Jaque a la justicia marroqu¨ª
Una prostituta logra la destituci¨®n de un juez por corrupci¨®n
Los jueces marroqu¨ªes, que pronuncian sentencias en nombre del rey, son unos intocables por mucho que la corrupci¨®n salpique con frecuencia al tercer poder. Una prostituta marroqu¨ª, Rikia Abuali, de 35 a?os, ha logrado, sin embargo, que el Consejo Superior de la Magistratura destituyera, el mi¨¦rcoles, a Driss Laftah, presidente de un tribunal de Khenifra -a 130 kil¨®metros al este de Casablanca-, tras considerarlo "culpable de actos graves que atentan contra la reputaci¨®n de la justicia". En las salas de redacci¨®n de la prensa marroqu¨ª todos han visto los escarceos sexuales, grabados en v¨ªdeo, de la prostituta con el juez y varios magistrados de la audiencia de Meknes, una de las cuatro capitales imperiales. Las im¨¢genes iban acompa?adas de sonido porque, borrachos como cubas, jueces y fiscales confesaban haber recibido sobornos a cambio de su clemencia. Las haza?as de Laftah han sido el principal tema de conversaci¨®n la pasada primavera. Rikia y sus hermanos regentaban varios burdeles en Tighssalin, un poblacho de 14.000 habitantes pegado a Khenifra. A causa de sus trifulcas con el jefe de la Gendarmer¨ªa local, Rikia acab¨® en el banquillo de un tribunal de Meknes en el que conoci¨® a Laftah. Este buen padre de familia no tard¨® en alquilar un piso en el que durante tres a?os se daba cita con la joven y en el que se celebraban fiestas a las que asist¨ªan varios compa?eros de carrera de Laftah, Hafida -la empleada de hogar de Rikia- y otras mujeres. Hafida asegura que el padre de su hijo, de tres a?os, es el fiscal de Meknes, pero ¨¦ste ha sido declarado inocente sin haberse sometido a la prueba de ADN. Fue una ¨¦poca en la que los negocios de Rikia en Tighssalin prosperaron, sin padecer el hostigamiento de la Gendarmer¨ªa, y hasta se permiti¨® el lujo de cobrar por hacer de intermediaria en algunos pleitos en Meknes. Rikia rompi¨® con su amante, y un nuevo jefe de la Gendarmer¨ªa en Tighssalin empez¨® a investigar sus negocios. Pidi¨® de nuevo la protecci¨®n judicial, pero como ¨¦sta ya no funcionaba se present¨® en comisar¨ªa, el 26 de marzo, para denunciar la corrupci¨®n de sus antiguos protectores. A los pocos d¨ªas fue inculpada de proxenetismo, tr¨¢fico de droga y homicidio involuntario, aunque el cad¨¢ver no aparece. Antes de ingresar en prisi¨®n replic¨® acudiendo a la redacci¨®n de un peque?o semanario, Al Michaal, cuyo art¨ªculo apenas tuvo impacto. Con copias de sus cintas a cuestas llam¨® entonces a la puerta de Al Massae, y su rocambolesca historia fue portada del principal diario marroqu¨ª. El ministro de Justicia, Mohamed Buzubaa, se vio obligado a tomar cartas en el asunto. Media docena de ONG, feministas y de derechos humanos, han expresado por carta a Buzubaa su respaldo, con alg¨²n matiz, por una mujer que padeci¨® "todo tipo de presiones y explotaci¨®n sexual por parte de aquellos que imparten la ley". Rikia, en prisi¨®n preventiva en la c¨¢rcel de Sidi Said, en Meknes, fue ingresada el jueves en un hospital de la ciudad en estado grave, tras m¨¢s de un mes en huelga de hambre. Reivindica un juicio justo, as¨ª como la apertura de una investigaci¨®n sobre las supuestas actividades delictivas de los magistrados que aparecen en sus v¨ªdeos.
Rikia Abuali grab¨® sus escarceos sexuales con el juez Laftah y otros magistrados de Meknes
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