Dise?ar un vino
Conforme pasan los d¨ªas descubro, no sin una cierta admiraci¨®n, los crecientes v¨ªnculos entre mi actividad de dise?ador de moda y mi afici¨®n al mundo del vino. Cuando digo que me gusta el vino, no s¨®lo quiero decir que me encanta beberlo, sino tambi¨¦n que me admira el complejo proceso por el que se obtiene y la infinita informaci¨®n que aloja la etiqueta "cultura de moda". En ambos mundos, en la moda y en la enolog¨ªa, es inevitable la sensibilidad -cuanto m¨¢s mejor, me atrevo a sugerir-, en ambos es necesario el conocimiento y en ambos, en fin, es imprescindible una cierta dosis de creatividad, pero teniendo siempre presente que toda libertad creativa est¨¢ obligada a respetar los casi sagrados dict¨¢menes del mercado. No puedes equivocarte en la definici¨®n del producto, ni en su precio, ni en esa informaci¨®n a?adida que rebela, casi secretamente, el nombre o la etiqueta de ambos productos. ?Ay de aquellos ingenuos que intentan exagerar con la pompa y la circunstancia de una botella o una etiqueta la calidad no correspondida encerrada en su interior! o de aquellos, tan seguros de la calidad de su vino, que caen en la tentaci¨®n de negarle una bella botella, una elegante etiqueta o una cuidada distribuci¨®n, pensando que todav¨ªa rigen los tiempos que proclamaban que "el buen pa?o en arca cerrada se vende". En ambas especialidades se te exige un inmenso respeto por el trabajo que hacen los dem¨¢s, sobre todo si produce excelentes frutos. Para m¨ª, hacer vino es casi exactamente igual que hacer moda. Necesito saber, indistintamente, con que elementos cuento y, bajo el no menos sagrado referente de la palabra calidad, buscar un resultado feliz. Una soluci¨®n precisa que ha de ser el resultado de dos obligaciones morales: la primera, aquella que obliga al producto a tender a la perfecci¨®n -al menos, a aquella que est¨¢ razonablemente a su alcance-. La segunda, aquella que nos recuerda que el producto debe cuidar escrupulosamente su relaci¨®n calidad-precio. Claro que es extraordinario hacer un vino espa?ol maravilloso por 100 euros, pero ese prodigio roza el t¨ªtulo de milagro cuando logras que una calidad muy aproximada s¨®lo cueste 18 euros. Espero haber explicado en pocas l¨ªneas lo que siento frente a la palabra vino, si a¨²n fuese m¨¢s conciso, todas ellas se reducir¨ªan a una sola: emoci¨®n.
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