O sea, exactamente lo que ¨¦l ha querido ser toda la vida y, para nuestra fortuna, nunca conseguir¨¢.
Y es que para el n¨²cleo duro del partido, Piqu¨¦ tiene la t¨ªpica mala conciencia de la gente de izquierdas. Es demasiado blando, demasiado educado, demasiado centrista, demasiado... catal¨¢n. No es que no haya hecho m¨¦ritos suficientes para ser considerado uno de los nuestros. Fue ministro de Aznar hasta dos veces, tan espa?ol como el primero, tan pronorteamericano como el que m¨¢s, incluso acab¨®, como todos, justificando lo injustificable. Pero no fue suficiente. El apostolado seglar que exige Acebes es tan implacable como permanente. Para ganarse el sueldo hay que clamar, un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n, contra Zapatero, por su estrategia antiterrorista, por su disgregador concepto de la Espa?a eterna, o, simplemente, porque s¨ª, arrodillarse ante los obispos (?ay Mahoney, Mahoney!) si fuera menester, ridiculizar Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa, boicotear a PRISA, aferrarse al titadyne y jalear a Bush, entre otras tareas menos prioritarias.
De problema personal, como sugiere el propio Acebes, nada de nada. M¨¢s bien mera estrategia de supervivencia. Zaplana y ¨¦l mismo saben que ya no pueden volver atr¨¢s. A veces incluso desear¨ªan hacerlo porque piensan que ni siquiera ellos son tan de derechas como aparentan ser. Pero ya no pueden. Escogieron una estrategia en circunstancias dif¨ªciles, tras el bochorno del 11-M, y, a fuer de ser sinceros, la verdad es que malos resultados no les ha dado. El problema es que ahora han de continuar hasta el final. Ellos son la imagen de marca de un partido todav¨ªa demasiado aznarizado, un efluvio de los viejos tiempos, un sumidero sin fin del v¨¢yase se?or Gonz¨¢lez, de las mentiras del 11-M y de la guerra de Irak.
Ellos, y Esperanza Aguirre naturalmente, la gran manipuladora de Tele Madrid, con toda su extensa clac de bobalicones medi¨¢ticos (qu¨¦ lista es, dicen en los cen¨¢culos madrile?os, sin darse cuenta todav¨ªa de que una mujer lista no tiene por qu¨¦ ser una gran mujer). Todos tienen fecha de caducidad. Si ganan las pr¨®ximas elecciones, el esfuerzo habr¨¢ merecido la pena. Pero si no, ya saben lo que hay. Adi¨®s para siempre, ?ngel y Eduardo. Y entonces ?qu¨¦ van a hacer estos a partir de... entonces? El feudo valenciano est¨¢ ya ocupado al completo por la Conferencia Episcopal y recuperar la antigua condici¨®n de liberales no parece cre¨ªble. Pueden acabar, como Aznar, en FAES, elaborando doctrina rancia y dej¨¢ndose el pelo largo para parecer modernos. Un triste destino para quienes acumularon tanto poder y tanta fama.
Por eso ahora hay que poner toda la carne en el asador. Caiga quien caiga. No hay tiempo para florituras ni cambios s¨²bitos de rumbo. Si Piqu¨¦ se va ?pues que se vaya! ?Qui¨¦n se va acordar de ¨¦l pasados unos meses?
Ahora que lo verdaderamente pat¨¦tico es el papel de Rajoy en todo este asunto. Despide a Piqu¨¦ con los ojos humedecidos. Pero le despide. Es que me presionan desde el partido, le dice al catal¨¢n, como si ¨¦l no mandara y Piqu¨¦ no formara parte de ¨¦l. Todo mentira, como casi siempre. Mariano ha tenido que optar, y lo ha hecho. Sabe que ya es demasiado tarde para encabezar la renovaci¨®n, esa que est¨¢n preparando Feijoo y Gallard¨®n, con la inspiraci¨®n modernizadora de Rodrigo Rato flotando en el ambiente. Pero es que adem¨¢s no se la cree. Ahora, por fin, sabemos que el ¨²nico que en realidad conoc¨ªa bien a Rajoy era precisamente Aznar, en contra de la opini¨®n de muchos que pensaron que ¨¦ste se hab¨ªa equivocado.
En fin, que desterrado Piqu¨¦, Gallard¨®n bajo control, emigrado Matas, y Feijoo fuera de la Xunta, las tropas nacionales han alcanzado sus ¨²ltimos objetivos. La guerra sucesoria ha comenzado.
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