La madre de las perlas
ALFREDO ARGIL?S
Para obtener una ostra con perla, o una perla con la ostra, se deber¨¢ previamente manipular al bivalvo, o sea, introducirle alg¨²n escr¨²pulo en su alma para que ella, pacientemente, lo recubra de conquiolina y carbonato c¨¢lcico, que dan lugar a la joya.
Aunque sucede que esta mezcla recubre todo lo que molesta, y si en vez de la piedrecilla lo que hay que recubrir es el fango que a veces se introduce en el interior de la concha, se debe tener mucho cuidado en su manipulaci¨®n, puesto que la ruptura de la capa formada por los productos segregados deja libre el ¨¢cido sulf¨ªdrico almacenado en las c¨¢maras por la descomposici¨®n del barro, y el pestilente olor nos hace pensar, como m¨ªnimo, en la defecci¨®n del molusco.
Los americanos del norte las han masacrado con su receta 'a la Boston'
Debemos romper mitos, y as¨ª como el mal olor es indispensable que sea descifrado para averiguar la bondad o maldad del animal -que no de su caparaz¨®n- tambi¨¦n otros lugares comunes son perniciosos para la tranquila ingesti¨®n del producto. El m¨¢s habitual de estos es la creencia de que, en determinados meses, las ostras se contaminan de una aguadilla lechosa que las hace incomestibles: nada m¨¢s err¨®neo, dicha leche no es m¨¢s que el producto de su pre?ez, y se elimina dej¨¢ndolas -como es de obligaci¨®n- unos d¨ªas a la intemperie de las aguas fluyentes, que expulsar¨¢n los millones de huevos fecundados a que hubiere lugar y dejar¨¢n las carnes listas para comer.
Para comerlas, la humanidad ha tenido sus idas y venidas; se tomaban en tiempos de los romanos muy ligeramente ali?adas y crudas, como tambi¨¦n suced¨ªa en la Francia pre y post revolucionaria, al igual que las comemos hoy. Pero en los interregnos las ostras han sufrido mancillaci¨®n y algunos adornos que no las han convertido en mejores, pero s¨ª en sofisticadas.
En el primer recetario del que tenemos noticia escrita en nuestro pa¨ªs recomiendan tomarlas fritas, aderezadas con pimienta, azafr¨¢n y zumo de naranja; o bien "guisadas en cazuela con su agua y aceite y especias y buenas yerbas con cebolla sofreida en su sart¨¦n, y echada dentro, y su saborcico de vinagre".
Los americanos del norte las han masacrado con la disposici¨®n que se desprende de su receta a la Boston: saquemos la ostra de su cub¨ªculo y depositemos sobre el fondo de la concha vac¨ªa pimienta blanca y unas migas de pan frito. Volvamos a colocar la ostra y ahora la espolvoreamos con queso gruy¨¨re rallado y miga de pan. Sobre esta, mantequilla; y a gratinar y comer. Otros las flambean con whisky canadiense para despu¨¦s cubrirlas con una mezcla de nata, vino blanco, fumet de pescado y harina de ma¨ªz; y algunos, por aquello de rizar el rizo, se satisfacen combin¨¢ndolas con distintos tipos de curry indio, ajo y cebolla.
En el Rac¨® de Can Fabes no ha mucho tiempo las utilizaban para, mezcladas con h¨ªgado de oca y, endulzado el conjunto con vino Gew¨¹rztraminer, lograr que le diesen al siempre pesado foie gras la ligereza de la que carece, lo cual se agradec¨ªa.
Aunque si queremos presumir de comer ostras del modo m¨¢s chic que imaginarse pueda, sin duda tendremos que recurrir al viejo truco de mezclarlas con caviar, ya sea al modo de Escoffier -cubriendo peque?as tartaletas con las huevas del esturi¨®n y dejando en su centro una cruz, que se deb¨ªa adornar con una ostra y una gota de lim¨®n- o en su versi¨®n primitiva, llenando una cuchara a partes iguales, del uno y otro producto, sin disputas ni preferencias.
LA INVITACI?N DE QUIQUE DACOSTA
Nosotros hacemos la que llamamos ostra Guggenheim, que es un homenaje al titanio con que est¨¢ construido el museo de Bilbao, pero la alta cocina no se puede hacer en casa. En todo caso, se puede intentar hacer unas ostras un poco m¨¢s sofisticadas de lo habitual, pero posibles. Nos hace falta una m¨¢quina de hacer el vac¨ªo y unas bolsas que se llaman retr¨¢ctiles. Abrimos las ostras, guardamos el agua que contienen, esta la mezclamos con un 30% de agua natural y la gelificamos con una hoja de gelatina. Hacemos esto porque si no quedar¨ªa el agua muy salada. Metemos la ostra y dos cucharadas del agua en la bolsa y hacemos el vac¨ªo y sellamos. Hervimos agua y metemos la bolsa diez segundos. Se hace un vac¨ªo m¨¢s potente y la ostra queda con la extra?a forma de estrella de la bolsa.
La abrimos y sacamos la masa que ha quedado, que ponemos sobre dos algas que tienen sabor a ostra y que pese al nombre se encuentran en todas nuestras costas, en especial en Galicia: codium triturado y wacame, ¨¦ste cortado en juliana.
R¨²stico pero sofisticado, comer la salsa del agua y el vegetal que las acompa?a.
SUGERENCIAS
Restaurante R¨ªas Gallegas. Calle Cirilo Amor¨®s, 4. Valencia. 96 351 99 10.
Restaurante Hogar del Pescador. Llonja Vella, s/n. Pe?¨ªscola (Castell¨®n). 96 448 95 88.
Restaurante Pairal. Calle del Doctor Fleming, 24. Castell¨®n. 96 423 34 04.
Restaurante El Rodat. Carretera Cabo La Nao, s/n. J¨¢vea (Alicante). 96 647 07 10
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