Guerra mafiosa en River Plate

La muerte por dos disparos en la cabeza de un seguidor radical del River Plate de Buenos Aires, el pasado jueves, ha revelado toda la violencia del enfrentamiento mafioso en el interior de su principal grupo ultra, llamado Los Borrachos del Tabl¨®n. Una lucha que ha sumido al hist¨®rico club argentino en un clima de inseguridad tal que incluso est¨¢ en el aire la celebraci¨®n del partido que hoy debe disputar en su campo frente al Newell's Old Boys en la segunda jornada del Torneo Apertura.

Gonzalo Acro, de 29 a?os, era el lugarteniente de Adri¨¢n Rousseau, de 30, el l¨ªder de una de las dos facciones que desde hace meses se disputan el control de la barra brava del River. Una pugna que ya en febrero pas¨® de las pedradas y las pu?aladas a los tiroteos en los alrededores del estadio Monumental durante un partido, lo que provoc¨® el p¨¢nico del p¨²blico. Pero, a pesar de la gravedad de los hechos, las autoridades pol¨ªticas y las deportivas, tras las declaraciones de condena de rigor, dejaron pasar el incidente esperando que se calmaran las cosas con la finalizaci¨®n del campeonato.

Pero no fue as¨ª porque aqu¨ª el f¨²tbol es lo de menos. En juego est¨¢ un puesto, el de jefe de la barra, que supone un modo de vida calcado al de un padrino de la Cosa Nostra. El de Los Borrachos maneja un presupuesto de 300.000 pesos mensuales (unos 73.000 euros) en un pa¨ªs en el que el sueldo m¨ªnimo apenas llega a los 800 (195). El dinero sale de la reventa de las entradas que son cedidas gratis por el club y de contribuciones, algunas voluntarias y otras no tanto, de personas relacionadas con el club, entre ellas directivos y jugadores.

Con este dinero, aparte del material deportivo que tambi¨¦n cede el club, el capo establece un sistema de fidelidades perfectamente jerarquizado mediante el reparto de regalos y privilegios, la amenaza a los disidentes y la intimidaci¨®n de los ajenos al grupo. Todo, bajo la mirada complaciente de los directivos. Y todo funcion¨® hasta que el n¨²mero uno de Los Borrachos, Luis Pereyra, acab¨® en prisi¨®n en 2000 despu¨¦s del asesinato de un seguidor del Independiente.

Tras un periodo de paz caracterizado por el reparto de beneficios, los lugartenientes de Pereyra, el citado Rousseau y Alan Schlenker, hasta entonces buenos amigos, compa?eros de gimnasio y correr¨ªas, decidieron que cada uno ten¨ªa m¨¢s m¨¦ritos que el otro para controlar el grupo. A Alan le apoya su hermano William, tambi¨¦n figura de la barra. Y la guerra ha ido in crescendo, altern¨¢ndose las batallas campales con las amenazas personales, hasta una cumbre secreta la semana pasada entre los antiguos amigos y ahora rivales para tratar de arreglar por las buenas la situaci¨®n.

El encuentro fracas¨®, a la vista de lo que ocurri¨® el mi¨¦rcoles, cuando Acro, acompa?ado de su novia y de otro oficial de Rousseau, Osvaldo Matera, alias Negro Juan, sal¨ªan de un gimnasio en el barrio porte?o de Villa Urquiza. Cuando se dispon¨ªa a subir a un coche, una camioneta se cruz¨® y de ella se bajaron tres personas que dispararon s¨®lo contra los hombres. Acro recibi¨® tres disparos, dos en la cabeza y uno en un muslo, que le provocaron la muerte 24 horas despu¨¦s. Matera fue herido en la espalda.

Las facciones enfrentadas han anunciado su presencia hoy en el Monumental y son numerosas las voces en Argentina que advierten sobre el descontrol total de la situaci¨®n. El River no disput¨® la primera jornada del torneo liguero la semana pasada y el partido de hoy es su debut. El Gobierno argentino ha dejado en manos de la justicia la celebraci¨®n del encuentro mientras la directiva del propio River se declara ajena a los hechos.