"Nos pod¨ªa haber pasado a cualquiera"
"Era una ni?a muy buena; f¨ªjese, es la primera vez que hablo de ella en pasado". Y se echa a llorar. Es Mar¨ªa Dolores Monroy, la profesora de segundo de Fernanda Fabiola Urz¨²a. "Acab¨® en un hoyo como un perrito y no puedo pensar en todo lo que le han podido hacer", gime desconsoladamente. Fernanda Fabiola repet¨ªa segundo curso. "Era muy buena en ingl¨¦s, educada, cari?osa, lista, pero un poco vaga", dice su profesora, que se refiere a ella como su "hija adoptada". Maril¨® ya le ha hecho prometer a sus hijas que no saldr¨¢n solas y que respetar¨¢n los horarios. "Ha podido pasar en cualquier ciudad de Espa?a, pero en un camino oscuro, solitario, alejado, una ni?a sola era meterse en la boca del lobo; fue pon¨¦rselo f¨¢cil a esta gente loca".
Un vecino asegura haber visto al asesino comiendo tranquilo en una obra tras el crimen
"Yo he recorrido ese camino de tierra miles de veces, algunas incluso sola", reconoce Edith R¨ªos, una llamativa ecuatoriana morena que aparenta muchos m¨¢s a?os de los 16 que dice tener. "Es que nos queda al lado del instituto", se excusa. "Nos pod¨ªa haber pasado a cualquiera de nosotras". Su madre, Maribel Quir¨®s, que vive en la isla desde hace seis a?os, a?ade: "Antes la dejaba ir sola, pero ya no lo har¨¦ nunca m¨¢s". Tania Ainhoa Pe?a, de 14 a?os, lleva de la mano a su hermana. Caminan solas, a pesar de lo ocurrido. "?ramos amigas, ¨ªbamos juntas a la playa y era muy simp¨¢tica y divertida". La peque?a reconoce haber transitado sola el camino de tierra entre La Estrella y El Fraile. "Una vez unas chicas, de noche, vieron a un hombre desnudo". "Y otra vez, a otro haci¨¦ndose una paja", a?ade despu¨¦s Amada, otra joven de su edad, cerca de una gasolinera. "Reconozco que he pasado muchas noches por ah¨ª, eso s¨ª, con dos piedras en las manos por si tengo que defenderme", apunta Chaxiraxi P¨¦rez. "Seguro que ya la ten¨ªa vigilada desde hace tiempo".
Leopoldo Medina, un antiguo legionario que tambi¨¦n particip¨® en la b¨²squeda de la peque?a, le conoc¨ªa "de vista". Es el primero de una veintena de habitantes de la misma calle que reconoce haberlo visto: "Llevo 49 a?os viviendo aqu¨ª y jam¨¢s hab¨ªa pasado esto; t¨² lo miras y es un tipo normal, de pelo casta?o, ojos verdes, bajito y corpulento que, como todos nosotros, iba a lo suyo y ya est¨¢". Lo interrumpe Yahdeh Lamsallak para decir que "nadie se explica c¨®mo con el sueldo de una obra puedes tener un coche americano tan lujoso". "Ahora que lo dices", apunta Medina, "hac¨ªa dos d¨ªas que no se le ve¨ªa". El legionario reconoce haberlo visto en el campamento base "comiendo tan tranquilo con las gafas de sol puestas. "Si lo sueltan aqu¨ª ahora, me lo cargo con una katana", dice.
"S¨®lo habl¨¦ un par de minutos con ¨¦l, como hago con muchos clientes, y s¨®lo del coche, nada m¨¢s; no s¨¦ nada de su vida, ni siquiera c¨®mo se llama", asegura el sirio Yousseff Alhalabi Alonso. La nigeriana Bukola Olayeni asegura que Franco Giraldo apenas llevaba "dos a?os" viviendo en esta calle, con una novia. Jos¨¦ Antonio Dorta es vecino del asesino y uno de los pocos canarios que habita el barrio: "Lo que hace falta es justicia y que no salga nunca de ah¨ª".
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